• El impacto de la contingencia ha evidenciado la necesidad urgente de un acceso efectivo a la salud, vivienda de calidad, seguridad social y alimentación.

Por: Redacción/

La falta de acceso a satisfactores básicos como alimentación, agua potable, drenaje y electricidad, así como de calidad de espacio en las viviendas dificultan la implementación de medidas preventivas elementales como el lavado de manos y la sana distancia en el contexto de la pandemia, afirmó la doctora Rosario Cárdenas Elizalde, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El nivel de ingreso es un factor de riesgo y mientras no exista vacuna o tratamiento específico para controlar la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2, la precariedad económica seguirá siendo un impedimento para dejar de trabajar y mantener el confinamiento o los aislamientos sociales necesarios para evitar contagios, advirtió hoy durante el programa UAM, Responsabilidad social frente al COVID-19, que transmite la emisora de la Casa abierta al tiempo.

Las actividades esenciales han continuado durante estos meses, “pero en la medida que la pandemia se sostiene la afectación al ingreso es cada vez más fuerte y evidentemente las personas que dependen de un ingreso diario no pueden sostenerse pues se mantienen del dinamismo económico”.

Entonces, “encontrar el balance entre atender las necesidades de salud que la contingencia provoca y darle diligencia a la economía resulta muy complicado y requiere del involucramiento de todos y la claridad de que solamente con la contribución general será posible interrumpir los contagios en tanto esté disponible una inmunización eficiente y segura”.

El impacto de la contingencia ha evidenciado la necesidad urgente de un acceso efectivo a la salud, vivienda de calidad, seguridad social y alimentación”, enfatizó la profesora investigadora del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo (CONEVAL) incorpora estos derechos para conocer la medición de pobreza y en 2021 se contará con nueva información que permitirá reconocer el efecto de la crisis sanitaria en México.

En 2018, según la información recabada, 16 por ciento de la población carece de atención en el rubro de salud, “es decir, una de cada cinco personas –llegando a uno de cada diez en la entidad más favorecida– no tiene a dónde acudir para hacer valer ese tipo de prestaciones, lo que explica en parte la dinámica de la contingencia en el país”, apuntó en la emisión conducida por Carlos Urbano Gámiz.

“No estábamos preparados para una situación de esta magnitud, que no había vivido la especie en más de un siglo. Ahora contamos con el conocimiento científico y que nos permite, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), considerar que ésta es una pandemia controlable, dado que tenemos las herramientas para modificar su curso. Lo que habíamos tenido en el pasado eran coronavirus que forman parte de la misma familia y que registraron brotes epidémicos en lugares muy específicos: en Asia con el SARS-CoV-1 y en el Medio Oriente con el MERS, pero que fueron regionalizados”.

Para hacer frente al escenario provocado por la emergencia sanitaria ha sido necesario expandir los programas y ampliar su orientación para sostener la actividad económica y los apoyos a personas adultas mayores o con alguna discapacidad, así como fortalecer el otorgamiento de becas, de la mano de mejoras a la infraestructura instalada, aunque muchos mexicanos todavía desconocen a dónde acudir a recibir atención médica.

“Lo cierto es que atender a la población frente a la pandemia no puede ser igual en todo el país, pues vivimos en una nación heterogénea y con el COVID-19 las desigualdades se han agudizado todavía más”, concluyó.