Por: María Manuela de la Rosa A./

A cuatro meses de haberse alertado al mundo sobre los riesgos del contagio por coronavirus, no han sido suficientes la tecnología, ni la capacidad financiera, ni los adelantos científicos, ni la intensa capacidad de comunicación global con que se cuenta. No ha sido suficiente tampoco la experiencia acumulada a lo largo de la historia. Y los jefes de Estado tampoco han podido ponerse de acuerdo para solucionar este problema mundial por la pandemia del covid-19. Las decisiones de Estado se han notado por su ausencia, los grandes estadistas parecen haber sido sólo del pasado remoto y extinto.

Estamos en pleno siglo XXI, contamos con grandes avances científicos, se han logrado combatir muchas enfermedades. Sin embargo, tenemos ya más de cuatro meses padeciendo la pandemia, que ha cobrado la vida de más de cuatroscientas mil personas y se sabe de siete y medio millones de contagios. Las cifras son preocupantes y pareciera que la humanidad no ha logrado vencer las enfermedades, porque la historia se repite y esto se ve como si fuera un ciclo de la vida en la tierra, considerando lo siguiente:

La plaga de Atenas, que duró un año (del 430 a de C. al 429 a de C.), cobró la vida de casi 100 mil personas.

La peste antonina se extendió por todo el imperio romano y duró casi quince años, del año 165 al 180 y murieron entre 5 y 10 millones de personas.

La peste cipriana, que surgió en Etiopía, pasó a Egipto y luego a Roma, en el año 249, permaneció casi veinte años y acabó con la vida de unas 5 millones de personas.

La plaga de justiniano, que devastó al imperio bizantino en el año 542, en sólo cuatro meses cobró la vida de entre 25 y 50 millones de personas, el 40% de la población, extendiéndose por Europa, Africa y Europa.

La viruela en Japón, que duró dos años, del año 735 al 737, se llevó la vida de un millón de habitantes.

La peste negra, en siete años, del año 1346 al 1353, cobró la vida de entre 75 y 200 millones de personas, entre el 30% y 70 % de la población en Europa.

La viruela, contagiada por los españoles a los pueblos indígenas de América en 1520, en sólo cuatro meses cobra la vida de entre 5 y 7 millones de indígenas.

La gran peste de Milán, en dos años, del 1629 al 1631, mata a 280,000 personas en Italia.

La epidemia de Sevilla, en 1649, en unos tres meses, cobra la vida de 60 mil personas, el 50% de la población de aquel entonces.

La gran plaga de Londres, en 1666, deja 100,000 víctimas en sólo tres meses.

La gran peste de Viena, en 1679, en cuatro meses, mata a 76 mil personas.

La gran peste de Marsella, en dos años, de 1720 a 1722, trajo la muerte a casi 120 mil personas.

La primera pandemia el cólera, en toda Asia, en siete años, de 1817 a 1824, se estima que cobró la vida de unos 32 mil asiáticos. Luego habría cuatro oleadas más de esta pendemia, que se extendió hasta 1881 en la quinta pandemia, y aunque se desconoce la cifra de víctimas, se estima que fueron en total más de cien mil muertes en ese siglo.

La gripe rusa, que duró poco menos de un año, de 1889 a 1890, cobró la vida de poco más de un millón de rusos.

La gripe española (H1N1), que duró poco menos de un año, de 1918 a 1919, mató a unas 60 millones de personasy hay quien estima que fueron hasta 100 millones.

La gripe asiática (H2N2), que se originó en China, pasó a Hong Kong, Singapur, en menos de 10 meses, de 1957 a 1958, se extendió a la India, Australia, Europa, Africa y Estados Unidos, cobró la vida de 2 millones de personas.

La gripe de Hong Kong (H3N2), en menos de un año mata a un millón de personas.

El primer brote del ábola, que se presenta en Zaire y Sudán en 1976, si bien se lleva la vida de casi 3 mil personas, cada año hasta la fecha cobra mil víctimas, por lo que se estima que por esta enfermedad han muerto por lo menos unas 44 mil personas.

El SIDA, de 1981 a la fecha ha causado alrededor de 30 millones de muertes y sigue sin haber cura para esta pandemia, que parece haberse instalado en todo el orbe.

El síndrome respiratorio agudo severo, SARS-CoV, , desde el 2002 afecta ya a 26 países, con alrededor de 8,000 contagios, tiene una mortalidad del 13%, por lo que es una amenaza latente para la polación mundial.

