Por: María Manuela de la Rosa/

El derecho internacional estipula y reconoce claramente la soberanía de cada nación, por lo que la entrada de tropas extranjeras en territorio de otro país simplemente no puede ser una acción unilateral, de lo contrario sería de facto una declaración de guerra, lo cual está muy lejos de suceder entre México y Estados Unidos.

Sí se dan casos de que tropas extranjeras entren a territorio de otro país, por ejemplo  durante los desfiles militares, donde contingentes extranjeros son invitados a participar. Y cuando así sucede, antecede un protocolo riguroso que lleva meses de gestión. Pero no es el caso respecto a la declaración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de declarar a los narcotraficantes mexicanos como terroristas para combatirlos como tales.

El terrorismo se refiere al uso de la violencia o amenaza de violencia por parte de individuos o grupos contra otros, a fin de coaccionar a los gobiernos o a entidades políticas a responder a demandas de orden político social o religioso. Y el efecto es el causar terror entre la población como medio de disuasión para sus fines.

La definición de la ONU dice:

“toda acción cuyo objetivo sea causar la muerte o graves daños físicos a civiles o no combatientes, cuando dicha acción tenga, por su índole o contexto, el propósito de intimidar a la población u obligar a un gobierno o una organización internacional a hacer o no hacer algo, no puede justificarse por ningún motivo y constituye un acto de terrorismo”.

Si observamos, en esta definición oficial de la ONU no se señala el elemento ideológico para catalogar a un terrorista, lo cual abre la posibilidad de etiquetar a cualquier tipo de delincuente como terrorista, por el hecho de intimidar a la población u obligar a un gobierno u organización internacional a hacer algo. Y los narcotraficantes hacen mucho más que esto, de otra manera no sería tan evidente la impunidad.

Y a este respecto podemos plantearnos, ¿qué hacen entonces los narcotraficantes sino causar terror a fin de apoderarse del control territorial para lucrar con la venta de estupefacientes y cometer otra serie de delitos que atentan contra la seguridad pública?

Bueno, hoy por hoy, no sólo la seguridad pública ha sido vulnerada en México, sino que está en riesgo la misma seguridad nacional ante la posibilidad de la intervención de los Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Todo derivado, o so pretexto de la masacre cometida contra una familia méxico-norteamericana, perpetrada presuntamente  por narcotraficantes.

De acuerdo al gobierno de los Estados Unidos una asociación terrorista es aquella que amenaza a sus ciudadanos o a la seguridad nacional y cuenta con una oficina antiterrorismo que hace seguimiento de las actividades de organizaciones sospechosas y mide su capacidad para realizar ataques, luego de lo cual esta información se envía al Congreso, que tiene siete días para señalar oficialmente a la organización como terrorista.

La resolución 1368 del Consejo de Seguridad de la ONU hace corresponsales a quienes “hospeden” a organizaciones terroristas, por lo que de acuerdo a la Ley Pública 104-132  contra el terrorismo, el presidente de los Estados Unidos puede usar la fuerza militar para interrumpir, desmantelar y destruir la infraestructura utilizada de la organización terrorista en cuestión.

En la lista de terroristas para EU se encuentran 68 organizaciones como Al Qaeda, El Frente Popular para la Liberación de Palestina, Boko Haram, Hizbullah, las <<fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC), ETA, Los <tigres del Kamil, etc. Y tal vez muy pronto aparezca la lista de narcotraficantes mexicanos.

La ONU cuenta con la Oficina de Lucha contra el terrorismo y un Equipo especial de ejecución sobre la lucha contra el terrorismo. Y el 8 de septiembre del 2006 fue aprobada por consenso la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, que es un instrumento único para intensificar las iniciativas nacionales, regionales e internacionales de lucha contra el terrorismo y se fundamenta en  cuatro pilares:

  1. Abordar las condiciones que ayudan a propalar el terrorismo.
  1. Prevenir y combatir el terrorismo.
  1. Reforzar la capacidad de los estados y fortalecer el papel de la ONU.
  1. Garantizar los derechos humanos y fortalecer el estado de derecho.

Y llama la atención que se establece intensificar la coordinación y la cooperación entre los Estados en la lucha contra los delitos que puedan guardar relación con el terrorismo, incluido el narcotráfico en todos sus aspectos y el comercio ilícito de armas, entre otros.

Se incluye también la «Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional» y  los tres protocolos que la complementan.

Asimismo se plantea establecer o reforzar mecanismos o centros de lucha contra el terrorismo y en caso de que necesiten cooperación y asistencia a esos efectos para facilitar asistencia.

Se prevé aplicar las normas internacionales generales sobre el blanqueo de capitales y sobre la financiación del terrorismo del Equipo de Acción Financiera, en donde los Estados tal vez necesiten asistencia.

También se refiere a la cooperación bilateral, subregional, regional e internacional, para mejorar los controles fronterizos y aduaneros a fin de prevenir y detectar el desplazamiento de terroristas y prevenir y detectar el tráfico ilícito de, entre otras cosas, armas, municiones y explosivos.

Acciones que de alguna manera se llevan a cabo, aunque no con gran éxito, sobre todo de parte de los Estados Unidos, no sólo en lo que se refiere al tráfico de armas, sino a la introducciòn de grandes cantidades de droga en su territorio.

Combatir el terrorismo y el narcotráfico sin duda es un objetivo prioritario para la seguridad nacional; sin embargo, queda la duda, puesto que no existen medidas efectivas para acabar con el mal de origen que es el alto consumo de droga, el cual genera un círculo interminable de oferta-demanda.

Y llama la atención que se haga tanto hincapié en el delito de lavado de dinero, cuando se trata de un problema muy complejo que debe atenderse desde todas sus aristas y requiere ciertamente de un esfuerzo no sólo bilateral, sino global.

Mientras no sea así, estamos frente a la ocurrencia muy oportuna para un presidente que necesita motivar a su electorado con miras a la reelección.