Por: Redacción/

En las tres últimas décadas, las grandes ciudades de América Latina han observado una transformación profunda, que dio paso a nuevas problemáticas y obligó a los investigadores de las ciencias sociales a construir categorías de análisis y metodologías de estudio, expuso la doctora Alicia Ziccardi Contigiani, académica del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aunque históricamente la pobreza y la desigualdad habían sido los tópicos más trabajados, en “el caso de los temas urbanos interesa ahora tratar la manera como se expresa la dimensión territorial, que encuentra su explicación en las carencias e inequidades en cuanto al acceso y la calidad de los servicios básicos.

Al cumplir con la principal función de articular la economía nacional y la globalización a la vida social, cultural y política, la capital del país gestó nodos de modernidad, modificando el paisaje y densificando sin límites zonas consolidadas habitadas por las clases medias.

Al participar en la celebración por los 20 años de la Maestría y el Doctorado en Estudios Sociales de la Unidad Iztapalapa de la UAM, donde fue presentada por el doctor Mario Bassols Ricardez, profesor del Departamento de Sociología de esa sede académica, refirió que lo anterior ha dado paso al surgimiento de una periferia cada vez más lejana y paupérrima creando una gran región urbana metropolitana que superó a la conocida “zona metropolitana”.

Esa localidad megadispersa, de límites difusos con enclaves de opulencia coexistentes con nodos habitacionales acrecienta las desigualdades, “seguimos contando con más de 50 millones de mexicanos en la pobreza y sin atender el asunto patrimonial de la política de vivienda que sólo ha creado un círculo vicioso de reproducción y ampliación de la pobreza urbana”, explicó en la conferencia magistral Desigualdades territoriales, políticas sociales urbanas y acción colectiva.

La socióloga llamó a establecer de manera urgente acciones de política social, en los niveles estatal, federal y local, “este último es el más adecuado porque son los más próximos a la ciudadanía, los que pueden atender realmente las demandas cotidianas y vincularlas a las políticas urbanas y del territorio, la vivienda, el transporte y el mejoramiento de barrios y espacios públicos, creando opciones viables”.

En esa misión, la academia, el gobierno y las organizaciones civiles deberán unir esfuerzos pues sólo así podrán generarse patrones de gobernanza colaborativos distintos que tomen en cuenta los usos y costumbres de las comunidades, “sólo así las poblaciones podrán tener un espacio público de calidad, que impacte positivamente en las relaciones sociales al aportar elementos clave, como la seguridad y la realización de actividades culturales o deportivas”.

“Todo esto es producto de ideas colectivas que han surgido a lo largo de los años y como investigadores seguimos apelando al derecho a la ciudad, una conceptualización introducida en la década de 1960 frente a la planificación burocrática en Francia y que a raíz de muchos movimientos surgidos en varias urbes, particularmente en Brasil, se ha convertido en una demanda más común, algo que ha logrado replicarse también gracias al mayor uso de las tecnologías de la información y la comunicación”, mencionó.

El doctor Jesús Antonio Pérez Tagle, egresado del Posgrado en Estudios Sociales de la línea en investigación en procesos políticos, rememoró que en la obra Hacer ciudad, hacer ciencia, en homenaje a la trayectoria de la doctora Ziccardi Contigiani, ya se advertía sobre la temporalidad en la que el municipio vive, una crisis que registra procesos de fragmentación y descomposición social, centro generador de contradicciones cuya expresión máxima se manifiesta sobre todo en las periferias.

Allí se presentan los mayores índices de pobreza, así que “las desigualdades territoriales, su abordaje desde la política social urbana y la acción colectiva son temas de primordial importancia, porque de esa manera podemos comprender que las dinámicas geográficas poseen lógicas internas, las cuales a su vez son influidas por la posición socioeconómica de sus habitantes”.

Dicha situación se ha agudizado ya que la nueva fase de capitalismo global inaugurada en 1970 demandaba un ordenamiento espacial y temporal de las regiones, algo que no ocurrió, por el contrario “el libre flujo del capital terminó por deformar las estructuras económicas y se amplió todavía más con la dependencia del mercado externo”.

Criterios como la sustentabilidad, el embellecimiento del paisaje urbano, la articulación entre lo citadino y lo rural, y la construcción de áreas verdes “se han dejado de lado y poco a poco los ciudadanos sufren por la falta de servicios básicos. Esto ocurre a nivel internacional y puede observarse con la crisis inmobiliaria que tuvo su origen en 2008 en Estados Unidos y España, dejando a miles de personas en las calles”, lamentó.

Ante ese escenario llamó no sólo a poner atención en lo que sucede durante los procesos electorales de gobernantes locales, debido a que “lo importante es dar paso a una democracia participativa y representativa”, y apuntó que el nuevo gobierno federal mexicano enfrentará el reto de alentar un diálogo eficaz y de calidad, fomentando mejores relaciones entre representantes y representados.