• Algunas colectivas han resultado muy inventivas en sus prácticas políticas y han creado nuevas tácticas, estrategias y métodos para agitar y protestar frente al poder que las ignora.

Por: Redacción/

Los tres sexenios del siglo XXI han mostrado que el país ha transitado de un partido hegemónico a otro igual que no respeta los derechos de las mujeres ni tampoco sus cuerpos y vidas, aseguró la doctora Ana Lau Jaiven, académica de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“Para ellas el multimencionado cambio aún no ha llegado, pues desde 2006 hasta el 2021 el panorama de violencia se ha incrementado”, expuso en el XII Coloquio Internacional Desigualdades de Género en los diferentes espacios sociales, organizado por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.

Los actos violentos se han exacerbado a través de la violencia familiar, violaciones y feminicidios, “y ahora se ha sumado la de los y las policías en tiempos de COVID-19, con lo que esta condición se ha convertido en una pandemia dentro de otra”, porque tan sólo en el primer semestre de 2020 se contabilizaron mil 844 homicidios de mujeres de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Al dictar la conferencia magistral La violencia de género en el marco de los feminismos mexicanos en los últimos 20 años. Una pandemia dentro de otra pandemia, aseveró que datos recientes indican que a lo largo del país en la actualidad se cometen entre diez y 11 feminicidios diarios, los cuales representan una condición más deleznable que ha tomado una incidencia exponencial, ya que en casi 85 por ciento de las entidades federativas está presente.

La investigadora del Departamento de Política y Cultura de la UAM sostuvo que al mismo tiempo en estos años ese problema ha conocido nuevas formas de expresión e intervención, entre los que puede considerarse un “feminismo institucional que reviste varias formas, que van desde los pactos interclasistas, la operación mediante cabildeos o grupos de presión, hasta la creación de secretarías o institutos de las mujeres”.

También persisten “quienes al no obtener respuesta a sus demandas quieren quemarlo todo y comenzar desde cero, realizando acciones consideradas violentas que provocan represión”.

Tales conductas contra las instituciones muestran que los feminismos están viviendo modificaciones en sus demandas y estrategias, diversificando la orientación de las luchas y eso “preocupa al poder por el efecto mediático que implica”, lo cual también ha llevado a generar tensiones al interior de los grupos y colectivas que tienen que ver con el rumbo que han tomado las acciones emprendidas.

Incluso el dilema sobre la relación con el Estado se encuentra en la mesa de la discusión y no parece haber diálogo posible, además de que se han agregado demandas por derecho de cuarta generación, como son los económicos y por supuesto los sexuales y reproductivos, frente a los cuales se presenta mayor resistencia, no sólo de parte del gobierno sino de sectores de la derecha, aseveró la doctora Lau Jaiven.

Algunas colectivas han resultado muy inventivas en sus prácticas políticas y han creado nuevas tácticas, estrategias y métodos para agitar y protestar frente al poder que las ignora, mientras ellas organizan sus luchas de manera lúdica, artística, performativa, informativa y original en sus procederes, pues se trata de crear espacios que permitan luchar por la liberación y los cambios con el objetivo de robustecer y darle solidez al movimiento.

Entre 2010 y 2021 las mujeres jóvenes aparecen cada mes en el espacio público, su movimiento es intergeneracional, puesto que las “jóvenes morras” –como ellas se identifican– se consideran herederas de la tradición feminista de los años setenta y ochenta del siglo pasado y muchas de sus demandas se empatan con las de aquéllas.

“Las colectivas andan por todas partes y saben cómo comunicarse entre ellas, los hashtags acompañan sus slogans, son conscientes de lo que está sucediendo en el país y pugnan por erradicar la violencia y poner un alto a los feminicidios. Ellas son las que enfrentan y luchan de muchas maneras, desde salir a la calle masivamente y marchar y pintarrajear monumentos, hasta usar música, baile e improvisaciones artísticas para dar cuenta de su rabia e indignación”.

Si bien ha habido acciones de autoridades que más que resolver “parecen una burla, como el uso del silbato en la Ciudad de México, la presencia simbólica feminista, su activismo y sus prácticas ha mantenido vivo al movimiento en la conciencia colectiva, aunque definirse como feminista siga siendo motivo de violencia, desconfianza, burla y peligro”, concluyó.