Por: Redacción

Honesto, profundo incansable constructor de puentes para la comprensión del mundo indígena, Miguel León-Portilla reveló con la presentación del libro Tesoro Mexicano. Visiones de la naturaleza entre Viejo y Nuevo Mundo, edición que reúne el conocimiento de tres siglos con la compilación de Francisco Hernández, científico a la orden de Felipe II.

En el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, el historiador y académico estuvo acompañado por Marina Núñez Bespalova, directora general de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, además de los investigadores Rodrigo Martínez Baracs y Carlos Zolla.

Marina Núñez celebró que este libro, que en realidad no existe porque parte de su información se perdió hace siglos en el incendio de El Escorial, fue reconstruido con base en investigaciones y cuente con el apoyo de Miguel León-Portilla, quien fue miembro de la comisión editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México para publicar las investigaciones de Francisco Hernández.

Con la grandeza de su sencillez, Miguel León-Portilla dijo que este libro da cuenta de la importancia del término “encuentro de dos mundos” y no “descubrimiento del Nuevo Mundo”.

“Siempre he estado en contra de ese término porque nadie puede descubrir a otra civilización como quien descubre a una piedra o una planta, en cambio al hablar de encuentros es diferente porque hay un interés mutuo y eso fue lo que ocurrió con las investigaciones de Hernández”.

Miguel León-Portilla dijo que hacia 1570 Francisco Hernández se embarcó hacia el Nuevo Mundo fascinado por la magia de esa nueva tierra y por los muchos textos que leyó, entre ellos las Cartas de Relación de Hernán Cortés y con el afán de estudiar todos sus misterios dentro de un Renacimiento científico que traería beneficios inconmensurables para el conocimiento del mundo.

“Los dibujos de las plantas y animales de Hernández fueron objeto de estudio por un tiempo pero quedaron en el olvido hasta el siglo XIX y más tarde en 1956 en México por Fernando Sovolinos y José y Faustino Miranda, quienes estudiaron a fondo ese legado para editar todas la obras de Hernández junto con una historia de España en los tiempos de Felipe II, proyecto que se prolongó por mucho tiempo”, recordó el autor de Visión de los vencidos.

El gran historiador mexicano mencionó que Francisco Hernandez fue uno de los grandes sabios de las cosas y elementos naturales de América y a quien se debe el conocimiento de las raíces de las plantas, en que meses daban frutos, cómo florecen sus hojas y la manera como es el entorno geográfico donde crecen, un trabajo, dijo, descomunal para su época y que seguirá causando asombros con el público que lea este gran compendio.

Rodrigo Martínez afirmó que Tesoro Mexicano. Visiones de la naturaleza entre Viejo y Nuevo Mundo es un libro que nos muestra su contenido como un museo en el que podemos entrar de visita con información que se remonta a 1521 con un compendio realizado por Francisco Hernández especialistas a la orden de Felipe II.

Señaló que Miguel León-Portilla ha enriquecido el tema que aborda este libro con el estudio del Códice Florentino y la misión científica de Francisco Hernández, quien vio su trabajo de toda la vida perdido en el famoso incendio de El Escorial a principios de 1671.

Finalmente dijo que la historia natural de la Nueva España nace de los malentendidos con los llamados cronistas de Indias que compendiaban la información a diferencia de Francisco Hernández quien estaba siempre en el terreno estudiando las plantas de América y años después entregó su investigación a Felipe II quien la vio con indiferencia.

El investigador Zolá refirió que las investigaciones realizadas hace siglos por Francisco Hernández sigue siendo comprobado por los investigadores actuales, mostrando la importancia de una de las herencias más notables del Siglo XVI y que se perdió en el tiempo para perjuicio de la humanidad.

Sin embargo, recordó que la primera investigación de Francisco Hernández llegó a México en el siglo XVI y parte de la presión ejercida por Felipe II para su divulgación fue su gran importancia como herramienta para comerciar con las plantas que se comerciaban en Europa desde la Nueva España y con ello también hizo más estrecho el conocimiento entre la variedad biológica de ambos continentes.