• Lamentablemente hay políticos que juegan con las necesidades de las personas, con sus ideales, con sus sentimientos, con el resentimiento social de millones, por eso no es raro que gobiernos que prometen un cambio, terminen mostrando su verdadera cara.

Por: María Manuela de la Rosa Aguilar/

La democracia ha logrado posicionarse en el mundo moderno, debido al planteamiento de sus bondades sobre cualquier otro régimen político y en la actualidad se considera el ideal de cualquier sistema de gobierno, por lo que tanto los sistemas parlamentarios, como republicanos, incluso las monarquías, han adoptado a la democracia como el paradigma de un gobierno que vela por el bienestar del pueblo dado que es el pueblo mismo quien elige a sus gobernantes. Todos los ciudadanos, sin ninguna distinción tienen el derecho y la facultad de votar. Pero, ¿qué pasa? ¿Porqué no está funcionando como se esperaba?

Vemos que el pueblo, la mayoría, la cuasi unanimidad de ciudadanos, que en teoría pueden tomar la mejor decisión al elegir de conjunto, también suelen equivocarse y elegir a un dictador, un megalómano, a un gobernante sin escrúpulos que manipula a la población y pone en riesgo a la misma sociedad que lo eligió. Casos vemos muchos, no sólo en América, también en Europa o Asia.

Y lamentablemente hay políticos que juegan con las necesidades de las personas, con sus ideales, con sus sentimientos, con el resentimiento social de millones, por eso no es raro que gobiernos que prometen un cambio, terminen mostrando su verdadera cara, su ambición de poder y de perpetuarse en él; su necesidad de pagar favores a quienes los apoyaron, no al pueblo, sino a intereses de grupo, de los grandes capitales o simplemente a su afán de venganza en la permanente contienda política, que en realidad es lo único en lo que han mostrado interés los que se dedican al muy lucrativo negocio de la lucha por el poder.

Asimismo, incitados por sus líderes, que generalmente no dan la cara, en el extremo uso de su libertad, las turbas ponen en riesgo la seguridad de las naciones. Lo vemos en Europa, en Francia, en España, en Italia, en Alemania; también en América, en México, Argentina, Chile, Colombia, en Perú, etc., y en plena pandemia, generando con esto no sólo un riesgo para la seguridad interior, sino para los contagios, como si el objetivo fuera estimular a las masas a salir para exponerlos a más contagios.

Y lo vemos, ya hay más de 90 millones de personas contagiadas en el mundo, con casi 2 millones de muertos. México en el 4º lugar de muertes, ocupando el primer lugar en mortalidad. Y Estados Unidos a la cabeza, siendo el país con mayor contagios y muertes, la primera potencia mundial, el país más rico y poderoso del mundo, en manos de un gobernante megalómano que ha mostrado muy poca sensibilidad ante el dolor humano y que poco le ha significado la crisis.

Las turbas violentas se han incrementado en todo el mundo en los últimos años, lo que es un claro indicio del malestar generalizado y de la facilidad con la que se manipula a la masas para apoyar causas políticas que muchas veces obedecen a una agenda global de desestabilización. Y ¿a quien conviene que los gobiernos pierdan el control? ¿Por qué han llegado a gobernar personajes sin escrúpulos que se burlan de las instituciones y de la Ley? ¿Sirven a intereses muy particulares? ¿están atrás las transnacionales, los grandes capitales? ¿Quién gobierna en realidad? ¿falsos líderes, los bufones del rey, megalómanos carismáticos? No nos engañemos, lo cierto es que poco a poco vemos como se pretende quebrantar la Ley, destruir al Estado, a las instituciones y al núcleo fundamental de la sociedad que es la familia.

Y el caso de Estados Unidos ha prendido la alerta de lo que ya es sintomático en todo el mundo, pues en un hecho sin precedentes en dos siglos, en el principal referente de la democracia actualmente, simpatizantes del presidente Donald Trump invadieron el Capitolio para bloquear la certificación del triunfo de Joe Biden, tras varias arengas que lanzó a partir de las elecciones de 3 de noviembre, molesto porque no ganó la reelección, que a ultranza ha querido sostener que continuará otro periodo más en la Casa Blanca.

