• En el confinamiento es posible reducir varias reacciones negativas y construir otras más adaptativas, a fin de lidiar con síntomas depresivos, señaló el experto.

Por: Redacción/

El confinamiento debido a la pandemia por COVID-19 no se va a normalizar en los próximos meses, por lo que debemos procurar un comportamiento adaptativo que nos ayude a manejar el estrés y prevenir la depresión en casa, afirmó Juan José Sánchez Sosa, profesor emérito de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

Al referirse a algunas medidas para reducir la tensión acumulada que propicia el encierro, también sugirió desarrollar una actitud de autocuidado donde -además de las medidas de higiene recomendadas por las autoridades sanitarias- hagamos un autoanálisis de lo que nos molesta y cómo podemos enfrentarlo.

Durante el primer conversatorio virtual “Depresión en tiempos de pandemia”, organizado por el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) y moderado por el director de esa entidad, Fernando Lozano Ascencio, destacó: vivimos un estrés crónico por la cuarentena agregado a otro agudo causado por sucesos amenazantes.

“Nos amenaza dar positivo a COVID-19, tener síntomas, la enfermedad o el deceso de un ser querido y las noticias de un empeoramiento de la pandemia”, ejemplificó el también exdirector de la FP durante la transmisión desde el campus Morelos de la UNAM.

El estrés, explicó, es la tensión creada por un cambio ambiental interno o externo, el cual amenaza nuestra existencia organizada y requiere de adaptación inmediata.

Las reacciones documentadas son ansiedad, síntomas depresivos, enojo, violencia familiar, irritabilidad, intolerancia, hiperreactividad, problemas para concentrarse y gastrointestinales, así como insomnio y debilitamiento del sistema inmune.

Complicaciones y autocuidado

Según Sánchez Sosa hay otros factores que complican los efectos del estrés: evitar practicar nuestras habilidades interpersonales y tampoco buscar apoyo social, además del abuso de sustancias estimulantes o ansiolíticas para reducir la angustia, tales como alcohol, tabaco, cafeína, somníferos y automedicación de fármacos.

De igual forma, mostrar poca tolerancia a un malestar “normal” y a la incertidumbre; las interpretaciones catastróficas de la realidad o, en el otro extremo, minimizar lo que está ocurriendo.

El doctor en psicología sugirió implementar el autocuidado, una responsabilidad para todos los días a lo largo de nuestra vida, porque consolida estilos de vida sanos y factores protectores.

En el confinamiento es posible reducir varias reacciones negativas y construir otras más adaptativas, a fin de lidiar con síntomas depresivos, señaló el experto.

“Nos ayuda entender mejor lo que nos estresa: por qué me estresan, su importancia para lo que quiero en la vida, qué recursos tengo para afrontarlas y cómo afectan lo que pienso de mí”.

Un buen ejercicio es identificar lo que necesitamos y cuestionarnos qué quiero lograr, ubicar si hay algo concreto que cambiar o es sólo una idea. También ayuda nuestra capacidad de apoyo y regulación, y plantearnos qué le diría a un amigo si estuviera en la situación en que me encuentro, qué necesito ahora y qué puedo hacer para conseguirlo, planteó.

Entre las recomendaciones sugirió aumentar la actividad física, buscar nuevas actividades agradables sin afectar a otros, llevarlas a la práctica, conversar con familiares y amigos, además de evitar sustancias tóxicas o automedicarse.

De igual forma, cuidar la higiene del sueño (reducir la estimulación al acercarse la hora de dormir), practicar la respiración diafragmática y la relajación muscular; en caso de no sentir mejoría, buscar ayuda especializada.

En el conversatorio también participó Silvia Morales Chainé, coordinadora de los Centros de Atención e Investigación de la FP, quien presentó algunos resultados del Programa de Atención Psicológica a Distancia, el cual a partir de marzo prestó servicio a 105 mil 426 personas.

La experta dio a conocer que 549 profesionales de la salud participaron en asesorías de autocuidado, 92 mil 281 personas recibieron cuidado comunitario informal, cifra que comprende público en general y comunidad UNAM. En el cuidado primario para la salud física y mental se ofrecieron tres mil 655 asesorías vía directa, mediante conmutador virtual.

Además, se brindaron siete mil 341 servicios psiquiátricos en hospitales generales sobre estrés agudo o postraumático, ansiedad y consumo de sustancias psicoactivas; dos mil 149 servicios especializados sobre violencia, riesgo de autolesión e intentos de suicidio. “A través del conmutador virtual se atendió a 164 personas por riesgo de autolesión o intento de suicidio”, detalló.

El servicio para universitarios es de lunes a viernes, de 9:00 a 18:00 horas, en el número telefónico 55 50 25 08 55 y de 9:00 a 20:00 en el 55 53 50 72 18 y 800 461 0098.

La población general puede llamar en los mismos horarios y días a los números 55 56 55 30 80, 55 52 59 81 21 y 55 56 22 22 88; 800 953 1701; 800 911 2000 y 800 710 0900