Por: Redacción/

Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabajan en el diseño de un tren de tratamiento de aguas para eliminar contaminantes del Lago de Valsequillo, en el estado de Puebla, con el propósito de abastecer del recurso salubre a comunidades aledañas, informó la doctora Ariadna Alicia Morales Pérez, académica del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa.

La también denominada presa Manuel Ávila Camacho es parte del sistema hídrico más grande de la referida entidad, en el que confluyen los ríos Atoyac, Alseseca y Zahuapan, que en su trayectoria atraviesan parques industriales y empresas dedicadas sobre todo a los giros textil, químico-farmacéutico, metalúrgico, petroquímico, automotriz y papelero.

La profesora expuso en entrevista que dicho ecosistema recibe alrededor de 55 descargas residuales –45 de tipo industrial y diez urbano o municipal– arrojadas a los ríos que desembocan en la presa y contaminan un sitio que, de acuerdo con los pobladores, hasta hace unos años era cristalino y donde se podía pescar e incluso nadar, sin embargo, suministra al distrito de riego 030 en Puebla, por lo que “podría decirse que son los ríos de la venganza, pues muchas de las hortalizas de esa área se comercializan en la Central de Abastos de la Ciudad de México”.

La normatividad permite el riego agrícola con esos recursos, lo que “genera graves problemas de salud” porque la mayoría del caudal no es sometida a tratamiento y, aun cuando hay algunas plantas para cumplir esto, utilizan procesos convencionales que dejan los contaminantes recalcitrantes en los efluentes, es decir, no los remueven.

El asunto se agrava porque esas sustancias migran a través del subsuelo y dañan los mantos acuíferos que abastecen a poblaciones vecinas.

Entre los metales altamente tóxicos –algunos cancerígenos– destacan el arsénico, el mercurio y el plomo debido a que registran concentraciones 245, 4,500 y 60 veces, respectivamente, por encima del valor máximo permitido (LMP) en la NOM-001-SEMARNAT-1996, lo que provoca enfermedades letales en la gente, así como efectos nocivos en el entorno.

“En el acuífero hemos encontrado arsénico, cromo y plomo que rebasan 37, 10 y 750 veces el LMP establecido en la norma ambiental NOM-127-SSA1-1994 para uso y consumo humano, lo que representa vulnerabilidad” en quienes habitan los alrededores, especificó.

También se han hallado pigmentos infectados, plaguicidas, coliformes fecales –mil por ciento en exceso– y parásitos, que al ser comunes en el embalse ponen en riesgo a las personas, dijo la doctora Morales Pérez.

Los padecimiento más frecuentes atribuibles al deterioro del lago son alergias en la piel; males gastrointestinales; parasitosis; infecciones en los ojos; sangrado de nariz; púrpura trombocitopénica; anemia; aplasia medular; leucemia; daño renal; desarrollo deficiente del tubo neural; afectación de médula ósea; otros transmitidos por mosquitos y cáncer debido a la bioacumulación de toxinas.

Además de que resulta comprometido el bien requerido para el consumo humano y se ponen en peligro la agricultura, la pesca y la recreación, entre otras actividades vinculadas a la presa.

El proyecto de investigación de la UAM –inscrito y apoyado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN)– se enfoca en el sexto objetivo asequible de la agenda 2030: proporcionar agua salubre a las comunidades vulnerables, por lo que “si no contenemos el problema con medidas asequibles de mitigación se nos puede salir de las manos, ante lo cual proponemos procesos fisicoquímicos y de oxidación avanzada para abastecer el líquido con calidad potable, es decir, que cumpla con los 46 parámetros normados en la NOM-127-SSA1-1994”.

En San Baltazar Tetela se centra el estudio, debido a que es uno de los lugares que más resiente la contaminación, dado que asemeja “una isla rodeada por el lago” y el pueblo recibe el recurso mediante dos pozos profundos, pero el proveniente del acuífero carece de las características adecuadas para el organismo.

De acuerdo con proyecciones sobre el crecimiento demográfico para 2050 habrá cerca de diez mil habitantes, lo cual significa que se incrementará la demanda hídrica en 48.75 por ciento y será necesario disponer de mil 430 metros cúbicos del líquido al día.

Como solución, el grupo de especialistas de la Casa abierta al tiempo propone el diseño y la construcción de un tren de tratamiento en cada pozo para eliminar las sustancias recalcitrantes que no son eliminadas durante los procesos convencionales, con el fin de obtener agua salubre.

El trabajo será desarrollado en tres etapas: la primera consistiría en el muestreo del agua proveniente de los pozos de suministro de la red y de algunos domiciliarios; la segunda, en el análisis de la calidad, según los parámetros establecidos en la NOM-127-SSA1-1994, lo que permitirá identificar los contaminantes fuera de norma, y la tercera, en la creación y edificación del tren de tratamiento.

La metodología que pondrán en marcha para alcanzar estos objetivos consiste en “métodos terciarios, físico-químicos y de oxidación avanzada” dirigidos a la remoción de materiales específicos derivados de la precipitación química, la adsorción y procesos fotocatalíticos para aprovechar la radiación solar “que nos permita atacarlos”.

Además se indagará en el influente y el efluente –antes y después del tratamiento– para garantizar que se haya disminuido la toxicidad y se prevé una fase de biomonitoreo humano que consistirá en medir la bioacumulación de esas toxinas en sangre y orina de la gente, con el fin de determinar el porcentaje que se encuentre en riesgo.

Una parte esencial del estudio es la atención al aspecto social, en el sentido de propiciar el acercamiento de los alumnos con los pobladores mediante la aplicación de encuestas para conocer si padecen alguna enfermedad o si han ocurrido fallecimientos que pudieran relacionarse con el estado del cuerpo de agua.

La investigación beneficiaría a diez mil personas en los próximos 30 años y servirá de ejemplo para otras comunidades aledañas a la presa, que limita al norte con los municipios de Cuautinchán y Tepeaca; al sur con Tzicatlacoyan, y al oriente con Mixtla y Santa Isabel Tlanepantla.

Entre los principales obstáculos a vencer para poner en marcha esta indagación están el financiamiento y la adquisición –en tiempo y forma– de los materiales y reactivos. Por ejemplo, se requiere un espectrofotómetro de UV-vis para analizar muestras, consumibles indispensables en el análisis de los 46 parámetros normados en muestras de agua de los pozos.

El equipo está conformado por los doctores Morales Pérez, Alberto Soria López y Gretchen Lapidus Lavine, y alumnos del Área de Ingeniería Química que han sido capacitados en el Laboratorio de Análisis de Agua.