• Muchas naciones quedaron atrapadas en déficits fiscales, que en promedio alcanzan 12.7 por ciento del PIB, y en el futuro esas pérdidas superarán las previas al confinamiento.

Por: Redacción/

La economía de México crecerá en tres por ciento en 2021, menor al rango de entre cinco y siete por ciento pronosticado por entidades oficiales y agencias calificadoras, afirmó el doctor José Alfredo Sánchez Daza, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Dado que su capacidad se ha ubicado en un incremento anual de dos por ciento, en promedio en las últimas dos décadas, no es de esperarse un desempeño alentador, además de que debieran aplicarse políticas anticíclicas; invertir en educación e infraestructura; incentivar el ahorro y apuntalar la seguridad nacional combatiendo la violencia en todas sus formas, en particular aquella contra las mujeres, planteó el profesor del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco.

El papel del Estado es importante, pues la desregulación fue la semilla de la destrucción del sector, por lo que el proceso implementado en los últimos 20 años del siglo pasado fue el origen de las crisis de 2001, de 2007-2008 y de 1994. El Estado debe asumir el control y su participación es necesaria, ya que ahora se requiere identificar los rubros y las actividades clave para la intervención gubernamental en defensa de los ciudadanos.

“Debemos mantener la batalla para lograr la recuperación, pero es impostergable desplegar estrategias políticas para alcanzar el desarrollo”, dijo en la Conferencia: Más allá de la coyuntura de la economía mexicana, organizada por el Área de Investigación Sociedad y Acumulación Capitalista.

Derivado de la desaceleración tendencial de las dos últimas décadas –la posterior a 2008 fue catalogada como perdida– ya antes de la pandemia del COVID-19 hubo advertencias fundadas de altos riesgos de una tercera crisis mundial y las estadísticas financieras globales permiten ver que la economía internacional se ha mantenido a la baja, en virtud de que “tuvimos condiciones poco afortunadas para enfrentar el conflicto generado por la emergencia sanitaria”.

Los países tuvieron que hacer esfuerzos adicionales para contar con recursos para enfrentar la contingencia en el terreno fiscal y los desarrollados asignaron el equivalente a diez por ciento de su respectivo Producto Interno Bruto (PIB); los subdesarrolladas apenas cuatro por ciento, y algunos de los más pobres prácticamente nada.

Muchas naciones quedaron atrapadas en déficits fiscales –que en promedio alcanzan 12.7 por ciento del PIB– y en el futuro esas pérdidas superarán las previas al confinamiento.

En Estados Unidos, Canadá y parte de la Unión Europea ese rubro alcanzará 14.4 por ciento, y en algunos de los emergentes será menor a diez por ciento, por ejemplo, en México se situará en 5.8 por ciento, que si bien es discreta, duplica lo registrado en años recientes.

De cara a la pospandemia, los márgenes fiscales se están acortando por los esfuerzos financieros que ha exigido el COVID-19 y la caída, tanto de la producción como de la recaudación, sostuvo el académico de la UAM.

La deuda gubernamental constituye otro factor restrictivo y la perspectiva es que el orbe alcance niveles históricos, sólo comparables con la Gran Depresión de 1930 y la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque en el caso de México, la existente en la década de 1970 no se compara con la actual, que es mayor.

En la actualidad se sitúa arriba de cien por ciento como proporción del PIB en casi todo el mundo: en 2020 Japón reportó una deuda de 266 por ciento; Italia de 161 por ciento, y Estados Unidos de 131 por ciento, por lo que el promedio global asciende a 125 por ciento”.

En 2020, México reportó una deuda bruta de 65 por ciento del PIB y así se mantendrá hasta 2025, lo que representa un incremento de 12 puntos respecto de 2019.

“Desde 2008 padecimos una desaceleración y en este contexto, el COVID-19 llegó a agravar nuestros problemas económicos. Si bien ahora se vislumbra una ligera mejoría, no existe seguridad pues el PIB por habitante ha caído a condiciones de hace 25 años y el salario mínimo se mantiene como unos de los más bajos de América Latina, por debajo de Chile, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú y Argentina”.

El reto nacional es erradicar la pobreza; crear empleos; brindar salarios dignos a través de la aplicación de políticas anticíclicas para incentivar el desarrollo y no de austeridad, pero “no podemos esperar la recuperación por efecto de rebote del presupuesto que está destinando Estados Unidos” para reactivarse, concluyó el doctor Sánchez Daza.