• Los sistemas monárquicos se caracterizan por contar con personas que desde su nacimiento comienzan a preparase para reinar.

Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/

En la actualidad la muy sobrevalorada democracia nos ha demostrado que no necesariamente los gobernantes elegidos por una mayoría son los mejores estadistas, pues el pueblo suele equivocarse. Vemos por ejemplo presidentes como Donald Trump, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia, Vicente Fox de México, Nicolás Maduro de Venezuela y también dictadores como Joseph Stalin.

¿Qué tienen en común? Han sido elegidos por el pueblo, pero han puesto el nombre de su país en vergüenza, por el alarde de ignorancia y por la mala administración del gobierno. Muchos de ellos se han convertido en verdaderos tiranos, en lugar de fortalecer su liderazgo a través de políticas públicas adecuadas que resuelvan los problemas nacionales, han hecho del poder una plataforma para cultivar su megalomanía.

Pero además tienen en común que han sido ciudadanos comunes o tal vez no tan comunes, pero sí con una preparación deficiente y con una formación ética que deja mucho que desear, decantándose por velar por sus intereses personales, antes de los de la mayoría que los votó.

Presidentes de democracias maduras o no, con poder limitado o ilimitado, que sin embargo, no han logrado el respeto de sus gobernados y menos el internacional.

Y traigo a colación esto por la reciente noticia de la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo, consorte de la Reina Isabel II del Reino Unido. Un hombre que, pese a las adversidades, dada su condición de príncipe de nacimiento, fue educado con el rigor que merece una persona que posiblemente esté destinada a reinar, aunque no necesariamente gobernar. Y gracias a esa preparación tan amplia y disciplinada, fue sin duda el mejor consejero de la reina, no sólo el compañero de su vida durante más de setenta años, dando a la monarquía un valor agregado que favoreció mucho su continuidad.

Los valores que los monarcas y en general la realeza tiene como deber practicar son el honor, la lealtad, un alto sentido de la responsabilidad, de la dignidad, el amor a su pueblo, al que se deben y la entrega de su propia vida para trabajar a favor de su nación, son máximas que difícilmente pueden encontrarse en personas que llegan al poder, incluso hasta de manera fortuita en un golpe de suerte, sin contar con preparación alguna y con un sentido ético dudoso. Pero si ante la oportunidad de su vida, muchos sólo llegan para enriquecerse.

A partir del despotismo ilustrado la monarquía perdió prestigio y sufrió su más grande revés, ya que la democracia ha sido considerada desde entonces como el paradigma de sistema de gobierno, por eso ahora subsisten las monarquías parlamentarias, aunque tenemos también en Medio Oriente monarquías totalitarias.

Pero la gran diferencia estriba en que los sistemas monárquicos se caracterizan por contar con personas que desde su nacimiento comienzan a preparase para reinar, educados en ciencias políticas, idiomas, relaciones internacionales, historia, estrategia, ciencias militares, artes, deportes, leyes, protocolo y sobre todo, en el más alto sentido del honor, de la dignidad y la lealtad a su pueblo. Por eso no es raro que las monarquías europeas, que si bien no tienen el control de gobierno, si son garantes de una continuidad, ofrecen estabilidad y además a través de los buenos oficios de la realeza, obtienen importantes convenios en beneficio de su país, negocios y tratados comerciales que los han fortalecido como potencias.

Incluso en los países árabes y en el lejano oriente, el nivel de vida, la estabilidad social y la seguridad con que cuentan sus ciudadanos es encomiable. Arabia por ejemplo, de ser un pueblo nómada ha logrado transformarse en una verdadera potencia económica. Pero sus príncipes cuentan con una educación de muy alto nivel, gracias a lo que han logrado no sólo una gran modernización y desarrollo, sino diversificarse para no depender totalmente del petróleo. Y nótese, dependieron únicamente del petróleo. Petróleo que también tiene Estados Unidos, México, Venezuela. ¿Acaso la diferencia sea la educación de sus gobernantes? Porque hablamos de países inmensamente ricos en oro, plata, ganadería, por su agricultura, etc.

La diferencia tal vez esté en sus gobernantes, unos que se han preparado para reinar y/o gobernar y otros simplemente improvisados, con muchas limitaciones y el riesgo del deslumbramiento del poder. Un caso aparte lo es el actual presidente de los Estados Unidos, que se ha preparado durante 40 años para gobernar, o Angela Merkel, que sin duda ha sido la estadista por antonomasia de los últimos tiempos.