Por: César Dorado/ 

Su pasión por el paisaje y su curiosidad indomable, llevaron el nombre de Gerardo Murrillo, conocido popularmente como Dr. Atl, a ser reconocido como uno de los pintores mexicanos más destacados en el mundo del arte nacional e internacional. La pasión por la naturaleza, una interacción amplia con las nuevas corrientes estéticas, filosóficas y un afín por la crítica política, dejan que el nombre de Atl transcienda en una obra manchada por tonos intensos y, casi siempre, evocando a la fuerza de los volcanes.

Nacido en Guadalajara, Gerardo Murillo Cornadó comenzó a estudiar pintura con Felipe Castro y más tarde se trasladó al estudio de Félix Bernardelli, mismo con quien comenzó a estudiar y conocer las nuevas vanguardias europeas. Su curiosidad y talento desbordado lo llevaron a mudarse a la Ciudad de México para profesionalizarse en la Escuela Nacional De Bellas Artes. Su preparación, excentricidad y destacado estilo hicieron que el gobierno porfirista le otorgara una beca para ir a estudiar al viejo mundo europeo.

La interacción con los nuevos pensamientos filosóficos, técnicas artísticas, más su acercamiento con las perspectivas sociológicas de Émile Durkheim y Henri Bergson hicieron de Dr. Atl un personaje que se apoyaba de las artes y otras disciplinas para plasmar un mensaje subversivo, aunque no retratara exactamente su ideales políticos. Su alumno y amigo, Diego Rivera, escribió en el texto “La increíble historia del Dr. Atl” que este “enseñó a ser insolentes a todos los jóvenes”.

Y es que desde su relación como jefe de propaganda de Venustiano Carranza, declarándose anti porfirista y así mantuvo un carácter duro que se oponía al régimen. Aunque en parte su rebeldía destacaba por acompañar a Carranza durante toda su trayectoria política, Dr. Atl también sobresalió como un artista rebelde cuando se manifestó en contra de una exposición que conmemoraba la independencia de México, pues es esta sólo tenía talentos españoles.

Para tranquilizar la protesta de Murillo, el gobierno decidió otorgarle tres mil pesos para disolver la manifestación del pintor, mismo dinero que aprovechó para hacer una exposición con el mismo tema de independencia pero con los pinceles de Diego Rivera, Francisco de la Torre y Ponce de León.

La obra del pintor mexicano ha destacado por su afinidad por los volcanes, mismos que en parte plasman parte de ese carácter enérgico de su autor como cuando retrató al Paricutín en plena erupción. Era tal la pasión de Dr. Atl por los volcanes que incluso al casi perder una pierna después de una expedición y respirar los gases tóxicos de ellos seguía sintiéndose atraído por su inmensidad y colorido.

“Prosista y poeta, vulcanólogo, botánico, minero, yerbero, astrólogo, hechicero, materialista anarquista, totalitarista…” dijo de él Diego Rivera. Y si es cierto que la vida de Atl estuvo empapada de aventuras intensas, enérgicas pasiones amorosas y una larga trayectoria pictórica, en parte, México y sus paisajes fueron enaltecidos por su estilo tan mágico, colido y explosivo.