La gripe aviaria H5N1 pasó a ser una pandemia global en el 2005 y a partir de ahí los científicos alertaron a todo el mundo sobre los riesgos de que surgiera alguna pandemia, que podría traer consecuencias devastadoras para todo el orbe, por lo que se se recomendó tomar medidas para evitar posibles pandemias.

La pandemia de la gripa H1N1, que en menos de seis meses, entre 2009 y 2010, cobra la vida de más de medio millón de personas en el mundo.

El virus del zika en América Latina, que se presenta desde el 2014, y que amenaza la vida y salud de la población, aunque ha causado la muerte de unas 4 mil personas, es un virus que permanece como una amenaza latente y no se descarta la posibilidad de que en cualquier descuido se convierta en una pandemia, que traería terribles consecuencias, sobre todo para las embarazadas, que tendrían hijos con microcefalia.

Y el covid-19 (SARS-CoV-2), que no obstante haber surgido a finales del 2019 en China, fue declarado tardíamete pandemia el 11 de marzo de este 2020. Y a la fecha ya hay más de 7 millones y medio de contagios con casi medio millón de muertes y la pandemia aún no tiene visos de remitir.

¿Qué sucede con la experiencia de siglos acumulada? Los científicos lo han advertido con suficiente anticipación, han pasado ya 15 años de la alerta cuando surgió la gripe aviar. Pero ni los gobiernos y menos sus cabezas, parecen dimensionar el riesgo para sus países.

Y no se trata de que los líderes del mundo sean grandes científicos, porque para eso se supone que tienen asesores, aunque vemos que algunos sólo tienen amigos como tales. Ni se trata de que el gobernar es sólo de mentes privilegiadas.

El simple sentido común debe mover a la toma de decisiones sensatas: si hemos visto la devastación a partir de pandemias, todas o casi todas por virus o bacterias provenientes de animales, ya sea ratas, murciélagos o mosquitos. Son miles de años de experiencias, miles de años de civilización, de estudios, de investigaciones. En pleno siglo XXI un virus ataca y en unos pocos meses hay 7 millones de víctimas, ¿llegarán a 20 en un año si esto no se detiene?

Si bien no hay vacuna que pueda contener esto, aunque si hubiera el problema sería de financiamiento, aun en los países ricos, como lo es México; porque en realidad no parece privilegiarse la vida, sino la mera política, que implica la lucha de poder entre facciones.

La simple aplicación de medidas sanitarias para impedir que un virus tan letal entre al país, pudo ser de gran efectividad. Sin cerrar fronteras como se hizo, sin detener a la economía. Si se supo con antelación que estaba en China, revisar la entrada de personas del extranjero, si había sospecha, la cuarentena forzada para proteger vidas, la desinfección de todas las aeronaves provenientes del extranjero, de los vehículos, las embarcaciones, todo producto proveniente del exterior. Porque la omisión ha sido muy cara. Estas simples, aunque meticulosas medidas, hubieran servido de mucho y tal vez la pandemia hubiera sido contenida e incluso evitada. La confianza, como hemos dicho, mató al gato. El mundo a partir e esta pandemia, nunca será el mismo, o tal vez lo sea y las seguiremos padeciendo de manera cíclica. La responsabilidad es de los que tienen el poder de la acción, los gobernantes, incluso los empresarios, la industria aeronáutica, de transportes en general, los exportadores e importadores. Y los gobiernos ejerciendo su derecho y deber de reguladores. Pero nada de eso se hizo, sino hasta mucho después, cuando el virus se hizo global y aún así las medidas se aplicaron con tibieza, como si la vida de los millones de habitantes del planeta no importara. Y vemos como no sólo los pobres han pagado por esta indolencia, sino los ricos y poderosos, porque una pandemia, cobra la vida de personas, sin importar condición social, económica o política.

¿Cuándo veremos por fin sensatez? O cuando surgirán del verdaderos estadistas. Al momento no los vemos, porque las miras de los gobernantes sólo atienden a coyunturas electorales. Y los contagios y muertes continúan. Incluso se han difuminado las cifras de la población recuperada. Unos países siguen sin ver el fin, otros agudizando el problema y hay quienes van teniendo menos contagios, sólo algunos como Alemania parecen tener éxito. Aquí los datos: