Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/

Uno de los grandes problemas que enfrenta el mundo hoy día es el de la migración; si bien países nuevos como los Estados Unidos le deben a la migración su grandeza, hoy parece que esto ya está olvidado y los migrantes son sólo los que hoy intentan salir, o más bien dicho, escapar de sus países en busca de una vida mejor, salir del infierno para entrar al cielo.

Pero, ¿qué pasa? Esta creciente ola de personas que buscan una nueva vida escapando de la pobreza, se han convertido en una amenaza para la seguridad de las naciones receptoras, porque con ello se ve amenazado el statu quo de la sociedad, de ciudadanos que gozan plenamente de sus derechos, de un trabajo estable, de seguridad social, etc., porque ante la posibilidad de que personas extrañas compitan en el mercado laboral o que el Estado se ocupe de su alimentación, salud y seguridad, implica además una erogación que los ciudadanos no están dispuestos a financiar, lo cual es totalmente comprensible.

Sin embargo, vemos como esta oleada de personas que se ha venido moviendo de Africa y Medio Oriente hacia Europa o de Sudamérica hacia Norteamérica constituye un flujo imparable de personas, que si bien en un primer momento han sido acogidas hasta con beneplácito, la capacidad de los países receptores de migrantes se ha visto rebasada y hoy prácticamente se ha generado una crisis global por este fenómeno, cuyo origen es multifactorial, ya que las motivaciones para emigrar son muy diversas:

  • La búsqueda de mejores condiciones de vida.
  • La falta de trabajo o de condiciones laborales muy precarias.
  • El hambre.
  • Huir de regímenes dictatoriales.
  • Debido a imposiciones ideológicas y religiosas.
  • Debido a catástrofes naturales.
  • Huyendo de la guerra.

Y si hoy lo vemos como una novedad, en realidad no lo es, ya que el ser humano por naturaleza tiende a buscar, a explorar, a mejorar su vida; por lo que desde que el hombre es hombre, ha estado migrando. Y si decimos que hay un pueblo originario, en realidad sólo nos estamos refiriendo al pueblo más antiguo que se conozca en un determinado lugar geográfico. Los mexicas fueron nuestro pueblo originario pero ellos mismos fueron migrantes.

El pueblo judío peregrinó por siglos y después de su salida de Egipto, para escapar de la esclavitud, llegó a Israel la tierra prometida, pero ciertamente llegaron como migrantes.

Que decir de los Estados Unidos, de Inglaterra, España, Australia, Sudáfrica, en fin, no hay pueblo que no se haya creado como parte de una migración.  Así que todos somos migrantes o descendientes de ellos y lo hemos olvidado.

Lograr migrar a un país extranjero que en teoría supone una gran oportunidad de vida, también tiene sus consecuencias:

  • Traumas psicológicos por el desarraigo, tristeza al estar lejos de sus raíces y de su gente, o bien, debido a los recuerdos dolorosos por una guerra, represión, persecuciones, etc.; estrés, inseguridad emocional por sentirse rechazado.
  • Problemas económicos por la dificultad de encontrar trabajo o por percibir un salario menor al de los ciudadanos nativos, pero además afectan a éstos, porque a mayor demanda de empleo, los salarios pueden disminuir e incluso el mercado laboral se ve afectado y esto trae consecuencias negativas al país receptor.
  • Se generan problemas de integración social, ya que los migrantes llegan con sus propias costumbres, tradiciones, lengua, religión e incluso con otra manera de comportarse. Esto se ve muy claramente en Europa con la migración musulmana.
  • La migración, por las lógicas consecuencias de su naturaleza, provoca también xenofobia, ya que la población local se siente amenazada en su estabilidad económica, social y cultural. Lo diferente siempre genera desconfianza.

Amén de que no podemos soslayar que, entre la población migrante generalmente se infiltran grupos delictivos de alta peligrosidad: traficantes de drogas, de personas, secuestradores, así como reclutadores para los cárteles, como se ha visto frecuentemente en México; pues los migrantes, si bien tratan de viajar en grupos numerosos, son muy vulnerables y ellos también están dentro de los miles de desaparecidos, que sin embargo es muy difícil detectar, debido a que prácticamente son fantasmas que viajan a través de los países hacia su sueño de vida.

Un gran problema de seguridad no sólo nacional, sino global, porque esta tendencia aumenta cada día y lo que ha faltado es la aplicación de políticas públicas adecuadas para aprovechar la riqueza que implica tanta mano de obra, tantas capacidades tangibles y potenciales, que bien organizadas constituyen una gran fuente de riqueza, no sólo económica, sino cultural y social, porque no olvidemos que el sincretismo no es más que el enriquecimiento que genera la unión de muchos valores.

Existen leyes nacionales que contemplan a la migración, convenios internacionales para proteger su integridad y derechos humanos, pero falta que estos principios universales realmente sean materializados a favor no sólo de los migrantes, sino de la humanidad entera. Ayudar para ayudarnos todos. El afán de explotar sólo con fines de lucro produce todo lo contrario: malestar, descontento, sublevación y guerras. La Historia da fe de ello.