• Dos importantes personajes de la vida pública, ambos bajo la presunción de haber cometido graves delitos. García Luna exhibido con gran evidencia. Cienfuegos apenas detenido y ojalá no se pruebe su culpabilidad, porque sería un estigma para el Ejército Mexicano.

Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/

Dos altos funcionarios del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto han sido detenidos. Genaro García Luna, ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública, actualmente procesado en Nueva York por diversos delitos contra la salud y por delincuencia organizada. Y recientemente le general Salvador Cienfuegos Zepeda, acusado de cuatro cargos relacionados con el narcotráfico.

Dos importantes personajes de la vida pública, ambos bajo la presunción de haber cometido graves delitos. García Luna exhibido con gran evidencia. Cienfuegos apenas detenido y ojalá no se pruebe su culpabilidad, porque sería un estigma para el Ejército Mexicano, aunque un solo militar no representa a toda una institución, sin importar lo relevante de su cargo, lo mismo que no se puede juzgar a un país entero porque uno de sus ciudadanos sea un delincuente. Pero el uniforme pesa y pesa mucho en la imagen nacional, más porque se trata de la institución que ha gozado del mayor nivel de confianza por décadas.

La bomba.

La detención del general Salvador Cienfuegos Zepeda sin duda es un escándalo que pone en entredicho el prestigio del Ejército. Un ex secretario de la Defensa Nacional acusado de participar con los narcotraficantes nos lleva a las siguientes reflexiones:

Si la DEA, agencia norteamericana antidrogas, detiene al militar bajo diversos cargos criminales, es muy probable que cuente con los elementos suficientes para sostener su acusación.

Por lo visto, se desprende del proceso llevado a cabo contra el ex titular de seguridad pública federal, Genaro García Luna. Pero, ¿cuántos más? ¿es casual la encuesta para procesar a expresidentes? Con las acusaciones a estos importantes personajes (García Luna y Cienfuegos Zepeda), los reflectores apuntan directamente a dos expresidentes mexicanos: Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.

Sabemos que el crimen organizado tiene varias vertientes, no sólo las drogas, sino las armas, el lavado de dinero, el tráfico de personas, la piratería, etc. Pero es un negocio global de miles de millones. ¿Sólo dos hombres involucrados por narcotráfico y lavado de dinero?

Coincidencias.

No olvidemos que tanto en México como en Estados Unidos la contienda electoral está subiendo de tono. Y en ello lamentablemente lo que menos importa es la sociedad. En Estados Unidos y México se soslaya la grave crisis sanitaria que se vive y las consecuencias económicas y sociales que conlleva.

Lo curioso, que como atinadamente pide el presidente Andrés Manuel López Obrador, que la DEA aclare el papel que ha jugado en las actividades de los cárteles mexicanos . La propia agencia tuvo mucha relación con los ahora acusados, incluso ambos fueron condecorados por el gobierno norteamericano. Dada la capacidad de inteligencia de la primera potencia mundial, es muy improbable que fueran ajenos a la actividades de estos funcionarios y de otros.

El mandatario mexicano pide asimismo una autocrítica, porque sin duda Estados Unidos tiene una corresponsabilidad, no sólo en el tema del narcotráfico, porque bien sabido es que ese país es el principal consumidor de estupefacientes; además de que ha apoyado el tráfico de armas, que se incrementó a partir del programa Rápido y Furioso.

Raro. sólo cuando hay recursos financieros involucrados la justicia es muy expedita en Estados Unidos, el tesoro norteamericano incauta cuentas multimillonarias y valores a los delincuentes. Pero curiosamente no se observa que caiga ningún capo norteamericano, que evidentemente los hay. ¿Acaso el negocio ilícito sólo se tolera si es un monopolio nacional? Pregunto.

¿Y el gobierno de México?

La detención de Genaro García Luna y del general Salvador Cienfuegos Zepeda se hicieron en suelo norteamericano, a iniciativa de las autoridades de ese país. Y si bien resulta que han tenido indicios suficientes y seguramente sólidos, el gobierno Mexicano prácticamente se ha mantenido al margen, soslayando el deber que tiene como Estado de hacer cumplir la Ley, máxime cuando se trata de ciudadanos mexicanos que en el ejercicio de sus misiones como altos funcionarios del gobierno, son señalados como presuntos responsables de graves delitos del orden federal e incluso de la esfera internacional.

