Por: Redacción/

Los cambios económicos y la crisis laboral en México exigen el fortalecimiento de los nuevos modelos de economía social: cooperativas u organizaciones que ponderen el trabajo colaborativo y rechacen el individualismo propio del capitalismo, advirtió el doctor Benito León Corona, profesor de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En la mesa Aportación de la academia a la economía social y solidaria, el investigador propuso dejar atrás el neoliberalismo y privilegiar el comercio justo a través de organismos locales, dejando de lado al protagonista que hace su riqueza sin mirar al otro para entonces apostar por una colaboración en la que todos sean trabajadores funcionales.

“Debemos laborar no sólo bajo una lógica de eficiencia que privilegie a individuos de excelencia, sino hacernos más humanos, ya que la existencia de todos es relevante y todos importamos, según un pensamiento que se adquiere por la vía de la socialización y la cooperación.

En el V Coloquio y expo de la economía social y la administración solidaria: aprendizajes y desafíos ante los procesos de transición y transformación nacional, realizado en la Unidad Azcapotzalco, la maestra Elvira Yesenia Ramírez expuso que en la Ciudad de México la presencia de esos organismos se enfrenta a una política mal entendida, un desconocimiento de las leyes y una competencia depredadora de empresas capitalistas que sofocan los proyectos de emprendimiento.

Uno de los retos para una organización social es sobrevivir al modelo económico neoliberal predominante en el país, donde hay desigualdad en asuntos fiscales, legislativos y de operación, y sobre todo un desinterés de las autoridades en ayudar a los emprendedores, por lo que las cooperativas quedan desprotegidas y, eventualmente, desintegradas, dijo la profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En la autogestión tienen una dependencia absoluta de los programas de gobierno y a líderes, “entonces queda trastocada nuestra autonomía, además de que encontramos líderes que toman decisiones por ellos mismos, hay competencia dentro de las cooperativas y desintegración del sector”.

El doctor Igor Rivera González, profesor del Instituto Politécnico Nacional, señaló que a este panorama desolador se suman problemas de financiamiento, capacitación tecnológica y de construcción de la cooperativa, carencias de conocimiento sobre el emprendimiento, las estrategias de mercadotecnia e infraestructura, e incluso sobre la cimentación de una figura jurídica.

“En términos de financiamiento es cierto que desde una política pública pueden verse beneficiadas, pero no siempre las cooperativas tienen conocimiento de cómo pedir estos financiamientos, también hay conflictos en capacidades tecnológicas y capacitación para entender el cooperativismo, entre otros retos que hemos numerado a partir de un estudio que hicimos con 650 organizaciones”, describió.

Aun así los beneficios de éstas como modelos económicos rebasan la simple riqueza de sus participantes, ya que aportan al grupo social al que pertenecen y al sistema económico del país, al apoyar la economía social, el desarrollo de la comunidad de origen, la difusión cultural, el empleo digno y justo, y el empoderamiento de pequeños grupos sociales, en particular de mujeres.

Además las cooperativas se convierten en fuentes de empleo, no sólo para su entorno inmediato, sino dentro de una cadena de producción, como sucede con las asociaciones de mujeres costureras o de promotores culturales que requieren los servicios de otros profesionales.

En este contexto, los ponentes compartieron la idea de que este periodo de transición política y económica en el país representa una oportunidad para ponderar los sistemas de sustentabilidad social, lo cual implica revisar las leyes del gobierno en que se regulan el sector, generar sistemas de financiamiento y promoción, y modificar hábitos de consumo de la población dirigidos a lo local, colo que en el largo plazo se beneficiará el crecimiento económico nacional.