• Vivimos en una sociedad con alta moralización y una suerte de fragilidad e hipersensibilidad”, señaló Diego Lizarazo Arias, académico de la UAM.

Por: Redacción/

El lugar crucial del diálogo en la experiencia humana va desde lo más íntimo y subjetivo hasta su mayor extensión en los procesos históricos de largo alcance, “territorios ambos en que los seres humanos nos constituimos y establecemos el diálogo”, afirmó el doctor Diego Lizarazo Arias, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La sociedad actual es resultado de múltiples conversaciones en distintos niveles, estratos y forma de gestionar la situación que se vive, “construimos un diálogo y le damos una tesitura, así como un carácter histórico, ya que no se conversa igual en el espacio intrafamiliar que en el espacio político o académico, como tampoco se conversaba de la misma forma en la Grecia democrática que en el mundo del imperio Romano y la conversación del Renacimiento no fue la misma que en el mundo clásico”.

Así, el lenguaje es el elemento transversal, significa la matriz simbólica en la que se dibujan los bordes de las posibilidades de la conversación y se aprenden las estructuras para hacerlo y es también el resultado de la decantación de múltiples conversaciones a través de la historia de la humanidad, señaló durante el Conversatorio Memoria, cultura y sociedad. Fracturas y posibilidades del diálogo en la sociedad contemporánea.

El académico del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco refirió que el semiólogo y lingüista ruso Mijaíl Bajtín construyó una nueva visión del carnaval de la Edad Media que irrumpía en el espacio reglamentado autocrático y que rompía usando formas de recreación lúdicas de cuestionamiento a las relaciones sociales, pues empleaba personajes grotescos de la realeza.

“Bajtín creó los conceptos monoglosia, entendida como aquellos enunciados categóricos que expresan una única opción o perspectiva, y heteroglosia, que se contrapone al anterior pues contempla la participación de dos o más voces en el discurso y la existencia de diversas perspectivas en los enunciados”.

La primera categoría daba cuenta de un ejercicio de poder institucional de fuerzas discursivas ideológicas que buscaban siempre la generación de sistemas de sentido y práctica conversacionales regidas por los principios que gobernaban el mundo, mientras la segunda ponía en juego la semántica del siervo y aumentaba la multiplicidad de posibilidades del territorio heteróclito.

“Actualmente vivimos en una sociedad con una alta moralización y una suerte de fragilidad e hipersensibilidad por la forma en que ideológicamente se ha establecido y por la manera en que el Estado y los medios de comunicación han percibido a los movimientos progresistas”, dijo el Premio Nacional de Ensayo sobre Fotografía 2021 en el encuentro organizado por la Coordinación General de Difusión de la Casa abierta al tiempo.

El doctor Gerardo Ávalos Tenorio, profesor del Departamento de Relaciones Sociales de la misma sede universitaria, indicó que el diálogo es importante como concepto en las ciencias sociales y la filosofía social o moral, y es el recurso más importante para la democracia, la República y para el liberalismo que se asocia con el respeto del otro.

En este contexto, advirtió que el otro en una interlocución genera muchos problemas, pues dos cosmovisiones diferentes establecen lo plural y heterogéneo. “El gran reto no es aceptar al que piensa igual que nosotros sino al que es diferente, eso es la tolerancia”.

Este es uno de los grandes males de la sociedad, junto la migración por razones económicas y las exclusiones cotidianas en el sistema de reproducción de la vida material, la xenofobia, el odio y repudio al extranjero, junto con el cambio climático y la destrucción medioambiental.

La falta de diálogo entre palestinos e israelíes, no por falta de voluntad de los primeros, sino por la concepción occidental dominante del palestino, ha desarrollado una versión e imagen negativa de éste, así como en otros contextos sobre la mujer o los indios.

“En nuestra época se suceden la multiplicación de las fracturas de todo tipo y la manera que se está confeccionando para enfrentar esos no diálogos representa una forma de rechazo, de marginación, al otro, al considerado sin proyecto ni liderazgo”.

La ética light, asociada al phatos posmoderno, critica el eurocentrismo, el cambio climático, el machismo o las obras fáusticas del capitalismo, pero ofrece una solución a través de la hipermoralización de la vida cotidiana.

A través de las redes sociales tampoco existe intercambio, por el contrario, se critica o condena al otro con linchamientos mediáticos, alertó el investigador.

Si bien el diálogo es la vía de solución de los conflictos en una civilización moderna o posmoderna, en la actualidad la exacerbación del conflicto desarrolla una especie de monolingüística, es decir, de ciertos lenguajes que se encierran en sí mismos.

“Partiendo de un diálogo básico que tiene como signo no las palabras sino el poder, la determinación fundamental de nuestra época es la forma de civilización que se abrió paso con la conquista y no con la Revolución Francesa”, concluyó.