Por: Rafael García

La compañía americana Drapper y El Instituto Médico Howard Hughes, ubicado en Maryland, Estados Unidos, se han encargado de impulsar un proyecto que lleva la tecnología a otra dimensión: Se trata de DragonFleye, el drone biológico más pequeño jamás inventado; está inspirado en una libélula, como su nombre lo refiere: una especie de mezcla entre palabras del inglés; ‘dragonfly’ (libélula); ‘eye’ (ojo).

Esta tecnología entra en la gama de los cyborg (por el acrónimo en inglés, cibernético y organismo), ya que, además de tener la más alta tecnología en cuanto a drones, abarca una parte biológica. La manera en que estos científicos estadounidenses consiguieron crear el drone más pequeño de la historia, es muy compleja: para esto, es necesario alterar genéticamente a las libélulas vía neuronas de control.

La tecnología consiste en una ”micro mochila” que posee sensores de diversos tipos, capaz de controlar el sistema nervioso del insecto, para indicar a éste hacia dónde moverse, en qué dirección mantener el vuelo, para esto también se requiere la presencia de optrodos, que son unos micro aparatos que son los encargados de enviar señales luminosas, específicamente, a las neuronas biológicamente encargadas de dirigir el vuelo del insecto.

Una de las mayores innovaciones de este drone que está dejando a los amantes de la tecnología boquiabiertos, es que poseerá diversos servicios y funcionalidades, como lo es posición, navegación y hasta un cronómetro que funcionará vía satélite. Esta nano tecnología también fungirá en el área de la biomedicina; sin duda, este drone funcionará en diversos terrenos, ya que es una excelente manera de juntar la naturaleza y la tecnología.