Por: Redacción

Como uno de los grandes fotógrafos de América Latina, quien logró enriquecer la historia de la fotografía moderna y de personalidad extraordinaria, describió Miguel Ángel Florez Góngora al artista Leo Matiz (Aracataca, Colombia, 1 de abril, 1917, Bogotá, 24 de octubre, 1998).

Al impartir la conferencia La poética de Leo Matiz, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el biógrafo del artista se refirió a la niñez de Leo Matiz en Aracataca, Colombia, su trayecto de casi dos años para llegar a México, sus primeros días en nuestro país, y su amistad con Agustín Lara.

Florez Góngora indicó que fue desde su infancia que el artista de la lente construyó el prisma de su personalidad creativa y la trayectoria de su misma vida.

“Es importante situar a Matiz en el contexto de una Colombia bajo una hegemonía conservadora en la que se logra consolidar su primera constitución nacional, lo que da una serie de consecuencias en la vida social, cultural y artística de aquel país.

“Leo Matiz crecerá en un contexto de campamentos que marcaban las condiciones de vida de los trabajadores, de las bananeras, los cultivos de cacao. En su memoria siempre tuvo al paisaje del río Magdalena y las grandes valles alrededor, lo que le enseñó a mirar el viaje de la luz sobre los objetos”, apuntó el gestor de la Fundación Leo Matiz.

En su opinión Matiz mantuvo un diálogo permanente e intuitivo con la luz. “Llegó a mucho sitios y primero observaba, si no era necesario hacer alguna fotografía no la realizaba, pero tenía la paciencia de levantarse muy temprano al día siguiente y mirar cuál era la calidad de la luz, eso lo convertía en un estratega de la luz”.

Indicó que Leo Matiz aprendió a tener paciencia y a trabajar con la luz del trópico, difícil y diferente a la mexicana, porque no define a los sujetos, no los contorna ni los precisa. “La luz mexicana sí los contorna y los precisa, por eso Matiz aprendió a amar tanto la luz de México”.

De su periodo adolescente, Florez Góngora se refirió a su viaje a Bogotá y su ingreso a la Escuela de Bellas Artes, en 1935, donde conoció a caricaturistas. “Él ya era un artista que hacia dibujos, pinturas y caricaturas, eran su refugio pues le daba miedo hablar, ya que tartamudeaba”, compartió.

En la charla, expuso que en el año 1938 el director del periódico El Tiempo, Enrique Santos “Calibán”, estimuló a Matiz para realizar fotografías, regalándole su primera cámara fotográfica, una Roylander.

Sobre esa anécdota, Alejandra Matiz, hija del colombiano, dijo que esa acción fue decisiva en la vida de Matiz. “Inició su carrera fotográfica con la experimentación de hacerse autorretratos. El no quería ser fotógrafo, fue de cierta forma obligado y tuvo que aprender”.

En el evento Miguel Ángel Florez dio lectura a dos capítulos del libro La metáfora del ojo, que publicó en 1998, a partir de conversaciones que mantuvo con el artista.

“Leo Matiz vivió con intensidad, con un compromiso por documentar y registrar el mundo. A través de su vida de fotógrafo construyó parábolas visuales a través de su cámara. Cuando llegó a México, estaba dispuesto a triunfar”.

Leo Matiz: el muralista de la lente, se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, Justo Sierra 16, Centro Histórico. Horario: martes de 10:00 a 20:00 horas. Miércoles a domingo de 10:00 a 18:00 horas. Admisión general: $50. Los martes la entrada es libre.