Ya durante su gestión como presidente, Donald Trump ha estado incitando a la violencia, valiéndose de sus fieles seguidores, con el principal objetivo de amedrentar a la autoridad y a las instituciones. Y hasta ahora le había resultado porque es claro que ha logrado sustraerse de diversos procesos, primero por la presunta intervención rusa para que ganara las elecciones; luego de acusaciones de agresión sexual; de fraude en la universidad Trump; de juicio político por abuso de poder; obstrucción de la justicia; por presionar a Ucrania para dar información que desprestigie a Biden; por fraude fiscal; por su llamada a un funcionario de Georgia para hacer trampa en la elección; y ahora, se mencionan cargos por sedición por la invasión al Congreso. Y hasta hace unos días, el presidente ha contado con el apoyo de su gabinete, que ahora parece desmembrarse ante la gravedad de los hechos ocasionados por sus declaraciones, en donde afirma, sin pruebas, que hubo fraude en la pasada elección. Y el primero en ir al lado de las instituciones y de la legalidad ha sido su vicepresidente, Mike Pence, a quien le había dado la instrucción de no reconocer los resultados.

Por su parte a líder de la Cámara Baja, Nancy Pelosi ha invocado la 25 enmienda constitucional, que prevé la destitución del presidente por encontrarse inhabilitado. La líder de la Cámara de Representantes dejó clara la acusación contra el presidente por incitar a la insurrección y pidió al Pentágono quitarle los códigos de armas nucleares, dada la peligrosidad que ha mostrado, en donde invariablemente ha antepuesto su interés personal al de la nación. Y ya cuenta con el apoyo del vicepresidente Pence, así como del líder de los republicanos, por lo que se espera que este 11 de enero se presente el borrador de las acusaciones, en donde además se pedirá su inhabilitación para ocupar futuros cargos políticos. Y lo más probable es que el proceso del juicio avance, si es que Trump no presenta su renuncia antes de este 20 de enero, fecha de la toma de posesión de Joe Biden.

Y esta violencia ha sido el remate de muchas que ha generado Trump con sus declaraciones, que han provocado la polarización de la sociedad norteamericana, incitando al odio.

Dadas las circunstancias de esta crisis política de gran magnitud, es muy probable que Trump sea enjuiciado, no sólo por los hechos violentos, sino por otros más, en donde ha logrado evadir la justicia, valiéndose de sus influencias y del poder con el que fue investido como presidente. Y de no ser así, Biden se arriesga a un permanente golpeteo político, porque no hay que olvidar que Trump cuenta con millones de seguidores y ya anunció que continuará, en lo que podría significar el surgimiento del “trumpismo”, bajo la premisa de un supuesto fraude, afirmación de la que ha convencido a millones de ciudadanos norteamericanos que le creen como fieles correligionarios, ya que ha sabido convencerlos con falsas premisas que ninguno cuestiona. Trump tiene la habilidad de poder remontar para ganar popularidad, pese, y tal vez, gracias a este comportamiento abusivo, prepotente y triunfalista, que le ha ganado la admiración de muchos. Un peligro real para la democracia norteamericana que deben tomar muy en serio, así que perdonarlo es darle mayor fuerza para un futuro muy cercano.

Y como bien lo dijo el Fiscal Federal Interino del Distrito de Columbia, Michael Sherwin, todas las opciones están sobre la mesa para encausar a los instigadores de la violenta turba que se apoderó del Capitolio, en donde se consideran cargos de sedición y 15 cargos más para los autores de la invasión al capitolio, entre los que se señalan acceso no autorizado y robo, entre otros. Por lo pronto ya se están llevando a cabo las primeras detenciones y la policía trabaja intensamente para identificar a los responsables materiales. Y dada la personalidad voluble y falta de valor de Donald Trump, es muy probable que se deslinde y trate de inculpar a otros para salvarse.

Y tampoco es gratuito el que tenga tantos seguidores, ya que dentro de sus políticas públicas ha brindado diversos apoyos a sus electores durante la pandemia; si bien no ha tenido un manejo nada adecuado, sí optó por dar un estímulo a la economía de 2.2 billones de dólares, que incluyeron 1,200 dólares para la mayoría de los adultos norteamericanos y 600 dólares adicionales a la semana para personas que perdieron su empleo, ya que la crisis sanitaria acabó con 22 millones de trabajos en la primera fase de contagios, aunque ya poco más de diez millones recuperaron su empleo. Pero lo cierto es que millones se mantienen de estos subsidios.

Lo que pase los siguientes días en Estados Unidos, sin duda repercutirá en todo el mundo, aplicar la Ley sin duda será un mensaje para la estabilidad del mundo, pues las instituciones también dependen de ello y son garante de la solidez de un verdadero Estado,