• La presencia femenina en la academia ha aumentado, pero persisten factores sociales y culturales que aun cuando no son explícitos.

Por: Redacción/

El mundo no puede privarse de la inteligencia y la creatividad femeninas en el ámbito científico, por lo que las menores de edad interesadas en la investigación deben estar convencidas de que poseen todas las capacidades para desempeñarse en cualquier disciplina y alcanzar el desarrollo profesional y personal, declararon académicas, con ocasión del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Mariana Peimbert Torres, Cynthia Gabriela Sámano Salazar, Carmina Barberena Jonas y Xiomara del Carmen Enríquez Méndez, todas ellas consagradas a la indagación, emitieron este mensaje en un conversatorio virtual organizado por la Unidad Especializada en Igualdad y Equidad de Género de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La doctora Sámano Salazar –profesora del Departamento de Ciencias Naturales de la citada sede de la Casa abierta al tiempo– consideró fundamental avivar las inquietudes de ese segmento de la sociedad para que, llegado el momento, pueda seguir el campo de estudio que de su gusto, lo que conseguirá con “disciplina, dedicación y perseverancia, aunque si en ocasiones las cosas no salen bien, también deberá ser tolerante a la frustración, darle la vuelta y continuar”.

Barberena Jonas, estudiante de posgrado en el Laboratorio Nacional para la Diversidad Genómica, dijo que optar por una licenciatura científica no es, tal vez, el camino más fácil, porque “habrá un par de piedras que tendrán que esquivarse”, pero vale la pena saber lidiar con eso, porque el rubro encierra grandes recompensas y satisfacciones.

A veces surgirán “dudas respecto de nuestras capacidades y será preciso superarlas para no perder la oportunidad de realizar lo que a cada quién gusta y, a su vez, no dejar que el mundo desaproveche las aportaciones femeninas desde áreas diversas.

Más allá de elegir entre la antropología o la neurociencia es básico no olvidar que las condiciones adversas no imponen límites, pues junto a ellas en todos los países hay una comunidad de mujeres que las apoyarán y “cada vez más nos convencemos de que somos una fuerza potenciadora para transformar el mundo, así que no duden de sus capacidades y busquen la forma de ejercitarlas; si no es dentro de la academia pueden seguir haciendo indagación y cambiando el mundo desde muchas otras prácticas”, enfatizó la socióloga Enríquez Méndez.

La doctora Peimbert Torres –docente del Departamento de Ciencias Naturales de la Unidad Cuajimalpa y especialista en ingeniería de proteínas– subrayó la pertinencia de reflexionar sobre cuál es su sueño, qué es lo que en verdad anhelan y si es en este sector, “bienvenidas, aun cuando suele haber días malos y a veces la sociedad no nos ayuda mucho, por lo que hay que mantener nuestras convicciones y la determinación para seguir adelante”, afirmó.

Las investigadoras propusieron recapitular lo sucedido a partir de 2015, cuando la Organización de las Naciones Unidas estableció esta fecha con la meta de avanzar en el acceso y la participación plena y equitativa de las mujeres y las niñas en las ciencias, donde la presencia del género sigue siendo escasa.

La conmemoración debe servir también para sensibilizar al mundo entero, porque persiste una gran brecha respecto de quienes se dedican a esta rama del conocimiento y “eso es lo que se debiera erradicar”.

Las diferencias de género socialmente construidas no deben ser una limitante de las capacidades personales, pues a lo largo de la historia han existido grandes estudiosas que han contribuido al desarrollo de distintas profesiones y es preciso recordar en esta fecha que este ámbito es una opción para las niñas y, no obstante, las dificultades, es divertido y gratificante.

La presencia femenina en la academia ha aumentado, pero persisten factores sociales y culturales que aun cuando no son explícitos, dificultan su camino, por lo que “necesitamos ser conscientes de esta situación y pugnar para que las próximas generaciones tengan acceso equitativo a la educación y, por tanto, a la posibilidad de dedicarse al quehacer científico.