Por: Redacción/

Más que líderes, un país necesita un proyecto de nación que incluya a todos los actores posibles: Venezuela es ejemplo de ello, pues todos están dispuestos a ceder y a tratar de satisfacer las necesidades reales de la población, coincidieron expertos del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

El intento fallido de golpe de Estado al gobierno de Nicolás Maduro, encabezado por Juan Guaidó el pasado 30 de abril, durante el cual fue liberado el principal líder opositor Leopoldo López –quien a su vez había permanecido preso por cinco años—, genera una nueva etapa en el conflicto, donde la población ve su economía y salud cada vez más afectadas.

José Briceño, de origen venezolano e investigador de la UNAM, destacó que ahora, además de enfrentar la amenaza de represalias del gobierno de Maduro, también se enfrenta el costo político por la forma en que se liberó a López, además de la desmovilización de la gente que está cada vez más desilusionada por la falta de resultados.

“La figura de Leopoldo López en todo este proceso es clave, por eso liberarlo es la primera cosa que hicieron; pero pese a que tiene muchas simpatías dentro del sector opositor y del sector chavista, se le ve sólo como una parte importante de la transición, no como para liderar una nación por años”, enfatizó el especialista.

El mayor problema, añadió Fernando Neira Orjuela, es que más que líderes, lo que necesitan las naciones de América Latina es construir proyectos de nación donde se involucren diferentes actores, pues cuando esa figura cae lo hace con todo lo que representaba y la estructura que sobre él se cimentó, y como ejemplo está la situación que actualmente enfrenta el expresidente brasileño Lula da Silva.

Se requiere “un proyecto de nación donde participen diferentes actores. América Latina ha sido un mosaico de posiciones sociales, políticas y económicas, y ningún actor político que desee gobernar debe desconocer a esos otros actores”, enfatizó.

Son necesarios procesos institucionales que lleven a gobernar a un grupo completo con creencias, valores, culturas y representaciones. La figura política debe representar un proyecto de gobierno y eso es algo que urgirá una vez que se haya terminado el conflicto actual, dijo.

Ambos especialistas recordaron que los hechos del 30 de abril pasado hablan de un proceso de conspiración negociada entre los chavistas y la oposición, y muestra de ello es que tanto Maduro como su jefe de las fuerzas armadas tardaron casi todo el día en ofrecer una postura oficial sobre el movimiento.

Durante años, para “solucionar” los conflictos que ha enfrentado Nicolás Maduro al frente del gobierno de Venezuela se ha recurrido al desgaste de las protestas (como se ve en la actualidad), a la institucionalidad del poder judicial, al apoyo militar institucional y a denunciar la injerencia de Estados Unidos.

En este proceso se ha visto cómo cada vez más gente está en contra del gobierno de Maduro: según encuestas, 80 por ciento de la población quiere que se vaya, lo que no implica que deseen terminar con las políticas chavistas.

Durante la conferencia de medios “¿Qué sucede en Venezuela?”, en la sala Leopoldo Zea, del CIALC, Briceño destacó que muchas de las políticas promovidas por Hugo Chávez siguen siendo parte de las aspiraciones de la gente para una mejor nación, pues sin importar cómo se logró, ellos tenían educación, recursos financieros y salud, lo cual no se tiene en este momento.

El investigador señaló que el enfado de la población se debe a que consideran que Maduro ha traicionado los ideales chavistas y por eso debe salir del poder.

“No se aceptará un gobierno que trate de cambiar todo radicalmente, pues suficiente se tiene con los actuales flujos migratorios donde la gente prefiere salir caminando de su país a continuar en la situación actual”, concluyó Briceño.