Por Arnulfo Roque Huerta

Es bien sabido por todo estudiante de la orbe que las escuelas son el escenario perfecto para toda clases de espíritus chocarreros, apariciones y demás fenómenos paranormales; las leyendas son variadas según la escuela y las generaciones que las pueblan. Invariablemente una de las más famosas historias de terror en el colegio es que éste había sido un panteón mucho antes de ser una institución educativa; otra leyenda famosa tiene como sede los baños, donde supuestamente murió un niño o niña (el género del difunto puede variar según quien lo cuente) y en ocasiones se les ve caminar en busca de venganza.

En algunas escuelas se escucha que el uso de suelo anterior era un manicomio, donde los enfermos sufrían de torturas dolorosas e inhumanas, por ello cuando un incauto alumno se encuentra solo en un salón puede escuchar los gritos y quejas que erizan la piel hasta del más valiente. Y qué decir de la leyenda del antiguo conserje loco quien mataba a los niños, el cual al ser descubierto y antes de ser encarcelado se suicidó, prometiendo que aun muerto seguiría tras los estudiantes, por ello se le puede ver en los patios y los pasillos buscando víctimas infantiles.

Siendo pues las escuelas el lugar favorito de los fantasmas, los famosos juegos de miedo no se hacían esperar. Sacar las estadísticas de cuántos alumnos jugaron la ouija en el aula sería muy complicado pues aunque no todos se atrevían a jugar, la curiosidad lograba que todos o casi todos observaran la sesión de preguntas realizadas a un desconocido ser de ultratumba, quien gustoso contestaba; bueno, no siempre estaba tan gustoso, pues según los organizadores del juego (quienes creían saber todo sobre demonología) había algunos participantes que no le agradaban al espectro para jugar, las razones podían ser muchas pero si aquel espíritu no quería responder, no había forma de lograr su manifestación.

Otro de los juegos favoritos de los amantes del susto se llevaba a cabo tomando tres colores de madera por persona (en mis tiempos de la marca “blanca nieves” o “mapita”), éstos se agarraban con ambas manos de tal forma que uno de ellos se colocaba horizontal y los otros dos colores se tomaban de los extremos, formando así la mitad de un rectángulo; la contraparte la hacía un compañero quien trataba de unir los extremos de sus colores a los del otro participante para posteriormente preguntarle a un tal “Miky” si quería jugar, éste contestaba moviendo los colores hacia la derecha si su respuesta era un “sí” o a la izquierda para un “no”, aunque al parecer existen sus variaciones según la escuela donde se practicaba.

Las nuevas generaciones colocan los lápices en forma de cruz sobre una hoja a la cual previamente le han escrito “sí” o “no”, solamente que el anfitrión de este juego es un tal “Charly, Charly”.

Claro que las niñas de este colegio no serían la excepción en cuanto a historias de terror en el internado, pues ellas contaban, cuentan y seguirán contando de una pequeña que deambula por los largos pasillos de la escuela; algunas dicen que en las regaderas la susodicha fantasma se aparecía para darles sendos sustos a las chicas mientras terminaban de ducharse. ¿Pero cuál era la historia de este ente maligno?

En esta ocasión Ana fue la encargada de revelarme la historia: algunas generaciones atrás (no se sabe con exactitud cuántas) había sido estudiante del colegio una niña solitaria y retraída, la cual no hablaba con nadie, pocas conocían su voz, se alimentaba poco, casi no dormía, tenía siempre la mirada perdida y aunque todos la miraban con extrañeza claro está, nadie supo jamás cuáles eran los motivos de su interno sufrimiento.

Una noche de intensa lluvia la vieron caminar por el campo de soccer, los truenos en el cielo eran espantosos e inmediatamente las ventanas se llenaron de curiosas que la observaron caminando al parecer sin dirección; cuando alcanzó el centro del terreno de juego se escuchó un estruendo infernal y quienes veían la escena quedaron segadas por el resplandor de aquel rayo que arrebató la vida de la misteriosa niña. Ahora que se aparece y asusta me pregunto yo: -¿Es un fantasma ahora o siempre lo fue?

Día a día en los salones de clase existen tantos fantasmas quienes arrastran cadenas invisibles; pero dichas cadenas nadie las llega a conocer, como el caso de aquella niña. Muchos alumnos sufren solitarios, sin hablar con nadie, cargando con problemas que no les corresponden siendo tan pequeños. Creo firmemente que en las escuelas hay muchos fantasmas: algunos son olvidados sin más desde pequeñitos, hay quienes son completamente invisibles para su familia, de otros se escucha de sus suicidios o repentinas muertes por causas desconocidas y no necesitaron morir físicamente para ser fantasmas pues siempre fueron ignorados y abandonados por su familia, escuela y sociedad.

David Mitchell autor del libro “Cloud Atlas” escribió una interesante frase que reza: “La mente siente horror del vacío y acostumbra a poblarlo con fantasmas”. En verdad, cuánto vacío existe en el corazón de muchos chicos quienes buscan llenarlo de fantasmas que los atormentan de día y de noche; hoy profesores y alumnos podemos ayudar a llenar esos corazones de cosas positivas y destrozar sus fantasmas para que tengan una niñez y juventud llena de abundante vida.