• “El 68 fue un movimiento exclusivamente de los estudiantes, a los extranjeros les llamaba la atención, se acercaban y nos veían, pero nunca permitimos que gente externa se entrometiera”.

Texto: Nilda Olvera Calixto/Fotografías: Roberto Barco Celis/

“No éramos comunistas, sólo buscábamos la distribución equitativa de la riqueza” mencionó Fernando un miembro del Colectivo 68, el cual recordó su participación en el movimiento estudiantil al momento que cursaba la preparatoria.

Hoy Fernando es abogado y se dedica a dar charlas sobre el tema del 68 en las distintas escuelas de la UNAM, de la UAM y del Poli, por citar algunas, señala que después de los eventos el dos de octubre fue arrestado en la antigua cárcel de Lecumberri a lado de sus compañeros y que el movimiento no tuvo influencia de personas externas.

“El 68 fue un movimiento exclusivamente de los estudiantes, a los extranjeros les llamaba la atención, se acercaban y nos veían, pero nunca permitimos que gente externa se entrometiera”.

Ayer Fernando participó en la marcha del aniversario 53 de la matanza estudiantil del 68, camina cansado de las promesas de justicia que los diferentes gobiernos han utilizado como banderas políticas, pero sigue con la convicción intacta,  en pie de lucha, pero de lo que nunca se cansará es de seguir gritando “dos de octubre, no se olvida”.

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis

Fotografía: Roberto Barco Celis