• La neuroarquitectura cobró relevancia en los últimos años y es considerada para iluminar áreas con luz natural y con colores que estimulan la percepción.

Por: Redacción/

El empleo de materiales orgánicos para construir casas y edificios en un entorno de naturaleza que genere ambientes de calidez propone la neuroarquitectura, un elemento que impulsa el desarrollo armónico de los sentidos, explicó la maestra Adriana Díaz Caamaño en el Ciclo: Jueves geográficos ¿para qué sirve el paisaje?, organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“En espacios donde se usa la madera, la exposición por un minuto a ese olor agradable quita el estrés”, lo cual denota el clima favorable que proporcionan ahora algunos hospitales, escuelas y viviendas, afirmó la especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Desarrollada desde 1970, la neuroarquitectura cobró relevancia en los últimos años y es considerada para iluminar áreas con luz natural y con colores que estimulan la percepción, ya que se trata de recuperar la tranquilidad y la serenidad para detonar las neuronas, en particular la dopamina.

El mexicano Luis Barragán sostenía que la disciplina debe dar placidez e incitar los cinco sentidos, además de que estudios neuronales determinan los colores y los olores que causan satisfacción; la arquitectura debe provocar un buen ánimo y para que un lugar sea grato se requiere de la antropometría con el fin de dotar equilibrio y quietud.

Los sitios de bienestar son diferentes para cada persona y dependen de factores diversos, lo que explica, por ejemplo, que para lograr la calma los jóvenes busquen que un lugar tenga relación con la gente de su edad. Esto tiene que ver con el estado psicológico, por lo que la tendencia en esta materia recomienda estar en contacto con la naturaleza.

Las construcciones deben integrar la sustentabilidad para estar en vínculo con la luz y el calor; los nosocomios precisan una arquitectura biofílica que fomente la interrelación, mientras que la urbe debe procurar la integración, es decir, que no sólo se diseñen unidades independientes sin vinculadas entre sí y en interiores es conveniente combinar madera con cerámica.

La investigadora de la UNAM enfatizó que obras recientes han sido pensadas con jardines en cada nivel que permiten el paso de la luz y la ventilación. En las grandes ciudades se están erigiendo con paisajes verdes y materiales orgánicos, ya que el entorno cambia la actitud personal, lo que contribuiría a disminuir la violencia y, por ende, la delincuencia.

El aspecto visual, el tacto y las sensaciones son necesarios para estar bien y gozar de buena salud, al grado de que quienes habitan en el campo perciben mejor la calidad de vida que los citadinos.

En México, con excepción de algunos desarrollos recientes, la biofilia tiene retraso, aunque en centros comerciales existe contacto con plantas y se aplica el concepto de patio con estanques de peces.

Sobre el impacto de las pandemias en la arquitectura, Díaz Caamaño comentó que a mediados del siglo XIX las casas evitaban la proliferación de bacterias y los muebles comenzaron a ser más ligeros para facilitar el aseo e incluso las calles fueron modificadas para una mayor limpieza.

Con la emergencia sanitaria por el COVID-19 “nos sentimos amenazados y surgen necesidades para adecuar la infraestructura, pues sabemos que el hacinamiento, la falta de árboles y la contaminación atmosférica afectan la salud y precarizan la vida de la población, destacando de manera especial en la alcaldía Iztapalapa y los municipios de Naucalpan y Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México”, concluyó la experta en la charla Arquitectura, paisaje y salud mental.