• El sector ocupa poco más de 10 por ciento de los empleos, pero principalmente en labores de limpieza o cocina.

Por: Redacción/

El ataque contra las mujeres que defienden sus territorios y sus vidas al oponerse a algunos proyectos mineros se ha convertido en una problemática que exige revisar las prácticas de esta industria “si queremos erradicar la violencia de género en nuestro país y en América Latina”, sostuvo la doctora Aleida Azamar Alonso, académica de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“La población femenina mantiene a la comunidad en todos sentidos luego de que los varones han migrado o abandonado el lugar en busca de oportunidades en otros sitios y son ellas las que ponen el cuerpo para resistir, defender y sobrevivir ante diversos embates como los procesos extractivistas”, destacó.

Al intervenir en el Conversatorio Mujeres y Territorio, la docente del Departamento de Producción Económica mencionó que aun cuando su participación en la defensa del territorio es menor que la de ellos, por supuesto sí hay quienes se oponen a este tipo de proyectos extractivos, además de que su baja colaboración de debe a la estigmatización que sufren.

“En muchos lugares está mal visto que ellas coadyuven en acciones más allá de su hogar y el cuidado de los hijos, además de que sufren amenazas sexuales y no cuentan con un respaldo institucional y colectivo en México y el resto de América Latina, razones por las que el número de crímenes es mayor para los hombres”.

La coordinadora de la Maestría en Sociedades Sustentables indicó que durante las últimas dos décadas han sido asesinados casi mil 300 activistas ambientales en la región, lo cual representa 60 por ciento de todos estos actos en el mundo, debido a los conflictos por defender lugares ante una actividad que causa muchos problemas ambientales en las regiones indígenas donde también prevalece la pobreza.

La incidencia de este tipo de actos se concentra principalmente en Brasil, Colombia y Perú, donde sobresalen acciones de militarización en temas extractivistas mediante el uso de cuerpos castrenses de defensa y protección de proyectos “por parte del gobierno y de las empresas”, aunque desde el año antepasado México se ubica en segundo lugar.

Hasta junio de 2021, de acuerdo con el registro de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS), 13 mil 500 mujeres contribuían en la minería, lo que representa poco más de diez por ciento del total de empleos que se generan en este sector, con lo que a pesar de los riesgos que implica carecer de garantía de seguridad muchas tienen la voluntad de trabajar en esa industria.

No obstante, en el sector minero existe el pinkwashing o lavado rosa, estrategia que utilizan las empresas para mejorar su imagen corporativa, toda vez que la mayoría de la población femenina realiza labores de limpieza y cocina y en menor medida se trata de operarias de maquinaria pesada, siendo una práctica sexista que las margina y reduce sus percepciones en relación con la de sus pares masculinos.

La doctora Lucía Constanza Ibarra Cruz, profesora del Departamento de Síntesis Creativa de la misma sede universitaria, destacó la participación de la mujer en el diseño. “En este campo, ellas dejaron una línea de avance, esfuerzo y trabajo que ahora nos fortalece para seguir progresando, a pesar del camino difícil donde ella era más bien la sombra de él, sin embargo, su lucha ha dejado un camino más fortalecido”.

La investigadora refirió que desde hace cien años con la formación del crisol del diseño y pensando en la Bauhaus –donde tampoco eran aceptadas– “encontramos que Marianne Brandt es la primera mujer que ingresó al taller de Metales que en 1924 era exclusivo para varones, así como al ámbito educativo donde continuó porque privaba su interés de seguir y no sólo quedarse en el hogar”.

Entonces, “es necesario reconocerlas por la lucha y resistencia permanentes, por compartir y combinar los esfuerzos de diferentes esferas del diseño y ser orgullosas de nuestra Unidad Xochimilco donde podemos trabajar y tener estos vínculos entre distintas disciplinas, parte fundamental de nuestro sistema modular”.

Por tanto, “debemos escribir y celebrar la amplitud y diversidad de contribuciones de nuestras pioneras y manifestarnos en contra del acoso sexual y la desigualdad entre unas y otros dentro del mundo laboral”, apuntó.

Al inaugurar la actividad, la doctora María Angélica Buendía Espinosa, secretaria de Unidad, reconoció que las mujeres han ido ganando espacios no sólo físicos sino simbólicos “que tienen que ver con la vida cotidiana que hacemos desde nuestros propios lugares de trabajo”.

Así, resulta fundamental “mantener nuestra mirada, pero en interlocución con todas, todos y las distintas formas que existen hoy de asumirse como personas y ciudadanos, particularmente quienes habitamos la universidad pública”.

Todavía hoy “seguimos viviendo situaciones de violencia e injusticia y reproduciendo prácticas que debemos erradicar con nuestro trabajo cotidiano, por tanto, es necesario recobrar el espacio universitario después de dos años de pandemia para enfrentar lo público de manera muy creativa, como ahora lo hacemos con este encuentro”, concluyó.

El Conversatorio Mujeres y Territorio, convocado por la División de Ciencias y Artes para el Diseño de la Unidad Xochimilco de la Casa abierta al tiempo, estuvo moderado por las maestras María de Jesús Gómez Cruz y Ana Ruth Quiroz Ibarra, docentes del Departamento de Teoría y Análisis.