Por: Jessica Ramírez/

La violencia se aprende y no debería ser un acto considerado como ¨normal¨. Los actos violetos comparten el ejercer sometimiento, control y poder a una persona. Durante siglos la violencia ha sido parte de la vida cotidiana, la cual notamos en películas, novelas, series, literatura, música, etc. Por esta razón, no nos percatamos que también violentamos con burlas sobre el físico de alguien, cuando ignoramos, jalamos el cabello, damos “golpecitos” que dejan lesiones e inclusive el hablar con palabras hirientes (siempre y cuando nuestro objetivo sea lastimar y obligar a otros hacer lo que deseamos).

La violencia a la mujer es un problema de salud bastante complejo, que tiene como consecuencias lesiones, heridas, fracturas, embarazos no planeados, abortos, infecciones de transmisión sexual, relaciones sexuales dolorosas, depresión, trastornos del sueño o alimenticios, trastornos de estrés postraumáticos, intentos de suicidio, abuso en el consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias, elección de parejas abusivas, baja autoestima, etc.

Es probable que esto lo veamos complicado de entender, porque no comprendemos totalmente la situación que viven y porque socialmente no se suele apoyar a las víctimas, sino que se les responsabiliza y culpan por la violencia, un ejemplo sería ¨es el papá de tus hijos¨,¨¿qué vas a hacer sola?¨,¨si te está celando, es porque te quiere¨,¨no exageres¨,¨él va a cambiar, pero dale otra oportunidad¨,¨es que lo provocaste¨. Es erróneo pensar que a las mujeres les agrada y disfrutan de la violencia.

Algunas de las razones por las cuales las mujeres sobrellevan los maltratos es porque dependen económicamente o emocionalmente, el miedo las mantiene paralizadas, por estar con sus hijos piensan que el maltrato es normal y por desconocimiento a sus derechos.

Estas mujeres pasan por un ciclo de violencia, que dificulta que puedan encontrar una solución o salida. Leonor Walker se dedicó a estudiarlo e identificó 3 fases. La primera es la acumulación de tensión, en donde hay problemas, pero se suele ceder, la segunda es la explosión de la violencia que se caracteriza por haber golpes, heridas, abuso verbal, sexual, humillaciones o la muerte. A la tercera fase se le conoce como reconciliación o luna de miel aquí, la pareja se disculpa, da muestras de amor, niega la violencia y da pretextos como ¨es que venía con unas copas de más¨, ¨me hiciste enojar¨, ¨estoy estresado por…¨, ¨no va a volver a pasar¨, ¨no te pegué¨. Es común que prometa que no va a volver a suceder, pero desafortunadamente este ciclo se repite y no hay cambios.

Quizás nos preguntemos ¿Por qué las mujeres no se van o piden ayuda ante la violencia? Para contestar esta pregunta debemos hablar de la indefensión aprendida, la cual es un estado en donde se siente que los hechos que viven son incontrolables y no se puede hacer nada, porque cuando se intenta algo nuevo el resultado es el mismo.

Es común que presenten pasividad, incompetencia, frustración, tristeza y sentir que no pueden resolver problemas. También existe la adaptación paradójica, que quiere decir que las mujeres mantienen una unión de amor con su pareja, justifican sus actos, piensan que son las responsables y aceptan los arrepentimientos y disculpas, trayendo como consecuencia que, en caso de haber denunciado retiren la misma. Ellas se enfrentan a un vínculo con el maltratador que impide que se le abandone o denuncie. Cabe mencionar que esto no significa que la situación de la mujer no pueda cambiar, sino que ella debe realizar un proceso personal (en donde puede haber recaídas) para liberarse de la violencia, claro que también la acompañará la familia, amigos, personas cercanas y profesionales.

A lo largo de este texto hablamos acerca de lo que sucede en las relaciones de violencia y las razones por las cuales las mujeres no pueden liberarse fácilmente. Es probable que se les critique por su actuar, pensar y sentir, sin embargo, hay que entender que cada mujer tiene una historia propia, principios, educación y maneras distintas de afrontar los problemas. Ellas no son culpables por la violencia que se les ejerce, pero sí son responsables de identificar que viven violencia, buscar y pedir apoyo para prevenir o tener relaciones sanas.

Jessica Ramírez es licenciada en Psicología, brinda terapias psicológicas individuales a niños adolescentes y adultos, también imparte talleres para reconocer y controlar emociones e identificar la violencia en pareja. Si te interesa su apoyo psicológico puedes contactarla a través del correo: ramivpsic@gmail.com