• Gibrán Ramírez bajó el nivel del debate y ahora intenta descarrilar la elección.

Por: Israel Mendoza/

La elección del sustituto de Alfonso Ramírez Cuéllar, al interior de Morena, se distorsionó. La candidatura de Gibrán Ramírez exhibió la carencia de institucionalización por parte de los militantes de Morena. Ahora, el politólogo habilitado como político exhibió al partido y convirtió la competencia interna en una lucha de lodo.

En unas cuantas semanas pasó de ser el partido en el poder a ser el partido de la rebatinga. Gibrán Ramírez bajó el nivel del debate y ahora intenta descarrilar la elección; llevarla al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y golpetear el método de selección dictado desde Palacio Nacional. El berrinche es más grande que su popularidad al interior de Morena.

El lodo que Gibrán Ramírez lanza contra el método de elección, mancha el nombre de Morena y de su fundador: Andrés Manuel López Obrador. La encuesta de reconocimiento no le fue favorable y ahora busca a los responsables de un fraude perpetrado desde Morena. Sus acciones llevan el dardo de que el partido guinda no es democrático.

El 29 de agosto de 2019, Mario Delgado, coordinador de los diputados morenistas, acompañado por Tatiana Clouthier, fue el encargado de hacer visible la propuesta de López Obrador al partido. En su declaración señaló: “el presidente hizo una sugerencia de utilizar algo que está previsto en los Estatutos de Morena, como es la encuesta, resolvería muchos problemas. No dejemos que se vaya a echar a perder porque es la lucha de muchos años y de muchos millones de mexicanos”.

Gibrán Ramírez no se queda conforme. Sus nuevos enemigos son los encuestadores que se encargaron de llevar a cabo el estudio de opinión entre los integrantes de las filas de Morena. Y sufre por que sólo el 11.9 por ciento los militantes y simpatizantes de Morena dijeron conocerlo.

Así que Gibrán Ramírez comienza a dar patadas al pesebre. Morena le dio un cargo, le dio proyección mediática pero no fue suficiente para su ambición política. Pocos lo conocen y no lo soporta. Recurrió a las viejas prácticas de la polarización del partido. A final de cuentas su candidatura sólo restó al proyecto transformador.

Y es que Gibrán Ramírez tampoco era la apuesta más fuerte ya que al tener un padrón de 3 millones y medios de afiliados y con las elecciones de 2021 a la vuelta de la esquina su presencia y falta de fogueo político no estaría en condición política de tener resultados satisfactorios y sería la muestra que vivir de la figura del presidente le afecta más al partido y a quien sea su dirigente por la carencia de orden en el interior del partido-movimiento.

Ramírez contribuyó más a la desestabilización del partido. No sumó al proyecto político. Su discurso polarizante y su posicionamiento final lo ponen en su lugar. No es su tiempo ni es la forma de hacer política para fortalecer un proyecto que pide a gritos una dirigencia fuerte antes de que las urnas en 2021 le cobren factura.