Por: Redacción/

La alfabetización y la capacitación para el trabajo a través del gobierno municipal son los dos elementos clave comprobados que pueden detonar el desarrollo de las comunidades pobres del país, afirmó el sociólogo Fidel Hernández López.

Otorgar apoyos asistencialistas, de manera permanente, no es funcional para el combate de la pobreza, porque provoca que la gente se vuelva dependiente, y lo que necesita es aprender a generar sus propios recursos, apuntó.

“La dependencia crea pobreza y la independencia crea riqueza”, dijo durante la presentación de su libro “El desarrollo de la comunidad con base en la educación: una experiencia en localidad de Progreso, Atotonilco de Tula, Hidalgo, 1975-2014”, en el Museo Legislativo Los Sentimientos de la Nación.

Hernández López tiene la licenciatura en Ciencia Política y los diplomados en Políticas Públicas y en Análisis Político y Estratégico, ambos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Subrayó que lo primero que requiere una comunidad pobre es que a sus habitantes se les alfabetice, que aprendan a leer y escribir, y después que se les capacite para los trabajos que se necesitan es su entorno.

Indicó que en la capacitación para el trabajo, el gobierno municipal debe jugar un papel importante, pues es el que conoce las necesidades de la población, y debe realizar programas de enseñanza de oficios y actividades productivas.

“Con la alfabetización y la capacitación para el trabajo los habitantes pueden empezar a salir de su situación de pobreza, con resultados que pueden ser visibles en un año, no en más de tres décadas como sucedió en el caso de Progreso”, aseveró.

“Después de que la gente sabe leer y escribir, y está capacitada para un trabajo, entonces se debe continuar brindándoles servicios educativos, y ellos solitos van a ir a la escuela, sin necesidad de estarles diciendo que acudan a las aulas”, agregó el autor del libro.

Hernández López relató en la comunidad de Progreso, de donde es originario, hace casi 40 años sus habitantes, principalmente las mujeres, tuvieron la iniciativa de organizarse para abrir un kínder para sus hijos, y posteriormente una nueva escuela de educación básica, porque sólo existía una que tenía alrededor de 100 años.

“La gente se involucró en este proyecto, lo hicieron propio y se sintieron motivados para continuar abriendo escuelas, se hizo una secundaria, luego una prepa y años después una universidad… Hoy, el 10 por ciento de su población, que son dos mil 200, tienen formación profesional, tienen estudios de nivel licenciatura”, dijo.

“Y todo eso fue a partir de un sueño que tuvimos”, manifestó al referir que él fue parte de ese proyecto, que ahora recoge en su libro, y “hoy la gente tiene acceso a una mejor alimentación, a calzado, vestido y vivienda, “cosas que yo no veía hace 40 años”,

“La metodología que seguimos para la gente de Progreso saliera adelante, se puede llevar a cabo en todo el país, en los municipios más pobres, se puede replicar, multiplicar, y con resultados en un año”, finalizó.