Por: Redacción

El ser humano no ha logrado vivir en paz ni ha aprendido a convivir porque el pensamiento moderno occidental difunde dicotomías jerarquizadas: lo masculino y lo femenino o lo blanco y lo negro, que perpetúan el proceso de dominación de unos sobre otros, expuso la doctora Elsa Muñiz García, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante las Jornadas de pensamiento sociológico 2016-2017. Temas de vanguardia en sociología, realizadas en la Unidad Azcapotzalco, la académica señaló que el estudio de las prácticas corporales permite el conocimiento sobre la construcción y la producción de los individuos, el entorno en que se desenvuelven, las praxis de dominación, el disciplinamiento, la normalización y la acción de las propias personas.

También posibilitan el entendimiento del conjunto de relaciones sociales, políticas y económicas en las que se define la existencia e incluso la comprensión de las formas en que se generan la exclusión y la discriminación, así como la manera de evitarlas.

La docente del Departamento de Política y Cultura expuso que el proceso cambiante de las prácticas corporales no es independiente de la transformación del contexto en el que se desarrollan, ya que se resumen en habilidades de normalización, disciplinamiento del cuerpo –gimnasia, medicina, educación– patrones estéticos –raza, práctica de belleza, moda– sexualidad –identidades, pornografía, prostitución– violencia –mortificación, tortura y guerra– y subversión, disidencia y protesta.

“El organismo es producto y efecto de diversas destrezas corporales complicadas y polisémicas, cuyo proceso de materialización le otorga un carácter complejo”, sostuvo la académica del Área Mujer, Identidad y Poder de la Unidad Xochimilco de la UAM.

Al dictar la conferencia magistral El cuerpo: un desafío para el pensamiento sociológico la doctora en antropología expuso que para concebirlo como una complejidad hay que “conjuntarlo en sus significados biológicos, culturales e históricos y dejar de advertirlo como ente dividido.

Al mismo tiempo “descolocamos su subordinación respecto de la mente, lo cual se logrará en la medida en la que desestabilicemos la noción de cuerpo como objeto del conocimiento y del sujeto como cognoscente”.

El organismo debe ser pensado como un continuo entre biología y cultura, lo cual significa no reedificarlo ni reducirlo a uno u otro, pues su compresión en la ciencia moderna ha estado determinada por alguno de los dos polos: o es un objeto biológico, como lo vería la medicina, o se presenta como una construcción cultural, desde la antropología y las ciencias sociales.

Como el cuerpo responde a condiciones de existencia biológica, social y cultural para entender su complejidad se requieren prácticas corporales como un macro-concepto, que como objeto de estudio necesita una mirada transversal realista y constructivista.

La especialista en estudios de la mujer indicó que las destrezas del cuerpo se definen como sistemas dinámicos y complejos de agentes, acciones, representaciones del mundo y creencias que tienen los individuos y que actúan e interactúan coordinadamente con los objetos y con otras personas que forman parte del medio en que se producen, es decir, son históricas.

Los procesos cambiantes que caracterizan y diferencian las prácticas corporales no son independientes de la transformación del medio y/o contexto en el que se desarrollan, concluyó la investigadora.