Por: Redacción

El bullying (acoso escolar) es el maltrato físico, verbal, psicológico y/o social deliberado y recurrente que un pequeño recibe por parte de otro u otros niños, con el fin de someterlo y asustarlo.

En estos casos participan, fundamentalmente, dos actores: el agredido o víctima, y el agresor. Sin embargo, casi siempre es el primero quien por su condición de indefensión acapara la atención, pero ¿qué sucede con el agresor?, ¿qué es lo que lo lleva a actuar de manera violenta en contra de uno de sus semejantes?

Esta situación es la cola de un problema más grande. En las familias de los niños acosadores se repite un patrón de conducta: “el padre es violento y agresivo, agrede y golpea a la madre, ella hace lo mismo con su hijo (o sus hijos), y el hijo con los compañeros de escuela”, explicó Héctor Lara Tapia, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

Ningún caso surge de la nada, para que el acoso escolar ocurra debe haber una dinámica familiar violenta, de la cual se aprende a ser violento y agresivo.

“Esta conducta es reforzada por la familia, incluso en algunos casos el padre y/o la madre amenazan con golpear al hijo si no se ‘defiende’ como ‘hombrecito’”, resaltó.

Además del entorno familiar, se ha descubierto que los infantes más agresivos desarrollaron, desde muy pequeños, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Lara Tapia y Thalía Harmony, investigadora del Instituto de Neurobiología campus Juriquilla de la UNAM, estudiaron a niños mexicanos de primaria y secundaria, y “concluimos que los que presentan TDAH tienen más problemas de conducta social y son más violentos porque son más impulsivos. En esta situación también cuentan los límites, pero el problema es que a la gran mayoría no se les impone ninguno”, apuntó el universitario.

Hace unas semanas, recordó, se difundió en Internet un video en el que se ve cómo un alumno de secundaria (de la colonia Santa Martha Acatitla, en la delegación Iztapalapa en la Ciudad de México) agrede a golpes –dentro del salón de clases y frente a sus compañeros– a uno de sus profesores, porque no le permitió ir al baño.

“Las autoridades educativas del país han permitido, de algún modo, que la violencia invada los recintos educativos. Revisar mochilas en busca de armas y/o drogas resulta ridículo; si un niño o un adolescente quiere meter una navaja y/o droga a su escuela, no las llevará en la mochila, sino debajo de su camisa o en un bolsillo del pantalón, pero como está prohibido tocar a los alumnos, logrará su objetivo sin correr ningún riesgo de ser descubierto”, indicó.

En conclusión, los niños acosadores generalmente viven en un entorno familiar en el que impera la ley de la hostilidad y la violencia, y algunos de ellos también padecen TDAH; además, desconocen los límites, tanto en el hogar como en la escuela.

“Después del estudio con niños de primaria y secundaria, observamos, en la Ciudad de México y Toluca, a 14 mil infractores juveniles del Consejo Tutelar para Menores, y vimos que el 100 por ciento tenía TDAH y problemas de conducta asocial desde temprana edad. “Sólo se ve la cara al bullying, pero atrás hay un montón de causas que lo detonan”, finalizó.