• Las universidades deben desarrollar programas y alistar la logística de apoyo para sus comunidades.

Por: Redacción/

A pesar de los avances de la ciencia, desastres sanitarios como el COVID-19 siguen siendo impredecibles y causan daños severos a la salud psicológica de estudiantes universitarios por las pérdidas en su entorno social y familiar, sostuvo el maestro Jorge Álvarez Martínez durante la Primera Semana Universitaria de Bienestar Comunitario y Salud Mental, celebrada en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El confinamiento social obligado por la pandemia ha ocasionado la ruptura de las actividades cotidianas, la necesidad del trabajo a distancia y ha provocado miedo e incertidumbre por el futuro y el embotamiento emocional.

Por tanto, las universidades deben desarrollar programas y alistar la logística de apoyo para sus comunidades, advirtió al participar en el Conversatorio Intervenciones en salud y bienestar comunitario basadas en evidencia.

En el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde es profesor de la Facultad de Psicología, “participan psicólogos y psicólogas tituladas a través de una brigada de atención psicoemocional y psicosocial a distancia y contamos con un servicio de conmutador a través del cual profesores de la facultad brindan atención telefónica”; 78 por ciento de las llamadas recibidas han sido para atender alguna crisis, 19% han sido únicamente para solicitar información y el resto han representado atención de urgencias.

Estos trabajos se realizan en colaboración con el Instituto Nacional de Pediatría y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), entre otros, para elaborar un curso de capacitación en línea para la formación de personal especializado en salud mental para fomentar la prevención y técnicas específicas de apoyo.

Hasta el mes de junio, 50 por ciento de las personas atendidas por el Programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Socio-Organizativos mostraron preocupación por la situación económica y 39 por ciento manifestó alguna dificultad para poder permanecer en casa, ya que si bien 36 por ciento señaló tener ingresos suficientes casi uno de cada cinco (19%) respondió no contar con ingresos.

El maestro Julio Javier Corona Maldonado, profesor del Instituto Politécnico Nacional (IPN), reconoció la necesidad de establecer una tipología para atender los casos a partir del confinamiento con el propósito de llevar a cabo intervenciones comunitarias.

De las acciones emprendidas en el IPN para atender a una comunidad de más de 250 mil estudiantes, profesores y trabajadores destacó un primer nivel de información a través de recursos multimedia, para brindar atención de primer contacto.

“Diseñamos cuatro elementos en el ámbito universitario: aperitivos para la salud, Línea de Apoyo Psicológico IPN, aspectos sobre la perspectiva de género y orientación juvenil, a fin de canalizar a quienes puedan requerir asistencia”, señaló el psicoterapeuta del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud (CICS), Unidad Santo Tomás.

La unidad politécnica trabajó para atender los problemas de violencia de género que se incrementaron por motivo de la pandemia, mediante propuestas de grupos académicos que han contado con el apoyo institucional y trabajado en conjunto con otras instancias públicas.

En su portal, dijo, han recibido 10 mil visitas y más de 22 mil réplicas en redes sociales. “En la primera semana tuvimos 126 llamadas hasta llegar a 500 por semana, un incremento de 350 por ciento, aunque ahora estas comunicaciones se han reducido”.

La doctora Kalina Isela Martínez Martínez, investigadora de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), coincidió en que es pertinente tener una tipología para establecer programas basados en la evidencia científica, por lo que es preciso analizar la metodología de ese estudio para determinar el tipo de intervenciones que requieren las personas.

En el marco de una intervención sistemática se deben evaluar sus resultados desde un punto de vista científico para replicar esa experiencia toda vez que la contingencia ha agudizado los problemas de salud mental de los estudiantes, de por sí significativos pues según un estudio realizado por esa institución 10 por ciento de los alumnos de nuevo ingreso presentó depresión, que subió a 13 por ciento en el tercer año, en tanto la población escolar con ansiedad se ubicó en 8.9 por ciento y tres años después subió a 11.4 puntos de la población.

Las respuestas que han dado las instituciones para atender a los estudiantes es muy relevante, no todos los universitarios pero algunos presentan problemas depresión y ansiedad por ello es acertado seguir investigando para una atención de nuestros jóvenes. Ante la pandemia hemos avanzado de manera importante en los servicios de la atención psicológica, sostuvo la investigadora del Departamento de Psicología.

Sin embargo, menos de 30 por ciento de la población que requiere recibir atención siquiátrica o psicológica acude con un profesional debido al alto costo del tratamiento y a la vergüenza para abordar asuntos de su vida privada, concluyó la también secretaria técnica de la maestría Investigación en Psicología de la UAA.