Por: Redacción

El cáncer de piel es un problema de todos. Es, desde 2001, el segundo más frecuente en México. Diversos factores inciden en este problema de salud pública, afirmó Rodrigo Roldán Marín, director de la Clínica de Oncodermatología de la Facultad de Medicina de la UNAM, ubicada en Ciudad Universitaria.

Es una manifestación de daño solar acumulado: la excesiva y recurrente exposición al sol, desde la infancia y sin cuidados, es el factor número uno. Cuando la piel se pone roja después de asolearse es señal de alarma, pues en algunos años se podría presentar esta enfermedad.

“Si observamos las pinturas de los impresionistas, como Claude Monet, Edouard Manet o Paul Cézanne, en muchas de ellas retratan a mujeres en la campiña o en la playa cubiertas con un sombrero, con mangas largas y muchas veces con una sombrilla que las protegen de los rayos solares. La razón era que en el siglo XIX la blancura de la piel estaba directamente relacionada con la belleza”.

Ahora, refirió el universitario, está de moda el bronceado como símbolo de estatus, lo que ha aumentado notablemente la prevalencia de este mal.

Además, aunque la piel de los mexicanos sea morena, no significa que resista más el sol y tenga menos posibilidades de desarrollar cáncer; ser genéticamente mestizos nos hace portadores de genes caucásicos, susceptibles a padecerlo, resaltó.

Existen dos grupos de cáncer piel: el melanoma y el tipo no melanoma. Dentro de este último, que es el más frecuente, hay dos variedades: el carcinoma basocelular y el carcinoma epidermoide.

El carcinoma basocelular es el tumor maligno más frecuente en el ser humano: uno de cada cinco mexicanos lo va a desarrollar; crece muy lentamente y en el 95 por ciento de los casos se queda en la piel, es decir, no hace metástasis. El tipo epidermoide es más agresivo, porque invade ganglios y, por lo tanto, puede extenderse a otros órganos.

En tanto, el melanoma es relativamente raro, pero es el más agresivo. Es el único que se mide en milímetros, y un milímetro de profundidad en una lesión de este tipo hace que el pronóstico de sobrevida sea menor a 50 por ciento en cinco años.

Pese a los avances en los tratamientos, lo único que ayuda es el diagnóstico temprano. “El problema es que el cáncer de piel no produce síntomas, aunque tener más de 50 lunares o una mancha nueva que crece puede ser señal de algo malo”.
El cuidado de la piel contra los rayos solares, prosiguió, no sólo debe darse durante las vacaciones en la playa; en la Ciudad de México recibimos más radiación que al nivel del mar, porque estamos a dos mil 250 metros de altura, es decir, más cerca del sol.

La piel es el órgano más extenso del ser humano, y como está expuesta es muy delicada. Las orejas, cara, brazos, y en el caso de las mujeres, las piernas, son los lugares en donde se presenta con mayor frecuencia el cáncer.

Finalmente, Roldán Marín hizo las siguientes recomendaciones: después de los 40 años es necesario visitar al dermatólogo por lo menos una vez al año; el sol debe tomarse sin quemarse la piel, sin broncearse; por la mañana, antes de las 10:00, y después de las 17:00; con ropa de algodón o lino de manga larga, sombrero de ala ancha y lentes oscuros, “como artista de cine”.

Media hora antes de exponerse a los rayos del sol se debe usar un bloqueador o filtro solar con un factor de protección (FPS) mínimo de 30, o de 50 si es posible, y reaplicarlo cada cuatro horas; utilizarlo no sólo en la playa, sino como rutina diaria. Además, no usar camas de bronceado, que son más peligrosas que la radiación solar natural.

La Clínica de Oncodermatología está abierta para todo público. Se encuentra en la Unidad de Atención Médica de Alta Especialidad, a un costado de la Dirección General de Atención a la Salud y de la Dirección General del CCH, cerca de la Torre de Rectoría, en Ciudad Universitaria. El horario de atención es de lunes a viernes de 9:00 a 14:00; lunes, miércoles y jueves de 15:00 a 19:00, y los sábados de 10:00 a 14:00.