***Por: María Manuela de la Rosa A./

La seguridad nacional de un país descansa en la capacidad de defensa de sus fuerzas armadas. Y no es ocioso hablar de la posición geoestratégica que ocupa México en el contexto mundial, pues si bien no ha logrado un pleno desarrollo como país, si tiene una gran incidencia en este mundo globalizado.

En medio de todas las complejidades de este planeta, es evidente que rige no la ley del concierto en armonía, como lo estipula la carta de las Naciones Unidas, sino la ley del más fuerte, que ha sido la constante a lo largo de toda la historia de la humanidad. Así hemos visto como se han creado los mayores imperios del mundo: el egipcio, el griego, el romano, el otomano, el español, e inglés. Ahora lo vemos con las tres más grandes potencias: Estados Unidos, Rusia y China, que son quienes definen a fin de cuentas las reglas del juego y buscan su hegemonía por todos los medios posibles. Pero lo que distingue a estos “vencedores” a lo largo de la historia, es el contar con un poderoso ejército.

Y vemos como un país tan rico como México se hace cada vez más vulnerable, porque no obstante contar con unas fuerzas armadas profesionales y bien entrenadas, su personal no es suficiente, no tiene capacidad de fuego, ni vehículos, ni aviones ni las embarcaciones necesarias y adecuadas.

Ejército, Fuerza Aérea y Marina Armada de México juntos no llegan a ni a los 280 mil efectivos, que tienen a su cargo la seguridad de 120 millones de habitantes, casi dos millones de kilómetros de territorio, más de 5 mil kilómetros de superficie insular, tres millones de kilómetros de mares y alrededor de cinco millones de kilómetros de espacio aéreo, todo esfuerzo humano en estas condiciones es insuficiente.

A esto se le agrega que un número considerable está formando parte de los contingentes que integran parte de la Guardia Nacional, que de acuerdo a cifras oficiales, suman un total de 52 mil efectivos distribuidos en los 150 lugares con mayores problemas de inseguridad del país. Así, las fuerzas armadas no sólo quedan muy mermadas, sino que se soslaya una vital actividad, que es la seguridad nacional, para tratar de resolver la grave crisis de violencia generada por factores tales como: el alto índice de impunidad; la corrupción de todo el sistema de procuración de justicia; la carencia de una policía local, estatal y federal profesional de carrera; la falta de oportunidades, tanto laborales como educativas, etc. Lo cual trajo consigo el crecimiento y expansión de las bandas criminales, que multiplicaron toda clase de delitos, desde el robo común, narcomenudeo, hasta el narcotráfico, el secuestro, robo de vehículos, de combustible, el asesinato, etc., más el saldo de la disputa abierta entre las diversas bandas del crimen organizado por obtener el control.

Sin duda, esta situación es una prioridad para México y lo sería para cualquier país, aunque una falta de adecuadas políticas públicas a lo largo de varias décadas, ha derivado en este caos, que además evidencia también la poca voluntad política, reflejada en esa indolencia para fortalecer a las instituciones a las que prácticamente se les ha impuesto toda la responsabilidad, incluso al margen de la normativa jurídica. Y me refiero concretamente a las fuerzas armadas en su conjunto, quienes han tenido que enfrentar esta problemática con sus propios medios, sin presupuesto y distrayéndose de sus misiones fundamentales, para intentar resolver un asunto de seguridad pública. Ahora incluso en la ciudad de México. Y lo inaudito es que la capital del país prácticamente mantiene un ejército paralelo, considerando que cuenta con alrededor 20 mil efectivos (3 mil más que el ejército de Dinamarca). Y no han podido resolver el problema de seguridad en la capital de la República, pero si se le exige a las fuerzas armadas que resuelvan el problema destacando un promedio de 346 personas por localidad. Misión no sólo imposible sino incongruente, en un escenario donde poblaciones enteras de miles de personas secundan a las bandas de delincuentes, como se ha visto cada vez con mayor frecuencia, en donde aprovechando la actitud respetuosa y prudente de las tropas, se lanzan contra ellos, que no sólo son los garantes de la soberanía nacional, sino los que por décadas han estado auxiliando a esa misma población durante desastres naturales y en múltiples contingencias.

Por otra parte, es importante considerar que la seguridad nacional no sólo incluye la defensa ante injerencias externas, sino la protección de la economía, la seguridad no sólo territorial y aérea, sino la marítima, los litorales…. Y entonces, ¿qué hacen los marinos dentro de territorio nacional, cuando tienen que proteger los mares, islas, zona económica…? ¿acaso no importa proteger a una de las más importantes economías pesqueras del mundo? Justo es mencionar que México es el 14º productor de camarón y la 17ª potencia pesquera. Además de que dada la sofisticación del tráfico de estupefacientes, el tráfico de drogas se ha incrementado a través del mar.

