Por: Redacción/

La izquierda en América Latina debe ser democrática o no será, sostuvo el doctor José Luis León Manríquez, investigador de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en entrevista para el programa Horas de Vuelo, que transmite UAM Radio 94.1 FM.

El profesor del Departamento de Política y Cultura aseguró que, luego de los acontecimientos en Bolivia derivados de las denuncias de fraude en las pasadas elecciones presidenciales, la izquierda latinoamericana debe aprender a asumir las reglas del juego democrático y entender que, por muy bueno que sea un proyecto económico, por mucho que se busque el bienestar de las personas y el país, también es necesario permitir la alternancia.

“Si el ex presidente Evo Morales Ayma hubiera dejado que las votaciones siguieran su libre curso y aceptado una derrota tendría su lugar asegurado en la historia, porque ningún mandatario boliviano había hecho por su país lo que él logró.

El doctor León Manríquez reconoció que la voluntad de quedarse en el poder abrió las puertas al golpe de Estado en la nación andina y si bien “podemos estar en favor o en contra dio argumentos a las fuerzas conservadoras bolivianas y al gobierno de Estados Unidos a intervenir y tratar de deponer al gobierno”.

En todo orden democrático hay desgaste de los gobiernos y así como se suman logros de las gestiones de Morales Ayma en materia económica y social, “su gran pecado ha sido modificar la Constitución para que una persona se mantenga en el poder, lo que generó un desastre que desembocó en el reciente proceso electoral”.

El académico recordó que en 2016 se llevó a cabo un referéndum sobre si debería reelegirse para un cuarto periodo y perdió por una escasa diferencia; “la voluntad era que no llegara a una cuarta reelección, sin embargo, un fallo del tribunal constitucional en 2017 anuló los resultados del referéndum con el argumento de que era un derecho humano querer ser presidente, abriéndose camino para que buscara un cuarto mandato”.

La decisión de dar asilo político al ex presidente de Bolivia es acertada, porque reivindica algunas de las mejores tradiciones de la política exterior de México y “nos coloca de nuevo en el mapa de las naciones progresistas” o con una cierta independencia en el territorio de la política exterior.

Aun cuando esta “postura ha resultado controvertida, también representa una forma de que las relaciones internacionales de México se salgan de la dinámica que ha tenido el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha concentrado todo en la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, pero ahora manda un mensaje de que México está en América Latina y reivindica una práctica de asilo que fue un orgullo de la diplomacia nacional durante muchos años”.

El experto en relaciones internacionales manifestó que desde que Morales Ayma llegó a la presidencia en 2006 existe mucha gente beneficiada por sus políticas que estaría dispuesta a embarcarse en una lucha armada, por lo que optar por la renuncia y el exilio fue un acto de prudencia y una maniobra sensata que lo deja en una buena postura.

Además, el hecho de no resistirse a este golpe cívico-militar lo coloca en una posición de margen que le será útil para intentar regresar más adelante a la vida política de esa nación andina. “De Morales se pueden decir muchas cosas, pero no es un asesino, represor ni un dictador sangriento, sólo es una persona que cometió el error de quedarse en el poder”.

Bolivia ha sido de los países con mayor desigualdad social y racial porque incluso en la actualidad cerca de 60 por ciento de la población es indígena, 30 por ciento mestiza y una élite de 10 por ciento es blanca o criolla, que es la que tradicionalmente ha controlado los bastiones políticos, económicos y sociales.

“Por eso la llegada de Morales, luego de las elecciones de 2005, marcó un hito histórico en ese país sudamericano, porque se trata del primer presidente indígena que ha tenido esa nación tradicionalmente polarizada”.

El politólogo e internacionalista enfatizó en que trató de cambiar el curso de la desigualdad social y realizó una serie de cambios jurídicos, económicos y políticos. Una de las primeras acciones fue nacionalizar los energéticos, los hidrocarburos, el petróleo y el gas que es la principal exportación de Bolivia utilizando el excedente para redistribuir el ingreso y beneficiar a la mayor parte de la población.

Además estableció tres programas sociales relevantes: uno, el incentivo para que los niños vayan a la escuela sin dejar las labores del campo; un programa de apoyo a las personas de más de 70 años y otro a las madres y los niños recién nacidos para utilizar los servicios de salud promovidos por el gobierno, con lo cual se logró reducir la mortalidad infantil”.

Por lo tanto, ha sido uno de los casos más exitosos en América Latina de reducción de desigualdad social, pues “cuando inició su primera gestión en 2006, el porcentaje de la población en condiciones de pobreza era de 60 por ciento, a la fecha, las cifras reconocidas por las propias autoridades de Bolivia y el Banco Mundial refieren una reducción a 35 por ciento de la población.

“Propios y extraños coinciden en señalar que Bolivia vivó una enorme experiencia de redistribución del ingreso, cuya tasa de crecimiento del producto interno bruto fue del cinco por ciento, una de las más altas de América Latina, lo cual se logró en gran parte por el alza en las materias primas. Al ser exportador de petróleo, oro, gas y minerales como litio, el precio sufrió un alza significativa entre 2013 y 2014, y eso propició que la economía generara importantes excedentes que se utilizaron para fomentar las políticas distributivas”, concluyó el doctor León Manríquez.