Por: Felipe Pascual N. Loperena/

Las segunda semana de cada mes de octubre los gritos, el choque de las estructuras de metal, los saludos y hasta las mentadas de madre irrumpen el transitar cotidiano de los capitalinos que recorren la avenida Congreso de la Unión y la calle Guillermo Prieto. Así es como los comerciantes del Mercado de Jamaica Vive dan inicio la romería del Día de Muertos, que cada año será el enlace en la edificación de los altares que se hacen presentes en los hogares para conectar el mundo terrenal con el de los espíritus.

Sin embargo, el comercio de productos de las festividades de las ánimas y del Halloween será particularmente complicado. A la ya continúa crisis de los hogares que su ingreso depende de esta rama del trabajo informal, se le suma las restricciones que el gobierno implementó por la pandemia de Covid-19 que aqueja estos tiempos y el peligro latente al que se expone aún por lo contagioso del virus.

Ahora se presentó, por momentos, la disyuntiva de salir a vender o esperar que el virus tenga una solución, mismo que en las cifras reportadas por las autoridades de Salud hasta el jueves 30 de octubre ha dejado 91 mil 289 muertes. Con el riesgo de la propia indisciplina y las poco estrictas medidas de protección que se llevan a cabo por las autoridades del mercado, los comerciantes decidieron aventurarse.

Con los pronósticos en su contra. Situación que confirmó a través de un comunicado la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) al destacar que habría un desplome en las ventas de esos productos de hasta un 70 por ciento respecto a las del año pasado. No se intimidaron.

Como cada ciclo del calendario gregoriano fueron acompañados por las lunas de octubre y la festividad tomó forma con el papel picado, el olor a copal, la flor de cempasúchil, calaveritas de azúcar y de chocolate, disfraces y la máscaras del coronavirus, ¡Qué es la de moda!, así como el calor de los hornos donde se cocina el pan de muerto que en plena acera fueron montados.

Los vendedores saben que las horas de sueño se acortaron hasta el punto de lo indispensable pues para que la venta sea exitosa todo el que se acerque, sin importar la hora del día, se debe llevar algún producto.

Por lo anterior, en plena calle los vendedores preparan el campo de batalla. Se hace uso de todo imaginable, desde formulas mágicas, que pasan por los más elaborados rituales, hasta el uso de estridentes luces, música a todo volumen y los más ingeniosos gritos para llamar la atención. Todo para que “la chinga valga la pena”.

Es común que los mercaderes antes y durante la romería hagan uso del aerosol de Dinero ven a mí, colocar un limón para las malas vibras debajo de la mercancía, rodar un coco en toda el área de trabajo, poner una veladora de preparada de las Siete Potencias, entre otras tácticas. Pues dice la voz popular: “jamás está demás una ayudadita extra”.

El ingenio en la arquitectura los puestos es esencial para establecer el contacto visual y a su vez cumplir con ser funcional. Ya que es ahí donde prácticamente vivirán al menos durante 15 días. Por lo tanto, en un espacio no mayor a 2 m² será punto de reunión familiar, en ocasiones dormitorio, comedor, bunker de estrategia comercial, sala de entretenimiento, almacén y por supuesto, punto de venta.

Son pocos los comerciantes que saben que desde el 07 de noviembre de 2003, el Día de los Muertos formar parte de la lista del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Lo anterior se debe, en gran medida porque en estas fechas su interés se vuelca en terminar con toda la mercancía y en consecuencia se pueda “estar un poco más tranquilo el inicio de año”.

La ironía de todo lo anterior es que no existe ninguna garantía de obtener ganancia por la inversión. No importa cuánto hayas dormido, si invertiste en el producto de moda, si el cuerpo está exhausto, si se sufre un accidente, o si se tuvo que hacer un doble esfuerzo al atender el local y seguir las clases en televisión.

Reitero, no hay garantía de salir beneficiado.

Entonces, ¿es un oficio fácil?