• Santiago Nieto quiere ver a Lozoya tras las rejas ya que por él perdió su puesto como Fiscal Especial para la Atención de Delitos Electorales.

Por: Israel Mendoza Pérez/

Dobleces

La presencia de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, enmedio de la cuatroté, sólo acelera el choque existente entre el fiscal general Alejandro Gertz Santiago Nieto, director de la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, la captura del exfuncionario se debe al trabajo de sabuesos hecho desde la UIF, en tanto que la FGR va por la persecución y la respuesta mediática para activar la “cacería de los neoliberales inmorales”.

Las disputa entre Gertz y Nieto no sólo se quedó en la esfera mediática. El presidente Andrés Manuel López Obrador suaviza el roce: “los dos son personas profesionales, son buenos servidores públicos. Santiago es una gente con profesionalismo y un hombre recto, el fiscal es de primera, era lo que se necesitaba en estos tiempos, un hombre honesto, recto, serio, responsable, creíble. Entonces, ahí sí que es amor y paz, hay que buscar la conciliación”.

Sin embargo, Santiago Nieto quiere ver a Lozoya tras las rejas ya que por él perdió su puesto como Fiscal Especial para la Atención de Delitos Electorales. Luego de que declaró que el exdirector Pemex lo presionó para que declarara públicamente su inocencia por presuntos desvíos de Odebrecht. Sus arrebatos es lo que pueden generar ruido en este caso. Sus movimientos van en la sintonía de la narrativa de la 4-T ver la “derrota moral” de los adversarios para revertir la caída del proyecto político que lo recicló.

En la contra parte, el Fiscal Gertz Manero criticó que la UIF realice “funciones de autoridad” al bloquear cuentas bancarias luego que la Corte se ha pronunciado en contra de ello. En febrero de este año, UIF tenía “congeladas” 14 cuentas vinculadas con el caso Lozoya.

Para generar más confusión en el mensaje de la cruzada contra la corrupción, el senador Ricardo Monreal señaló que Lozoya Austin es un “testigo colaborador” que accedió voluntariamente a ofrecer información para investigar, sentenciar o procesar a otros sujetos, ya sea que haya sido o sea integrante de la delincuencia organizada o de una asociación delictuosa, e incluso que sea beneficiario de un criterio de oportunidad.

Con todas estas manos metidas, el caso Lozoya se encaminan a la politización de un asunto que no resuelve los casos de corrupción pero sí ofrece la percepción de una lucha contra el pasado.

Un antecedente de un caso similar fue el de Jorge Díaz Serrano, exdirector de Pemex, de 1976 a 1981, en el sexenio de José López Portillo, acusado por la entonces PGR por fraude en la compra de dos barcos petroleros a sobreprecio de 34 millones de pesos. Díaz Serrano pasó cinco años en el reclusorio Sur y se convirtió en el trofeo del expresidente Miguel de la Madrid que bajo la promesa de la “renovación moral” en la que se exigía una conducta intachable de parte de los funcionarios enterró una pizca de corrupción de su pasado.

En 10 días Lozoya va a informar que sucedió durante su administración al frente de Pemex. Sus declaraciones involucrarán a más personajes del pasado, incluidos exlegisladores, ya que desde la cuatroté se le considera el acto de corrupción más emblemático del país, Santiago Nieto se frota las manos, mientras que Alejandro Gertz vigilará que la UIF no cometa un pifia que afecte el caso.