Y lo que se ha visto en ambos casos son sólo pronunciamientos políticos con fines mediáticos, deslindándose de la gran responsabilidad que como gobierno se tiene en un Estado de derecho, legítimo y democrático.

Los indicios están ahí, la Carta Magna lo estipula, los delitos deben ser perseguidos; la Suprema Corte de Justicia de la Nación define los delitos contra la integridad o el honor de la Nación Estado, de traición a la patria, que es la conducta de aquel que siendo depositario de la confianza de una institución obra deslealmente contra ella o sus intereses y puede considerarse crimen de lesa nación. Y el delito de traición es el de mayor gravedad y máximo deshonor al atentar contra los intereses supremos de México. Y el Código Penal Federal que tipifica los delitos de narcotráfico y de delincuencia organizada. Fundamentos los hay.

Suficiente normatividad para que el ejecutivo intervenga, no sólo diplomáticamente, sino a través de sus facultades constitucionales. Asimismo el poder legislativo y el judicial, que se han mantenido mudos ante dichos acontecimientos, que no afectan sólo a unas personas, ciudadanos mexicanos, sino a los cargos con que en su momento fueron investidos, jurando respetar la Constitución y las Leyes que de ella emanan, cometiendo por ello perjurio; pero además, afectando a todos los mexicanos y a las instituciones del país. Porque la imagen que se proyecta al mundo no es nada buena para México.

Al respecto, el único que se ha manifestado ha sido el presidente de la República, pero no ha pasado de ahí. Como si el ejercicio del derecho estuviera ajeno a la vida nacional. Y los únicos responsables de impartir justicia fueran los norteamericanos, que por otra parte, seguramente no velan por nuestros intereses, sino por otros muy ajenos.

El silencio de la Defensa Nacional.

La sólida columna que sostiene a este país, que es el Instituto Armado, ha recibido un golpe a su prestigio, porque no se trata de un soldado anónimo detenido, sino el que fuera comandante de las fuerzas armadas, un ex secretario de la Defensa Nacional. Y la sorpresa de la detención paralizó a la institución.

Hasta el momento la Secretaría de la Defensa Nacional se ha mantenido silente. Pero no así el personal militar, pues circula en redes la indignación, la molestia y la decepción; porque mientras el grueso del personal se encuentra trabajando calladamente por un producto intangible llamado seguridad, lejos de su familia, sufriendo las inclemencias del tiempo, con lluvia, sol, a la intemperie, coadyuvando con abnegación y lealtad a la seguridad y paz interior, arriesgando la vida sin recibir ningún reconocimiento, mas que la satisfacción de servir a su país; de pronto se enteran de que el que los mandaba y estaba obligado a cumplir con lealtad y honestidad, dando ejemplo de los más altos valores militares, resulta que es acusado de traicionar a la institución a la que se debe.

Y esto he provocado que el personal recuerde de la inflexibilidad y rigor que caracterizó siempre al general Cienfuegos, cuyas frases siempre estaban encaminadas en darlo todo, sin tregua ni descanso; sin embargo negó algunos derechos a los militares y cambió la política de mantener a las familias unidas, haciendo valer la disciplina de manera férrea, el deber por sobre todo, sin importar el costo y los sacrificios que fuera necesarios. Y ahora, verlo acusado de tan graves delitos, es un golpe fuerte a la moral de las tropas.

El hecho de que el actual secretario de la Defensa haya tenido un papel de subordinación con el ex secretario Cienfuegos, no lo excluye de sus deberes, porque la lealtad en primera instancia es hacia las instituciones. Ser general debería ser sinónimo de la práctica de los más altos valores, porque están obligados a dar ejemplo, a ser intachables, a ser paradigma de honor y valor.

Es difícil que si de verdad existen pruebas contra el general Cienfuegos, esto no haya sido del conocimiento de la institución, puesto que cuenta con todos los órganos de inteligencia y los recursos suficientes de información, pero además está prescrito en las Leyes y reglamentos militares y es deber impostergable mantener la disciplina y el exacto cumplimiento de las normas jurídicas. Y la pena puede ser hasta de 70 años y la destitución del cargo.

El Artículo 57º del Código de Justicia Militar señala que son delitos contra la disciplina militar los del orden común o federal , salvo los del orden común que exijan querella; el Art. 59º señala que la jurisdicción penal militar no es prorrogable ni renunciable; el artículo 60º estipula que cuando un militar deba ser juzgado por un delito de la competencia del fuero militar , encontrándose procesado por alguno del orden común o federal, la autoridad judicial militar debe emitir un oficio solicitando la colaboración de la instancia civil para celebrar la audiencia inicial o el acto procesal que corresponda.

