Por: Redacción

La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Angélica de la Peña Gómez, aseguró que no es suficiente conocer, comprender, identificar y ejercer los derechos humanos para garantizarlos, porque la única manera en que esto puede suceder, es que quienes estén en los espacios de poder lo hagan.

Lo anterior, al participar en la presentación de los títulos “La sociedad mexicana y los derechos humanos” y “Percepciones, pobreza, desigualdad”, correspondientes a la colección “Los mexicanos vistos por sí mismos. Los grandes temas nacionales”, de la UNAM, que se presentó en el Senado de la República, como parte de los festejos del Centenario de la Constitución de 1917.

Sobre el resultado de la Encuesta Nacional de Derechos Humanos, Discriminación y Grupos Vulnerables, Luis de la Barreda Solórzano, autor del libro “La sociedad mexicana y los derechos humanos”, subrayó que algunos resultados de la encuesta son sorprendentes, otros previsibles, mientras que otros hacen ver que falta mucho por avanzar en una cultura de los derechos humanos. No obstante, advirtió que el cumplimiento de la ley es la única condición para que se respeten los derechos humanos.

Entre los más inquietantes, dijo, se encuentra el relativo al derecho a manifestarte, en el que todos están de acuerdo en que se debe respetar pero con un límite y resalta que 96 de cada 100 mexicanos creen que es válido agredir a un policía en una manifestación pública.

Otro punto importante, consideró, es el que tiene que ver con la pena de muerte, ya que a pesar de que considera que la pena de muerte vive su ocaso en el mundo, en nuestro país la mayoría absoluta de la población estaría de acuerdo en que se implantara para los delitos graves, a pesar de que se ha demostrado que no sirve como disuasivo de los potenciales delincuentes.

Los temas relativos a aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo, son otros factores que llamaron la atención del ex dirigente del investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, pues en el primer caso, se encontró que la mayoría relativa de los encuestados creen que una mujer que aborta debe ser castigada; 24 por ciento de la población está de acuerdo y 18 por ciento muy de acuerdo.

Asimismo, señaló que 4 de cada 10 mexicanos están en desacuerdo en que se permita el matrimonio entre personas del mismo sexo, y la cuarta parte de la población estaría de acuerdo en que se penalizaran las muestras públicas de homosexualidad.

Por otra parte, Israel Manuel Banegas González, coautor del libro “Percepciones, pobreza, desigualdad”, en el que se exponen los resultados de la Encuesta Nacional de Pobreza, resaltó que los mexicanos, a nivel nacional y sin diferencia por estrato económico, edad, género consideraron que ser pobre extremo es la falta de recursos para salir adelante y no tener para comer.

Sobre la pobreza en general, añadió, se muestran diferencias por grupos etarios, sin importar estrato socio económico; los jóvenes apuntan a que ser pobre es no tener trabajo, mientras que los papás mencionan que es no tener un hogar; y enfatizó que la inquietud manifiesta de los jóvenes es no conseguir trabajo.

Sara María Ochoa León, también coautora, destacó que en lo relativo al trabajo y percepciones de bienestar, y pobreza y política social, los mexicanos consideraron que tener mejores salarios y más empleos es la forma de acabar con la pobreza, no obstante, 6 de cada 10 consideraron que los programas sociales acostumbran a las personas a no trabajar.

Además, señaló que 64.5 por ciento satisfechos o muy satisfechos con su trabajo, lo cual, llama la atención porque en la misma muestra, se encontró que hay una alta precariedad laboral, alta informalidad, bajos salarios, presencia de trabajo no permanente y a tiempo parcial. Asimismo, destacó que contrario a dicha satisfacción, se encontró que los mexicanos no están muy satisfechos con los ingresos que reciben.

Respecto a la movilidad intergeneracional de clase, la coautora de la obra, Iliana Yaschine Arroyo, indicó que 19 por ciento de los mexicanos consideró que tienen una mejor situación de clase que la que tuvieron sus padres, en tanto que 70 por ciento percibe inmovilidad y 10 por ciento percibe que se encuentra en una clase social menor a las de sus padres. De los que perciben una movilidad ascendente, 2 de cada 10 consideran que solo se movieron a la clase contigua.

Es decir, que 7 de cada 10 personas perciben que la sociedad en la que vivimos ha permanecido estática, en términos de clase social, pues no se han movido de una generación a otra. En tanto a la movilidad económica, señaló que cerca de 6 de cada 10 manifestaron que mejoró su situación económica respecto a sus padres; sólo 12 por ciento percibió inmovilidad y 32 por ciento movilidad económica descendente.

Esto refleja que la clase social engloba mucho más que la situación económica como tal, explicó. Al mismo tiempo subrayó que estos indicadores son muy importantes porque contribuyen a la legitimidad del sistema político, económico y social de un país, pues, una percepción favorable de movilidad social sirve para pensar en igualdad de oportunidades y en una sociedad más equitativa que contribuye a la cohesión social.

El coautor del libro, Delfino Vargas Chanes, planteó revisar los aspectos subjetivos para obtener un impacto en el diseño de políticas públicas, en el que se dé importancia al gasto público orientado a los individuos, quienes finalmente reciben el impacto económico y social de las políticas.

Destacó que en promedio en la nación se considera que el bienestar subjetivo tiene una escala medianamente aceptada por unos y regularmente aceptada por otros, pero en el caso de los grupos etarios, los jóvenes están satisfechos en el sentido de que “al menos tienen trabajo” a pesar de tener salarios y prestaciones precarias.

Además, resaltó que los grupos mayores de 50 presentan puntajes de bienestar subjetivo muy bajos, principalmente porque la red social está desatendida, es decir, que no tienen donde pasar sus últimos años de vida de manera satisfactoria.