¿ Y qué hace el ejército en labores policiacas, sin respaldo jurídico e incapacitado legalmente para hacer detenciones y menos investigaciones? Cuando México es un país muy rico, que debe proteger su patrimonio ¿Por qué distraer a las fuerzas armadas de sus misiones, que son de vital importancia? Y si no hay otra dependencia capaz de hacerlo y son las únicas en las que se confía para tan delicada tarea ¿por qué no se les ha dotado de los recursos materiales y legales necesarios?

Según Forbes, en el 2015, Pemex era la 9ª compañía más grande del mundo, cuyas instalaciones son estratégicas. Aunque en el 2017 México figuraba en el 17º lugar de producción de petróleo, por debajo de Venezuela (que es el país con mayores reservas del mundo). Y el petróleo es un recurso no renovable de indudable importancia geoestratégica.

Por su tamaño, México ocupa el 14º lugar, mismo que ocupa por la importancia de su economía, pues no hay que olvidar que, entre otras cosas su posición en el ranking mundial es:

1er productor de plata.
1er productor de aguacate.
6º productor de cobre.
7º en la producción de maíz
8º productor de oro.
13º productor de energía eléctrica
13º productor de acero
20º productor de gas natural

Y pese a que México ha sido boletinado varias veces por los altos índices de inseguridad, es el 20º país con más turismo.

Si esos cuantos datos no nos dicen nada de la importancia de la seguridad nacional para México, también hemos de agregar que México, aunque no figura como productor, tiene la mayor reserva de uranio del mundo.

Y sin embargo, las fuerzas armadas, que son el garante de la seguridad nacional, que trabajan en tareas de seguridad pública y son las que actúan de inmediato en casos de desastres y contingencias, cuentan con un presupuesto sólo de 6,700 millones de dólares, esto es, el 0.1 % del presupuesto federal y el 0.4% del PIB, que está muy lejos del mínimo recomendado por l OTAN, que es de el 2%.

El Ejército, Fuerza Aérea Mexicanos y la Marina Armada de México no sólo trabajan con un presupuesto raquítico y desproporcionado a las crecientes exigencias de los gobiernos de las últimas décadas, sino que además cuentan con equipo obsoleto. Sólo mencionar que sus bocas de fuego tienen más de 70 años; los aviones caza más modernos son los F-5, que fueron fabricados hace 57 años, además de que, no están artillados.

¿cómo proteger entonces la soberanía nacional, nuestro territorio, nuestros mares nuestra población y nuestras riquezas?

España, un país poco más grade que el Estado de Chihuahua, cuenta con 174,000 efectivos y un presupuesto de 18,000 millones de euros, tres veces más que las fuerzas armadas mexicanas y sus funciones se circunscriben a las tradicionales de cualquier ejército.

En América Latina, México es la segunda economía, después de Brasil, pero este gigante verde cuenta con 360,000 efectivos, con un presupuesto de 29,300 millones de dólares, el 1.6 del PIB y es el 14º país más poderoso por su capacidad defensiva.

Es prioritario que se ponga el dedo sobre el renglón porque no basta con tener al ejército que responda a todas las demandas con abnegada convicción, sino dotarlo de los medios para cumplir con eficiencia las tareas que le sean asignadas. Sin dejar de reconocer que se ha distinguido de otros países de América, por contar con un prestigio muy bien ganado de profesionalismo y lealtad.

Las fuerzas armadas no sólo cumplen misiones fundamentales, sino que coadyuvan con labores que son responsabilidad de otras dependencias, como SEMARNAT, con la producción de árboles y reforestación, con la SEP, con la participación en programas de alfabetización de adultos, con las dependencias del sector salud, a través de la labor social con consultas médicas, vacunas, profilaxis, etc.; de manera transversal con la aplicación del Plan DN-II-E, en campañas contra el gusano barrenador, contra el dengue, y muchas más. Y desde hace más de una década en labores de seguridad pública. Una sobrecarga de funciones, sin dejar de trabajar en ese intangible producto que se llama seguridad nacional.

***María Manuela de la Rosa Aguilar, comunicóloga, Teniente Coronel, egresada de la FES Acatlán, estudió la Maestría en Administración Pública en la FCPyS de la UNAM; la Maestría en Relaciones Internacionales, Protocolo y Negociaciòn en la Escuela Jacobea de Posgrado; Especialista en Gabinetes de Prensa de Fuerzas Armadas en la Universidad Complutense de Madrird y el Ministerio de Defensa Español, especialista en Comunicaciòn Política por la misma universidad, donde cursó el Doctorado en Ciencias de la Información; Diplomado en Historia, Literatura y Arte Virreinal en la Universidad Iberoamericana, etc.