Por: Redacción/

Los residuos hospitalarios generados por la contingencia del COVID-19 someten a una fuerte presión a las instituciones de salud en sus capacidades de infraestructura y equipamiento, advirtió la doctora Alethia Vázquez Morillas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

A pesar de que muchas actividades económicas estén detenidas, esos componentes seguirán produciéndose y su manejo adecuado es un tema que “no podemos dejar de atender”, si se considera que las instituciones enfrentan una situación de emergencia en la que los recursos son limitados y los restos –cubrebocas y materiales médicos o de curación– constituyen –en sí mismos– un riesgo de propagación del coronavirus, recalcó la académica del Departamento de Energía de la Unidad Azcapotzalco.

Los hospitales cuentan con protocolos para la gestión de dichos elementos infecciosos, “sin embargo podemos esperar que en este momento la proporción de éstos aumente, lo que podría llevar a cierta saturación” en cuanto a recolección e incineración, así como en infraestructura de almacenamiento.

El personal que trabaja en esa área del sistema de salud está capacitado para el COVID-19, porque de manera cotidiana lidia con productos biológicos dañinos y está al tanto de los lineamientos de manipulación, “pero el gran reto no tiene que ver con su conocimiento para llevar a cabo estas tareas, sino con las instalaciones y los servicios” que se requieren.

La doctora Vázquez Morillas, designada recientemente asesora del Programa de Naciones Unidas para Medio Ambiente (PNUMA), dentro del Comité Científicos Asesor de Residuos Marinos y Microplásticos, dijo que muchos de los desechos emanados de la enfermedad “no provendrán sólo de los nosocomios, sino de nuestros propios domicilios”.

Las indicaciones de las autoridades del sector son acudir a atención médica en caso de que se presente un cuadro muy grave de síntomas, por lo que se prevé que la mayor proporción tenga manifestaciones leves y, por lo tanto, la convalecencia sea en casa.

Los restos surgidos en los domicilios no van a tratarse como en los hospitales, ya que son responsabilidad de cada ciudadano, que deberá seguir las formalidades de la emergencia.

La investigadora explicó que en la pandemia ocurren diferentes situaciones, una de ellas es en la que “nos encontramos y en la que afortunadamente la mayoría no estamos contagiados ni tenemos sospecha de estarlo, por lo que manejaremos esos remanentes de la manera habitual, de acuerdo con las instrucciones” de los expertos en cada localidad.

Si se cuenta con servicio de recolección hay que seguir separándolos y tomar las precauciones normales de lavarse las manos después de sacar los restos para que sean trasladados por el personal competente.

En caso de que algún miembro de la familia esté infectado es importante aislar el virus colocando un bote de basura –con bolsa de plástico, tapa y si es posible pedal– en la habitación o cerca de donde se encuentre aislado el enfermo, de tal forma que puedan tirarse ahí servilletas, pañuelos desechables y cubrebocas, entre otros objetos.

Para retirar los desperdicios es preciso utilizar guantes y tapabocas, cerrar perfectamente la bolsa que los contiene y colocarla en una segunda, que también se amarrará muy bien manteniéndola durante 72 horas, antes de entregarla al recolector, con el fin de que el posible virus que contuviera deje de estar activo y no implique riesgos para los trabajadores, quien se encuentran muy expuestos al contagio por la naturaleza de sus funciones; además, en la circunstancia actual no tienen el privilegio de aislarse y en muchos casos no cuentan siquiera con el equipo básico de seguridad para protegerse: guantes o cubrebocas.

“Nosotros podemos disminuir ese problema esperando 72 horas antes de sacar nuestros residuos, en caso de que tengamos un contagiado”; si esto no es posible también se puede preparar una solución de agua clorada y rociar la bolsa. “Si no seguimos estas recomendaciones estaremos contribuyendo a la diseminación del virus y propiciando un mayor número de afectados, lo que no conviene a la sociedad desde ningún punto de vista”, advirtió la investigadora.

El manejo de los desechos es una de las actividades clave que no pueden detenerse, “sobre todo ante una pandemia como la que enfrentamos y por ello todos tenemos una gran responsabilidad para que las personas que trabajan en esta tarea lo hagan en las condiciones más seguras posibles”.