Por: Redacción/

La UNAM, a través del Instituto de Geología (IGL) y la Facultad de Química (FQ), participa en el mayor y más importante proyecto de remediación de suelos del país. Se trata de 432.6 hectáreas ubicadas al oeste de la ciudad de San Luis Potosí, contaminadas con arsénico, plomo y cadmio, y que hoy ya se encuentran rehabilitadas y listas para integrarse al desarrollo urbano.

El terreno, que fue un complejo metalúrgico de la planta de cobre de la compañía Industrial Minera México, será utilizado para impulsar proyectos de infraestructura para la capital potosina, como viviendas y comercios, con lo cual los beneficios serán incuantificables a largo plazo.

En conferencia de medios, Francisco Martín Romero, investigador del IGL, explicó que ese complejo inició operaciones en 1892, cuando no había población en los alrededores; pero con el tiempo, la mancha urbana lo fue rodeando hasta que se decidió desmantelar la planta, entre 2006 y 2010.

Un equipo multidisciplinario de científicos “hicimos una estrategia metodológica con el consenso de las autoridades ambientales”. Lo primero fue estudiar los residuos generados durante más de 100 años; en una segunda etapa, valorar si habían impactado al suelo, subsuelo o los cuerpos de agua; y en una tercera, aplicar recomendaciones para limpiar el sitio.

En septiembre de 2016 se aprobó el plan y la remediación prácticamente se llevó a cabo en un año, relató el especialista. Se recogieron los residuos contaminados y se acumularon en una especie de pirámide, en donde se almacenaron de manera segura.

Para que los desechos se queden ahí mismo y no sean trasladados a un lugar lejano –lo que reduce costos–, se utilizó un sistema multibarrera de protección: una barrera geotécnica (física, que impide la entrada de agua o que el viento erosione), geológica (con más de 100 metros de material impermeable para protección de los acuíferos) y geoquímica (que actúa en caso de fugas).

En otra etapa, refirió Martín Romero, se valoró el daño ambiental y el riesgo a la salud humana, para lo cual se trabajó con la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

El científico refirió que in vitro se determinó el grado de biodisponibilidad de plomo, arsénico y cadmio, los tres metales de interés en ese lugar, y que el predio podía ser integrado al desarrollo urbano siempre y cuando no se sobrepasaran ciertos límites de esos contaminantes. De las 432 hectáreas, 193 debían ser remediadas porque representaban un riesgo para la salud.

Ante esa problemática, el equipo de la UNAM propuso recoger los suelos que representaban un riesgo y almacenarlos de manera segura en un confinamiento en el propio sitio, o darles una estabilización química y dejarlos ahí, sin producir daño.

Luego de un muestreo final, con ayuda de un laboratorio acreditado, en julio pasado, con presencia de las autoridades federales y estatales, se dio por remediado el sitio, en donde ahora se iniciará la integración urbana. Además, se dará seguimiento a la remediación mediante el monitoreo del aire, suelo y agua.

Margarita Gutiérrez Ruiz, de la FQ, recalcó que para este tipo de proyectos la UNAM cuenta con un grupo interdisciplinario de especialistas, en donde colaboran geólogos, biólogos, químicos y arquitectos.

El aporte de la Universidad, el más importante, son los criterios, la metodología, destacó la responsable del Laboratorio de Biogeoquímica Ambiental de la FQ.

Asimismo, recalcó que la presencia de los científicos abarata los proyectos y optimiza los costos. “El conocimiento reduce gastos. Por ejemplo, si se sabe que el subsuelo es estable y que no hay posibilidad de contaminación del acuífero, no hay necesidad de colocar pozos de control”.

Finalmente, Martín Romero indicó que en el país hay varios sitios en donde se han hecho actividades industriales de ese tipo y que han entrado en su fase final. Ahí podría aplicarse esta metodología. Se trabaja en Taxco, Guerrero, para recuperar un sitio minero, y han sido invitados a otras plantas en Coahuila para valorar si se puede aplicar, tomando en cuenta las particularidades de cada sitio.

En el proyecto también participaron la Universidad de San Luis Potosí, Grupo México, autoridades ambientales federales y estatales, y varias firmas de consultores.