Por: Redacción/

El SARS-CoV-2 –causante del COVID-19– surgió de una mutación por selección natural, de acuerdo con análisis bioinformáticos de la proteína S –o de la espícula, que es la responsable de unirse a la célula de las personas infectadas– lo que descarta un origen del virus en laboratorio, aseguró el doctor Jaime Bustos Martínez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La alteración del virus se generó en un organismo animal y luego pasó a una persona, algo comprobable porque el genoma de la cepa del pangolín es muy similar a la de los seres humanos.

En México existen las cepas del SARS-CoV-2, D614 surgido en China y la G614, que mutó en Europa. La primera ha ido disminuyendo y la dominante ahora es la segunda, una variante que tiene un cambio en la posición 23 mil 403, donde se modifica un nucleótido. Esa pequeña modificación hace una gran diferencia al otorgar gran capacidad de infectividad y replicación, dijo el profesor del Departamento de Atención a la Salud de la Unidad Xochimilco.

El nuevo coronavirus se propagó desde China a todo el mundo y en el el país se aislaron cepas provenientes de la nación asiática en personas que se contagiaron en Estados Unidos, pero también se identificaron algunas europeas, tal vez llegadas desde Italia, advirtió en su ponencia ¿Quién es y cómo actúa SARS-CoV-2?

Otros estudios han demostrado que el reservorio natural del coronavirus es el murciélago, pero también se encuentra en ratas, aves y otros animales, aunque en este caso se vio que migró a otro hospedero intermedio –el pangolín– para después enfermar al humano.

En el segundo ciclo de conferencias virtuales Aportes del Departamento de Atención a la Salud en el contexto de la pandemia por COVID-19 detalló que la proteína S tiene una mutación en la porción RBD –domino de la unión del receptor– donde aparecen cinco aminoácidos inexistentes en otros coronavirus y que posibilitan esta acción. Una segunda alteración opera en la unión de las partes S1 y S2.

Si bien “no hay dos organismos que de manera natural tengan la misma composición genética”, en el caso de este coronavirus, cada vez que se replica hay pequeños cambios en el genoma, aun cuando tiene una capacidad de mutación muy baja, comparada con la de otros virus, como se demostró en la secuenciación de cuatro mil 300 genomas.

“Sin duda, el SARS-CoV-2 es un microorganismo de tamaño muy pequeño que, de acuerdo con su clasificación taxonómica, pertenece al reino Riboviria, de la familia Coronaviridae, subfamilia Orthocoronavirinae del género Betacoronavirus y el subgénero Sarvecovirus, y de la especie Coronavirus relacionada con síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) y la cepa que nos ocupa es la SARS-CoV-2 Wuhan-Hu 1, surgida en Wuhan, China”.

Con base en la clasificación de Baltimore es del grupo 4 con RNA –ácido ribonucleico– de una sola cadena positiva; tiene una simetría helicoidal, de un tamaño de 60 a 220 nanómetros; presenta una capa de envoltura fosfolipídica, y se replica en el citoplasma de la célula animal. Sus componentes estructurales son una molécula de RNA y proteínas, mientras que su genoma es una RNA lineal de una cadena sencilla no segmentada y de sentido positivo.

La historia del séptimo coronavirus que afecta a los humanos empezó en 1931, cuando encontraron en los pollos una enfermedad respiratoria y al ahondar descubrieron el virus, que llamaron así por tener una especie de corona, detalló el investigador nacional Nivel I.

En 1965, en Estados Unidos fueron identificados los coronavirus HCoV-229E y HCoV-OC43, que producen un resfriado común sin mayores complicaciones, por lo que durante muchos años convivieron con las personas. En 2003 apareció en Guangdong, China, el SARS-CoV-1, causante de una pandemia del síndrome respiratorio agudo severo.

En 2004 resultó en Holanda otra cepa que causa una gripa y al año siguiente el HCoV-HKU1, en Hong Kong; en 2012 se detectó el MERS-CoV, denominado el virus del síndrome respiratorio del Medio Oriente, originado en Jordania.

Existen cuatro géneros de coronavirus: alfa, beta, gamma y delta. El SARS-CoV-2 pertenece al beta y al linaje “B”. Cientos infectan una gran cantidad de animales, mientras que los siete que atacan al humano se localizan alfa y beta; aquellos de este último pertenecen a los linajes A, B y C.

Análisis médicos reportan que además de dañar el sistema respiratorio, el patógeno ocasiona estragos en los planos neuronal, cardiaco, hepático y renal; junto con la respuesta inmune causa una hipercoagulación e hiperinflamación o tormenta de citocinas, concluyó Bustos Martínez.