Por: Vicente Flores Hernández

Muchos mercados emergentes a nivel mundial han visto caer sus monedas mientras Estados Unidos se aproxima al aumento de tasas de interés en casi una década, lo cual tendrá una consecuencia en las empresas de los mercados emergentes que incrementaron considerablemente su crédito desde la crisis.

Las compañías nacionales aprovecharon el fácil acceso a los mercados internacionales después de la crisis de 2008, donde se emitieron un volumen sustancial de bonos corporativos, que ascendió para 2013 al 4.0 de del porcentaje del Producto interno bruto (PIB) aunque para 2014 descendió 3.1 por ciento, manteniéndose el promedio desde el 2008 hasta el 2014 en 2.3.

La emisión de bonos se utilizó en gran medida para reducir los costos del crédito (refinanciando a tasas de interés más bajas) y prolongar la estructura de vencimientos de la deuda.

Apenas el 10 por ciento de los bonos corporativos vencen en 2015 y 2016, mientras que la mayor parte vence en 2020 o más tarde. Esto debería apuntalar la posición financiera de las empresas mexicanas y volverlas más sólidas a choques. Sin embargo, alrededor de dos tercios de la emisión neta estuvo denominada en moneda extranjera, lo que podría hacer al sector más vulnerable a una depreciación del peso.

De acuerdo con el estudio realizado por dialogoafondo.org existió un aumento del 30 por ciento en los costos del crédito, una reducción del 20 por ciento de las ganancias y una depreciación del peso mexicano del 30 por ciento frente al dólar de Estados Unidos  y del 15 por ciento frente al euro.

Durante la crisis financiera mundial, el aumento promedio de los costos del crédito entre las empresas mexicanas fue del 10 por ciento, la reducción mediana de las ganancias fue del 20 por ciento, y la depreciación del peso frente al dólar llegó al 30 por ciento durante los primeros seis meses de la crisis.

Estos choques debilitarán la capacidad de las empresas en cumplir con los pagos de la deuda.

En México, el crédito al sector privado como proporción de PIB es relativamente bajo en comparación con otros mercados emergentes, si bien el crédito viene creciendo a un ritmo sostenido en los últimos años.

Esto se debe a una serie de factores; entre ellos, un extenso sector informal, dificultades en la reposesión de garantías y una historia de crisis bancarias en las décadas de 1980 y de 1990.

Por ende, México enfrenta el reto de promover la profundización financiera y proteger al mismo tiempo la estabilidad financiera. La reforma financiera implementada hace poco busca abordar algunos de los impedimentos estructurales a la expansión del crédito, para lo cual establece condiciones más estrictas de declaración a los organismos de crédito, simplifica la transferencia de préstamos hipotecarios y cuentas personales entre bancos, y fortalece la protección del consumidor.