• Si bien para cualquiera es difícil ingresar a una institución pública, cuando se trata de gente con esa condición las trabas son mayores.

Por: Redacción/

Un reto de las instituciones para favorecer la inclusión de personas con discapacidad es “seguir dejándose interpelar” por seres capaces de transformar su propia realidad, coincidieron en señalar representantes de universidades públicas y privadas del país, durante la mesa redonda Inclusión y participación social en educación superior.

La doctora Xilda Lobato Quesada, coordinadora de Inclusión del Colegio Madrid y moderadora del encuentro, citó al doctor Benjamín Mayer, quien propone “cambiar el concepto de inclusión por el de interpelación y pensar, más que en buscar un lugar para incluir, en dejarnos interpelar por los individuos a través de la discapacidad para cambiar como sociedades y mejorar”.

El doctor Alejandro Cerda García, investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), refirió datos de la Organización Mundial de la Salud, según los cuales entre siete y 15 por ciento de la población padece algún problema motriz, visual, auditivo, psicosocial o mental y, en este contexto, las escuelas de nivel superior tienen un papel preponderante en garantizar los derechos de este sector en sus instalaciones.

Si bien para cualquiera es difícil ingresar a una institución pública, cuando se trata de gente con esa condición las trabas son mayores. En la UAM, por ejemplo, 1.4 por ciento de su comunidad estudiantil manifiesta alguna discapacidad; mientras que en la población mexicana uno de cada siete jóvenes llega a este grado escolar, sólo uno de cada 20 en esa condición logra tal objetivo y de ellos, dos de cada tres son hombres y una es mujer.

Las universidades deben avanzar para que no se reproduzca la brecha social que padece dicho segmento de la sociedad en distintos ámbitos y no desmotivar, sino alentar el ingreso, además de no abandonarlo, sino hacer los ajustes necesarios en aulas, bibliotecas e instalaciones deportivas y culturales, con el fin de que cuente con los escenarios para cursar sus estudios con éxito.

La maestra Francesca Munda Magill, directora de la Facultad de Educación de la Universidad Anáhuac, dijo que ésta cuenta –desde hace tres años– con la Coordinación para la Inclusión de Personas con Discapacidad, que sigue dos líneas de trabajo: garantizar una comunidad incluyente, por un lado, y crear una sociedad más incluyente, es decir, la institución impulsa la presencia de estas personas, pero también su participación.

La maestra María del Carmen Mota González, académica de la Universidad Iberoamericana de Puebla, sostuvo que esta entidad ocupa el quinto lugar en el país con mayor número de adultos mayores, por lo que ese centro de estudios cuenta con el Programa Universitario para Adultos, con diez años de experiencia.

Dicha iniciativa posee una estructura académica y una matrícula que comprende 80 por ciento de mujeres y 20 por ciento de hombres, y su experiencia de éxito es la permanencia, ya que los participantes “llegan para quedarse”, hasta terminar los cursos.

La maestra Maryangel García-Ramos Guadiana, responsable de la oficina de Diversidad e Inclusión del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, compartió que la misma fue creada para atender a alumnos con cualquier tipo de discapacidad y ha avanzado en la accesibilidad en el campus, además de que alrededor de 11 grupos estudiantiles se dedican a trabajar en temas relacionados.

La licenciada Socorro Lobato Alba, enlace de la Universidad Iberoamericana, campus CDMX y Tijuana, subrayó que tanto el modelo educativo como la misión de esta instancia son incluyentes y, por tanto, aplica programas de compromiso social, entre ellos el denominado Somos uno más, que desde 2014 ha atendido a 60 jóvenes con discapacidad intelectual.

Este modelo busca propiciar –en un ambiente de derechos y obligaciones– la autonomía de quienes tienen un rezago social importante, ya que no cuentan con acceso a la educación, mucho menos de nivel superior.

La maestra Nelly Martínez Sánchez, coordinadora de Cursos de Lengua de Señas Mexicanas de la Unidad Xochimilco –que imparten clases del tipo desde 2009– dijo que al principio fue un proceso muy difícil e incluso por un tiempo se cerró ante el bajo número de alumnos, pero ahora son brindados seis módulos –de 25 horas cada– uno miembros de la UAM y público externo.

La doctora Angélica Martínez de la Peña, profesora de la Unidad Cuajimalpa, refirió dos indagaciones aplicadas en diseño con un enfoque inclusivo, en cuyo desarrollo intervinieron personas con discapacidad.

El objetivo de ambas propuestas es favorecer la ubicación y la movilidad de la gente con discapacidad visual en el edificio de esa sede universitaria y para ello “los hemos invitado a tomar nuestra Universidad y colaborar en estos proyectos transformadores de nuestra comunidad”.

Uno de ellos es un sistema de señalización –a través de la aplicación del código Braille en directorios, mapas y nomenclaturas– para lo cual se han hecho adaptaciones específicas, por ejemplo, ponerlo a la altura de la mano, así como módulos interactivos que ayudan a los usuarios a ubicarse en el campus y un sistema de mapas hápticos específicos.

De acuerdo con la moderadora, la gran virtud de las acciones que se llevan a cabo en las distintas universidades es que “se han dejado llamar por las necesidades de la sociedad” –en este caso en cuanto a discapacidad– y eso habla de la gran responsabilidad social y de lo que “deberíamos replicar en muchos otros”.

La mesa redonda formó parte de los Foros virtuales: Problemas Metropolitanos, acciones para su atención. Inclusión Social: Discapacidad, experiencias, reflexiones y propuestas para la educación superior en el contexto actual de la pandemia, organizados por el Consejo Regional del Área Metropolitana de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.