• En las naciones industrializadas existe poco interés en la degradación del hábitat durante los procesos, por lo que es conveniente incluir un valor por ese daño al entorno.

Por: Redacción/

Desde hace décadas, el papel del Producto Interno Bruto (PIB) como el indicador por excelencia del crecimiento económico ha sido cuestionado y puesto en duda, ya que incurre en una doble contabilidad y deja al margen el valor de bienes y servicios, así como el agotamiento de los recursos de la naturaleza, coincidieron especialistas participantes en un encuentro convocado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El investigador independiente John Smith, egresado de la Kingston University de Gran Bretaña, dijo que dicho elemento refleja de manera distorsionada y parcial las relaciones sociales reales del capitalismo, por lo que criticarlo significa también analizar el sistema socioeconómico que lo origina.

El PIB es definido como el valor añadido y todos los costos de los insumos se deben restar a los productos, por lo que “debemos eliminar la doble contabilidad, pues es como si añadiéramos los precios del jamón, el pan y el queso al monto total de un bocadillo, pues estaríamos sumando dos veces”, dado que el jamón y el queso aparecería dos veces en las cuentas nacionales.

Tampoco se incluyen los bienes y servicios que no están para la venta, y que se dividen en aquellos que se entregan gratuitamente mediante el trabajo doméstico que no se remunera y en los que proporciona el Estado: los primeros están excluidos del PIB, mientras que los servicios del gobierno son realizados por asalariados sin fines de generar valor agregado.

En el Coloquio: ¿Es útil el PIB en la economía contemporánea? Trabajo, riqueza y bienestar, Smith explicó que la estadística sobre productividad laboral está también contaminada si se mide a partir del PIB, debido a que esos datos se ocupan menos que antes porque distorsionan los valores que reportan los países capitalistas, en virtud de que ese valor agregado fue creado en naciones en desarrollo.

En el caso del café, si una taza cuesta dos y media libras, y un penique de esa cantidad es recibido por los cultivadores y otro penique llega a los intermediarios en Honduras o en algún punto de África, apenas dos peniques aparecerán en el PIB de los productores, en tanto que la gran cantidad se sumara donde sea consumido.

Eso pasa con otros artículos que se exportan y por eso este indicador es un engaño, lo que exige “construir una medida más real y acabar con esa mentira, toda vez que la explotación de los trabajadores” en las regiones con mayor pobreza no es cosa del pasado sino muy actual y se concreta con la expoliación de la mano de obra y de los recursos naturales.

La crítica sobre el PIB es central y abarca al capitalismo, “ya que es una medida de la riqueza capturada, pero no considera la que emana de las empresas y sólo con la abolición de ese sistema terminaríamos con esa apariencia”, insistió.

La doctora Fabiola Sosa Rodríguez, académica del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco, explicó que México tiene la posibilidad de ocupar el Producto Interno Neto Ecológico (PINE), que incluye el agotamiento de hidrocarburos y del agua entre sus componentes fundamentales, los cuales representan ocho por ciento de ese índice.

“La recuperación verde es la única salida viable para recobrar el crecimiento, considerando la economía circular y solidaria”, enfatizó en su ponencia Alternativas para una reactivación económica sustentable y resiliente posCOVID-19 en México.

La investigadora alertó que en las naciones industrializadas existe poco interés en la degradación del hábitat durante los procesos, por lo que es conveniente incluir un valor por ese daño al entorno, con la idea de asignar un costo al servicio ecosistémico y al capital natural.

La naturaleza aporta 33 trillones de dólares al año, contra 18 trillones de dólares del PIB en el mismo periodo, contribuyendo en mayor medida el uso de la tierra y de las fuentes hídricas, así como el ciclo de nutrientes. Los arrecifes, por ejemplo, tienen una importancia central en cuanto a riqueza y bienestar.

La pérdida de hábitat equivale a 250 mil millones de dólares anuales y, en prestación de servicios, las comunidades más desamparadas registran mayores impactos negativos, por lo que es preciso pensar en opciones que favorezcan la recuperación económica, sobre todo por la pandemia, es decir, que sean sostenibles y enfocadas en una economía verde viable en el futuro”.

Los servicios de la naturaleza a los sectores productivos ascienden a 125 billones de dólares al año, lo que muestra que ese capital es vital para la creación de riqueza “y esa es la razón por la que las políticas para la preservación de los ecosistemas en el mundo se han vuelto indispensables”.

La reactivación económica verde puede impulsar el crecimiento y a la par proteger el medio ambiente, dado que las inversiones ligadas a éste originan hasta diez veces más empleos en proyectos rentables, , sin embargo, las estrategias que México aplica no alientan los acuerdos de París responden a criterios que carecen del componente ambiental, por ejemplo, el presupuesto destinado al cuidado climático se redujo de 53 mil millones a 29 mil millones entre los años 2013 y 2020, que en términos reales significa una disminución de 59.5 por ciento, sostuvo la doctora Sosa Rodríguez.

México destina menos del uno por ciento del PIB a revitalizar la economía, lo que es insuficiente, además de que no existe una estrategia de largo plazo, en contraste con otros países que implementan políticas fiscales contracíclicas, concluyó.

El Coloquio: ¿Es útil el PIB en la economía contemporánea? Trabajo, riqueza y bienestar fue organizado por el Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco de la Casa abierta al tiempo.