• Al ser un virus zoonótico tiene una gran cantidad de hospederos antes de llegar al ser humano.

Por: Redacción/

Los coronavirus han existido desde hace muchos años y producían resfriados comunes, sin embargo, el SARSCoV-2 es reciente y apenas “estamos aprendiendo sobre él y sus efectos en los seres humanos”, refirió el doctor Jaime Bustos Martínez.

El profesor del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco explicó que si bien afecta al sistema respiratorio, se trata de un virus multisistémico que puede dañar diferentes órganos, por lo que la comunidad científica ha trabajado a marchas forzadas para encontrar una vacuna.

“Aunque la mayoría de la gente presenta síntomas leves, incluidos fiebre, tos, fatiga y pérdida del gusto y olfato, algunas otras con una infección moderada o severa pueden sufrir daños en su sistema cardíaco, así como problemas hepáticos, renales y neurológicos, entre otros”.

Hay más de 100.1 millones de personas infectadas en el mundo y 2.1 millones de decesos, por lo que “nos encontramos en un momento peligroso y crucial”, que ha llevado a buscar una salida al estado de emergencia que se vive en todo el orbe, con ensayos clínicos que deben ser aprobados por instancias nacionales e internacionales.

Existen muchas formas de vacuna contra el virus, incluidas las elaboradas con microorganismos vivos atenuados por métodos físicos, químicos o biológicos o las de RNA, que toman un fragmento del virus y lo cubren con una membrana para introducirlo, entre ellas las que han sido aprobadas por Moderna-NIAID y Pfizer-BioNTech.

Por su parte, Johnson & Johnson con CanSino (Fase 3), AstraZeneca y Sputnik utilizan inoculaciones con vectores virales, al tomar virus que no producen daño e introducen su material genético para que exprese la Proteína S.

“Hay 155 ensayos preclínicos de inmunización en el planeta: 22 en fase 1 con ensayos de seguridad de pequeña escala, 15 en fase 2 con pruebas más amplias, diez en fase 3 con ensayos y pruebas de eficacia mayores, rumbo a su aprobación”.

El investigador apuntó que todas pretenden generar anticuerpos neutralizantes como la Inmunoglobulina M (IgM) y Inmunoglobulina G (IgG) para que puedan unirse a una de las proteínas del virus, bloquearlo y evitar que infecte a las células.

“Se busca la eficiencia y la seguridad, con una probabilidad de 90 al 95 por ciento de capacidad para inducir la respuesta inmune neutralizante contra el patógeno y con pocos o nulos efectos adversos, tales como fiebre, dolor de cabeza, fatiga y congestión nasal”.

Aunque se espera que la vacuna llevará al fin de la pandemia, el doctor Bustos Martínez indicó que deben considerarse algunos aspectos, entre ellos el tipo de dosis y la correcta aplicación, su conservación y manejo, pues debe mantenerse en un ambiente de -70 °C, con ultracongeladores y equipos especializados.

Entre los principales retos están la inmunosenescencia, la cual se refiere al deterioro gradual del sistema inmune en personas mayores y su respuesta a la vacuna, la mutación del virus y la reinfección, pues la inoculación sirve específicamente para un tipo de linaje de éste y no para todas sus variantes.

Además, al ser un virus zoonótico tiene una gran cantidad de hospederos antes de llegar al ser humano, entre ellos murciélagos, pangolines y otros reservorios animales, por lo que no se puede erradicar por completo del planeta.

El académico señaló que la Política Nacional de Vacunación contra el virus SARS-CoV-2 busca disminuir la carga de enfermedad y defunciones ocasionadas por COVID-19, con un calendario que contempla la aplicación entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021.

Para terminar la pandemia se requiere inocular al menos a 70 por ciento de la población en el mundo y pasarán años antes de que esto suceda, por lo que “debemos continuar con las medidas de prevención, tales como el uso de cubrebocas, el lavado de manos y la sana distancia”.