Por: Israel Mendoza Pérez/

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) tamborilea su marcha de guerra interna. En sus más de 40 años de existencia es la primera vez que un gobierno exhibe la existencia del ala moderada y los radicales, a final de cuentas, estos últimos, utilizados para la negociación en los sótanos del poder. Ahora a través de un acuerdo con las televisoras, la cuatroté está en ciernes de desplazar la enseñanza tradicional y por añadidura a los maestros disidentes y radicales.

A quienes se les consideraba los aliados del proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador califican como un modelo insuficiente a través de las medidas de virtualización de la educación para responder a las necesidades impuestas por la crisis sanitaria. Además, no están de acuerdo con la educación virtual y a distancia, que con la denominación de híbrida les imponen en las siguientes semanas.

Por lo menos la Sección 9 de la Ciudad de México y una facción de la 22 de Oaxaca radicalizan su posición. Ellos recriminan la ausencia de un protocolo funcional que dé garantía de la seguridad laboral, física, emocional y sanitaria para la totalidad de las comunidades educativas, incluida la población con discapacidad u otra condición de vida.Pero la disputa viene en dos partes. Primero es una lucha interna en las entrañas de la coordinadora ya que una facción ya tuvo acercamientos con el Gobierno Federal mientras que los más radicales mantienen la línea del rechazo. Aquí de nueva cuenta viene la negociación-chantaje a la que está acostumbrada a recurrir la cúpula de la CNTE. Eso los exhibirá aún más.

La facción ultra del magisterio ha jugado un papel de poder fáctico en el escenario político. La coordinadora “obediente” tiene una cercanía con el poder como nunca lo había conseguido. Son los moderados quienes desde el inicio de este gobierno encontraron un lugar con privilegios. Se dejan apapachar por los espacios conseguidos y prefieren vivir días de gloria.

Creada en 1979, la CNTE se ha caracterizado por ser una agrupación encargada de conquistar espacios gracias a la presión, a los bloqueos por días, meses y a las mentadas de madre en la calle.

Los dirigentes reducen el debate a los gritos y a bloquear, lo mismo vías de comunicación, plazuelas o las puertas de San Lázaro. Cualquier punto es susceptible a su política del chantaje.

La dirigencia de Morena les dio cobijo y tiene claro que los integrantes de la CNTE son unos aliados de conveniencia que es mejor que no brillen o tengan mayor escaparate. A final de cuentas son esa parte de la CNTE quien se siente aliada de facto por una “afinidad ideológica” mal entendida.

En la Cámara de Diputados, la CNTE tiene una presencia y ocupa al menos 19 curules. Se ostentan a nombre de Morena. El diputado y exdirigente de la Sección 22 de la CNTE en Oaxaca, Irán Santiago Manuel, tiene ubicados a los doble militantes tanto de la CNTE como del partido en el poder. Y ahora, con la teleeducación, los moderados, a través de los radicales, van a ver que más le sacan a la cuatroté rumbo a 2021. Veremos