• En el propósito de superar la crisis económica y sanitaria no se puede hacer “econometría ni una corrección mecánica” de lo que va a ocurrir, porque todo depende de la estrategia que las naciones desarrollen a nivel mundial.

Por: Redacción/

Con la pandemia de COVID-19 “vivimos un suceso que el cortoplacismo de los mercados financieros no pudo anticipar y que ha provocado un regreso del Estado como actor importante en las economías del mundo”, afirmó el doctor Robert Boyer, investigador del Institut des Amériques de Francia.

Durante la conferencia magistral que dictó en la actividad virtual convocada por las universidades autónomas Metropolitana (UAM) y de Coahuila; la Cámara de Diputados y los centros de Estudios Sociales y de Opinión Pública, y de Investigaciones Socioeconómicas, sostuvo que el virus ha actuado como “analizador de sociedades y finanzas” exigiendo una revisión y actualización de teorías y políticas, pues la diversidad de respuestas nacionales a un peligro común está lejos de superarse.

El especialista en sistemas de innovación y análisis del crecimiento económico, entre otros temas, señaló que los mercados fracasaron cuando el virus se fue propagando en el orbe, al tiempo que se observó un retorno muy significativo del Estado y, de hecho, “hay una rehabilitación de su papel en el tema de la salud”.

La crisis actual derivada de la pandemia “no es la repetición de la de 1929 o de la financiera de 2008, como opinan muchos colegas de macroeconomía, porque no hay vinculación alguna y se equivocan, por tanto, las políticas que están repitiendo la misma estrategia de utilizar al banco central para superar este fenómeno.

La de 2018 fue financiera, mientras que en 2020 los gobiernos no tuvieron herramientas médicas para apagar la difusión del patógeno, por lo que decidieron parar casi la totalidad de las empresas, con excepción de las consideradas esenciales. Esa congelación de la economía adoptada para garantizar la vida humana propició una caída casi vertical de los índices mercantiles.

Otra lección de la emergencia sanitaria es que tradicionalmente tiene un interés en la eficiencia monetaria, pero con el fenómeno se observa que la salud comunitaria “es una precondición para la posteridad económica”, que está vinculada a una tarea “muy difícil para los políticos” que es cómo comprometerse en tres objetivos: sostener las finanzas, solucionar la pandemia y respetar los derechos individuales de la población y “casi ningún país fue exitoso en este mecanismo”.

En las crisis cotidianas fracasan algunas empresas, pero el capitalismo que utiliza las tecnologías de la información fue desplegándose a una gran velocidad y la novedad es que esto ha ocurrido en el plano global y con la distanciación física, por lo que claramente tuvo los elementos para tratar de solucionar la congelación de la economía nacional”.

Boyer advirtió que en el propósito de superar la crisis económica y sanitaria no se puede hacer “econometría ni una corrección mecánica” de lo que va a ocurrir, porque todo depende de la estrategia que las naciones desarrollen a nivel mundial.

Dijo que parte de la solución de largo plazo, pasa por la aplicación del mayor número de vacunas para detener la transmisión y si es el caso, “recuperar la prosperidad económica” y añadió que el corazón del dinamismo financiero se encuentra en la salud, la educación, la capacitación y la cultura, en el sentido de legitimar el orden social y bursátil”.

Al comentar la ponencia y el libro La liberación financiera y el desarrollo: las lecciones de la historia, del doctor Boyer, la doctora Alenka Guzmán Chávez, investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, señaló que el autor reivindica los ejes centrales de la teoría de la regulación.

En nueve capítulos analiza cómo una pandemia cambia la forma como los expertos “solemos interpretar las crisis, ya que no se trata sólo de una situación financiera, sino de una contingencia sanitaria que lleva al Estado al confinamiento y a detener la economía, y “frente a algo desconocido los gobiernos buscan mimetizarse y adoptar medidas similares, siendo el confinamiento una de ellas”.

Al detenerse el sistema, añadió, se revelan todos los rezagos económicos y sociales que hay entre países. El autor muestra así la necesidad del retorno del Estado y “aquí es muy relevante como diferencia la manera en que los distintos capitalismos han atendido el asunto de la salud y cómo aún en los más desarrollados se muestra este problema”.

La investigadora destacó otro de los capítulos, denominado Los tiempos de la incertidumbre radical, en el que habla de cómo una inseguridad sanitaria puede pasar a la financiera, porque al final no se sabe y si el Estado ha sido capaz de salvar a la banca a punto de la bancarrota, en el caso de la emergencia de salud se requiere detener el tiempo de la expansión del virus y salvar vidas.