En el Artículo 61º estipula que si el militar se encuentra a disposición de otro país, se deben observar las reglas que estipulen los tratados internacionales o convenios establecidos con dicha potencia. Y las penas van de los 15 a los 70 años.

El título VI capítulo I habla del delito de traición a la patria. El Artículo 203º establece que las causales son el pasarse al” enemigo”, proporcione cualquier recurso, informe cualquier cosa que pueda favorecerlo, entable comunicación con éste, sea espía o encubridor, etc. ¿Y no es un enemigo de México un grupo de la delincuencia organizada?

Pero además el capítulo II se refiere al espionaje y comete este delito el que obtenga información útil para el enemigo. ¿No podría configurarse este delito puesto que para el Estado los narcotraficantes son enemigos?

El capítulo IV BIS se refiere al delito de traición a las Fuerzas Armadas Mexicanas. El art. 275º señala que comete este delito el militar que se incorpore a la delincuencia organizada, o el que utilice cualquier recurso a su mando a favor de ésta; al que le proporcione protección o facilidades; induzca al personal bajo su mando a que preste algún servicio a la delincuencia; proporcione cualquier información a la que tenga acceso con motivo de su cargo o comisión; al que incumpla su deber para actuar en contra de organizaciones criminales, etc.

Y por si esto no bastara, la Ley de Disciplina en su Artículo 2º reza: “El militar debe observar buen comportamiento, para que el pueblo deposite su confianza en el Ejército y Fuerza Aérea y los considere como salvaguarda de sus derechos.”
El Artículo 3º dice que la disciplina en el Ejército y Fuerza Aérea tiene como bases la obediencia, y un alto concepto del honor, de la justicia y de la moral, y por objeto, el fiel y exacto cumplimiento de los deberes que prescriben las leyes y reglamentos militares.
El Artículo 24º estipula que los militares rehusarán todo compromiso que implique deshonor o falta de disciplina, y no darán su palabra de honor si no pueden cumplir lo que ofrecen.
El Reglamento General De Deberes Militares describe a la disciplina como la norma que tiene como bases la obediencia, y un alto concepto del honor, de la justicia y de la moral, y por objeto, el fiel y exacto cumplimiento de los deberes que prescriben las Leyes y Reglamentos Militares.
En el Artículo 43º de dicho reglamento dispone que los miembros del Ejército, sin excepción, tienen el deber de rehusar todo compromiso que implique deshonor, falta de disciplina o menoscabo de la reputación del Ejército y no empeñarán jamás su palabra de honor, cuando no tengan la seguridad absoluta de poder cumplirla. La palabra de honor debe ser inmaculada para todo militar que sepa respetarse y respetar a la Institución a que pertenece.
Y al referirse al Comandante del Cuerpo, el Artículo 279º indica que los militares en todos sus actos deben caracterizarse por su corrección y justicia, para dar buen ejemplo a sus subalternos, inspirándoles respeto, confianza y afecto. Y el Artículo 280º establece que el miliar se esforzará en hacer que la conducta militar y civil de todos y cada uno de los componentes del Cuerpo, esté regida por la más severa moral; evitará que adquieran compromisos superiores a sus posibilidades y que todos los que contraigan los cumplan con exactitud. Y el Artículo 294º dice que procurará que en todos sus actos se revele su justificación y prudencia; que su buen preceder, desinterés y firmeza, sirvan de estímulo y ejemplo; que el cuerpo progrese en la instrucción y que la disciplina y espíritu militar de los oficiales y tropa correspondan a las exigencias del honor, buen nombre y decoro del Ejército.
Así de explicita y rigurosa es la legislación militar, en donde se puede observar que está guiada por el espíritu de honor y la lealtad que necesariamente debe distinguir a todo militar.

Y eh ahí la causa de tal enojo en el personal militar, porque si bien un militar no es todo el Ejército, el peso de su cargo es tal que ha afectado no sólo la moral de las tropas, sino el prestigio mismo de la institución, desde el momento que es señalado como imputado, aunque al final (y esperemos que así sea, por el bien de México), no pueda comprobársele nada. Sin embargo el buen nombre ha sido tocado.

¿Y los corresponsables de este negocio ilícito global? ….

Continuará