• El académico Joel Flores Rentería, consideró que el pueblo debe ejercer y construir mediante mecanismos jurídicos un contrapoder que permita limitar las acciones de los gobernantes.

Por: Redacción/

La responsabilidad, la legalidad y la transparencia en el ejercicio de los cargos y la rendición de cuentas de los servidores públicos, así como la vigilancia y el control de los representantes por parte de la ciudadanía constituyen el fundamento de una ética pública, aseguró el doctor Joel Flores Rentería, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al dictar la conferencia Apuntes para una ética pública señaló que un servidor público le debe el cargo al pueblo, su responsabilidad implica la legalidad, no puede extralimitarse en las funciones que la ley le atribuye al cargo y, por ello, es responsable de sus acciones ante los habitantes que son sus iguales.

El académico del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco consideró que el pueblo debe ejercer y construir mediante mecanismos jurídicos un contrapoder que permita limitar las acciones de los gobernantes, pues ha jugado un papel que subyace a la vida de las democracias.

“La denuncia, la vigilancia y el control de los representantes son deberes éticos de la ciudadanía mientras que la responsabilidad, la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas lo son de los servidores públicos, pero en este caso, además de ser una obligación ética ésta debe plasmarse en los ordenamientos jurídicos para que a su vez sirvan de basamento al contrapoder de la sociedad”.

De acuerdo con el profesor-investigador se trata de una ética pública y democrática en su concepción, pero no en su aplicación y se vuelve relativa debido a que recurre a usos y costumbres que se plasman en el derecho y legitiman una forma de dominación.

El pueblo es la fuente de la que emana la ley y todo poder público, pero ello ocurre tan sólo en el discurso, en los hechos es despojado de todo derecho hasta quedar convertido en un instrumento de legitimación política.

El doctor Flores Rentería recordó que las revoluciones democráticas de los siglos XVIII y XIX sustituyeron a la aristocracia de sangre por la aristocracia del dinero, reivindicaron a la sociedad patriarcal de los siglos anteriores, pero ahora renovada con la figura del ciudadano varón y propietario, donde lo más contradictorio a la ética y a la democracia fue haber preservado la esclavitud.

En los tiempos actuales, la ética pública no puede estar fundada en la moral porque legitima y legaliza determinadas formas de dominación que de una u otra manera se plasman en la ley.

“La ética es contraria a toda moral pública o privada que haya legitimado o legitime la esclavitud o la trata de gente en cualquiera de sus formas; una persona racional como dice Kant existe como fin en sí mismo no meramente como medio para el uso a discreción de esta o aquella voluntad, sino que tiene que ser considerada en todas sus acciones tanto en las dirigidas hacia sí mismo como hacia otros”.

Si se parte de que la ética es un conjunto de valores o principios que norman la conducta y se encarga de preservar la vida y la libertad de los individuos, y si todo ser humano posee la voluntad como principio racional, el cual es el origen de sus actos, entonces debe ser considerado libre y responsable de sus acciones.

“En este sentido, esta disciplina filosófica es opuesta a la moral que da sustento a las sociedades patriarcales, pues si las mujeres son responsables de sus acciones y por ello acreedoras a una sanción, lo son porque son entes libres, de lo contrario, no serían responsables de nada ni podrían ser sancionadas”.

Por algo la ética postula la equidad de género, la erradicación de la violencia en contra de la población femenina y la no discriminación por motivos de género, raza, religión, preferencia sexual o cualquier otra diferencia con los principios de inviolabilidad de la persona y de la libertad, afirmó.

El doctor José Antonio Paoli Bolio, encargado de comentar la ponencia, hizo un repaso histórico sobre la esclavitud y su abolición; el planteamiento del Estado moderno; la democracia, la paz y el concepto de verdad.

El académico adscrito al Departamento de Educación y Comunicación señaló que un fundamento clave de la legitimidad es la democracia en la que los gobernantes deberían de estar al servicio de los gobernados y no al revés.

La conferencia –moderada por la doctora Laura Valencia Escamilla, investigadora del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco de la UAM– formó parte del ciclo Perspectivas políticas y retos de las políticas públicas.