• Al parecer fue un error haber cedido a las pretensiones de Lozoya Austin aceptando que fuera testigo colaborador, cuando es una pieza clave.

Por: Israel Mendoza Pérez/

Desde hace 10 días, con la extradición de Emilio Lozoya, director de Pemex, se espera un “temblor político” a nivel nacional. La “alerta sísmica” de la cuatroté la encendió el senador Ricardo Monreal; sin embargo, lo exhibido hasta hora son filtraciones, conjeturas y violaciones a la secrecía de la investigación. El caso se politiza. La oposición señalada ya reaccionó y los supuestos implicados ya están sobre aviso.
La cruzada anticorrupción del gobierno de la cuatroté rechaza los pactos de impunidad. Eso en el discursos. Aunque las acciones y las recientes declaraciones filtradas exhiben que no habrá un antes y un después en el caso Odebrecht y el juicio contra el pasado neoliberal no será histórico. Al parecer fue un error haber cedido a las pretensiones de Lozoya Austin aceptando que fuera testigo colaborador, cuando es una pieza clave. De acuerdo con la encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica 59.9% de los consultados está muy en desacuerdo con que Lozoya quede en libertad por su cooperación en caso de sobornos de la empresa brasileña. Por este punto de inflexión, el caso descafeinó.
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador apostó por tener en las cuerdas al PRI, PAN y PRD. Sin embargo, los deslindes de la oposición y la lentitud en la que se maneja el caso Lozoya les dio tiempo de tener armada la estrategia para el control de daños en lo futuro.
Por el momento, se ha utilizado el caso Emilio Lozoya Austin con fines políticos y tintes electorales y todo se queda en la arena mediática y de las “benditas redes” ya que se sólo hay en la atmósfera acusaciones sin pruebas, las cuales violan la secrecía de la investigación. Lo demás queda en el anecdotario.
En este momento, el caso está en la línea peligrosa en lo que es el uso de la justicia como instrumento de propaganda y el ataque a los adversarios con miras al 2021. Por ello es que en estos 10 días sólo se ha pasado a la arena del peloteo y no hay pruebas firmes. Lo riesgoso es que se debe respetar la presunción de inocencia y cuidar el debido proceso. De lo contrario se corre el riesgo de que se le dé vuelta al caso. Sin embargo, los excesos se han desbordado por tener a un integrante del sexenio pasado en la palestra del juicio social. Aunque algunas piezas se zafan con facilidad. Cuando se creía dar un golpe al sexenio pasado y al PRI, el dirigente de ese partido, Alejandro Moreno Cárdenas, negó que Emilio Lozoya fuera militante de ese instituto político.
La oposición se encuentra lista para lo que “cante” Lozoya. El problema es que la expectativa es alta y si el gobierno no entrega un lingote derivado del caso Odebrecht, el “sismo político” puede terminar en un “microsismo”.