Por: Redacción/

En México, entre 40 y 50 por ciento del plástico es utilizado en envases y embalajes que tienen una vida útil corta, no se degradan con rapidez y se hallan en gran cantidad en los desperdicios domiciliarios, aseguró la doctora Alethia Vázquez Morillas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Un análisis realizado por el gobierno federal a nivel nacional reveló que alrededor de 13 por ciento de los restos generados es plástico y los componentes principales son bolsas, recipientes de alimentos, artículos de limpieza y cuidado personal, unicel, PET, cartón, papel, tetra pack, metal y vidrio.

Aunque estos datos dicen poco y no se cuenta con cifras concretas en el país, la académica del Departamento de Energía de la Unidad Azcapotzalco recomendó reflexionar sobre el consumo, ya que cada mexicano produce un kilogramo de basura al día, en promedio, y entre 70 y 80 por ciento de los despojos del tipo se va a tiraderos a cielo abierto; entre diez y 20 por ciento se recicla; cinco por ciento se incinera, y hasta 15 por ciento queda a disposición del medio ambiente, lo que ocasiona que llegue a drenajes y distintos ecosistemas naturales.

El reciclaje o reutilización de restos materiales para la fabricación de bienes nuevos –mediante una serie de operaciones mecánicas y de limpieza– es viable, pero “el gran reto es el acopio de un volumen suficiente de plásticos separados correctamente para que todo este proceso tenga sentido, desde los ámbitos medioambiental y económico”.

La especialista en gestión de desechos detalló que esto se hace por dos vías: mecanismos formales con programas oficiales de selección de basura, centros de depósito establecidos y mercado de trueque, y aquellos informales, que se desarrollan en gran proporción.

“Hay recolectores informales en las calles o de separación en vehículos, cuya recuperación resulta poco eficiente y los orilla a trabajar en condiciones de insalubridad, inequidad y vulnerabilidad social”.

También existe un procedimiento para generar electricidad a partir de la capacidad calorífica de plásticos comunes –polietileno y propileno (bolsas y popotes)– o usar los restos como combustibles en ciertos sectores industriales, en específico el cementero, sin embargo, siempre que se hable de valorización energética “debemos tener algo claro: estas técnicas deben tener un control estricto para evitar emisiones tóxicas a la atmósfera o que sólo trasladen contaminación. Este tipo de métodos –muy empleado en el norte de Europa y Japón– en nuestro país es materia de polémica”.

La integrante del Comité Científico Asesor de Residuos Marinos y Microplásticos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) enfatizó que cuando no se deposita la basura en el espacio correcto, por ejemplo en la calle se pierde el manejo de su destino y, al ser muy ligero, llega a drenajes y áreas naturales.

“Los materiales desechables incluyen los plásticos, pero a diario tiramos cartón, papel, vidrio y latas, por lo que es necesario definir como sociedad cuáles de éstos son indispensables y de cuáles podríamos prescindir, ya que debemos hallar soluciones viables a las necesidades que siguen ahí y hay que prever cómo cubrir”.

El Conversatorio virtual Desechables ¿en realidad los necesito? –moderado por Isadora Andrade Castillo, responsable de la Dirección de Instrumentos Económicos y Auditoría Ambiental de la Secretaría del Medio Ambiente– contó también con la participación de Ornelia Garelli Ríos, de Greenpeace México; Rodrigo Ramírez, Antonio Landaburu y Mauricio Luna, de Boomerang, e Irving Delit López, representante de la Sedema.