• Aldana Prieto es heredero de un sindicato obediente, sin disidencias estridentes y avalado por la cuatroté. Es el mejor camino que le dejó la concertacesión.

Por: Redacción/

La llegada de Ricardo Aldana Prieto, a la secretaría general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), vía concertacesión ejecutada por Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, exhibió el impúdico acuerdo cupular del sindicato con la cuatroté y, sobre todo, el enanismo de los grupos opositores al interior del sindicato petrolero.

Ahora, el sindicato y sus diversas facciones entrarán en un proceso, serio, de reacomodo de fuerzas. Los opositores que se adjudicaban una “dirigencia moral y legítima” fueron una farsa. Las denuncias contra Carlos Romero Deschamps, durante 26 años, eran cortinas de humo, hechas por grupos sin respaldo, ni fuerza al interior del sindicato petrolero y menos del Comité Ejecutivo General.

Aldana Prieto es heredero de un sindicato obediente, sin disidencias estridentes y avalado por la cuatroté. Es el mejor camino que le dejó la concertacesión. Lo único que tiene que decir es la existencia de una ruptura ideológico con Romero Deschamps, ocurrida a finales del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Según el nuevo secretario general, fueron diferencias de ver “objetivamente cómo estábamos en ese momento y que teníamos que resolver, él no estuvo de acuerdo y yo tampoco, decidí retirarme en ese momento para no causar conflictos al interior”. Sin embargo, las simulaciones siguen en el STPRM, el divorcio de conveniencia del que habla Aldana es, en realidad, un pacto para mantener al grupo de poder en la dirigencia sindical.

A raíz de su llegada a través de la vía democrática, la oposición sindical requiere una reorganización, aunque esto tome años. Y ahora, realmente se revelará qué grupos tienen proyectos serios y con posibilidades de influir en el interior del STPRM y sus complicadas ramificaciones para futuras elecciones.

Esta contienda, donde fueron doblegados los disidentes, exige una depuración interna y aclarar quiénes tienen liderazgos reales y quiénes jugaron un papel de aspirantes “de cartón”. Además de que se exhibió poner fin a la interferencia gubernamental y plantear como parte del proyecto que las elecciones no estén controladas desde afuera, sino que estén en manos de los propios trabajadores.

A final de cuentas, el primer proceso democrático en la historia del STPRM terminó en un giro de 360 grados.

La elección de Ricardo Aldana al frente del sindicato petrolero es un pañuelo blanco para los grandes sindicatos corporativistas de México, pero una señal poco halagadora para quienes luchan por la democracia sindical.

Lo que terminó de hacer la cuatroté desde la pasarela y las elecciones “democráticas” fue la legitimación de un tipo de liderazgo, de estructura y de prácticas muy cuestionadas. El voto, el argumento de la democracia, se convierte en una trampa para los propios trabajadores. La gran pérdida es para los propios sindicalizados que no encuentran la oportunidad de democratizar su organización.

La oposición al interior del sindicato debe mostrar nuevas caras. Alinearse a la cuatroté no fue la mejor estrategia. No hubo afinidad del proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador con los disidentes debido a que sabía que eran grupos acomodaticios y en muchos casos sin posibilidades de quitarle al comité ejecutivo un lugar. Las pruebas están a la vista y la oposición quedó exhibida por su diminuto tamaño.