• Este tipo de asuntos podrían empezarse a anudar, dado el papel de los países de América Latina con larga historia de asilo humanitario, sobre todo para artistas e intelectuales desplazados por conflictos bélicos.

Por: Redacción/

Las instituciones de educación superior deben dar paso a la sistematización de la producción artística centrada en la guerra que vaya más allá de la mera denuncia, presentación de testimonios o llamados a la paz para que no quede en simples conversaciones entre universitarios, afirmó la doctora Yissel Arce Padrón, coordinadora general de Difusión de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Este tipo de asuntos podrían empezarse a anudar, dado el papel de los países de América Latina con larga historia de asilo humanitario, sobre todo para artistas e intelectuales desplazados por conflictos bélicos, destacó en el Conversatorio Por Ucrania, convocado por la Coordinación de Extensión Universitaria de la Unidad Cuajimalpa.

“No puedo evitar inscribirme en una posición crítica porque viniendo de Cuba y de trabajar la relación entre arte y política entiendo la situación en la que están hoy muchos ucranianos, al igual que muchos rusos, cooptados por una lógica dicotómica de bipolaridad sobre un tema extremadamente ideologizado, donde muchas veces las fisuras y los intersticios son difíciles de visibilizar”, añadió.

Entonces, desde el lugar que apunta a complejizar el pensamiento dicotómico y la clausura ideológica de las narrativas que están siendo producidas desde la lógica del poder y de los medios de comunicación, la investigadora se pronunció por un no rotundo a la guerra y en contra de lo que algunos han sentenciado y repetido como la inevitabilidad de un conflicto de larga data.

En este contexto, “habría que plantear el arte como dispositivo social y político que está llamado a proclamar una cultura de la no violencia, de la paz, así como para dar cuenta y expresar esta realidad de terror y agravio a la cual toda la población está expuesta”.

No obstante, desde hace casi un mes “todos hemos estado asomados a los noticierios de diferentes medios y lados del espectro ideológico –desde los que se dicen de izquierda y los que se asumen de derecha– en los que hay un ejercicio sistemático por ocluir, por borrar la confusión, y aquí el arte tiene la obligación de ubicarse en las fisuras, en los intersticios para mostrar un relato, una escritura que apunte a complejizar esta narrativa parcializada de los medios”, afirmó Arce Padrón.

De ahí que resulta relevante ofrecer perspectivas más complicadas y analíticas que permitan comprender la situación desde sus distintas aristas, por lo que este tipo de espacios de diálogo contribuyen a ofrecer otros panoramas, frente a la condición informativa que tiende a privilegiar una perspectiva unipolar del conflicto.

Pero también habría que preguntarse qué significa para los ucranianos estar copados por una ideología adversa o pro rusa, así como identificar el discurso de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o la simulación de algunos países de occidente frente a esta conflagración.

“Nosotros como una universidad pública, con fuerte vocación social, con un interés por la investigación analítica y rigurosa debemos propiciar ese tipo de encuentro en el que la cultura no es un lugar marginal de la política, sino central para reflexionar e incluso a través del lenguaje rearticular otra posibilidad de lo político”, aseveró.

El doctor Pedro Stepanenko Gutiérrez, académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuyo abuelo emigró de Kiev a México el siglo pasado, reprobó de manera categórica los crímenes de guerra perpetrados por el ejército ruso a las órdenes de Vladimir Putin en Ucrania.

“No necesito saber de geopolítica ni de los avances de la OTAN o los grupos neonazis en Ucrania para saber que esos crímenes son repugnantes y que deben ser condenados y sus responsables deben dar cuenta ante tribunales internacionales”.

Sin embargo, reconoció que la experiencia en redes sociales en las últimas cuatro semanas le ha enseñado que en México es frecuente darle la espalda a una obviedad de este tipo.

Svitlana Biedarieva, autora del libro Desde el frente, señaló que al participar en una conferencia con otros artistas ucranianos para presentar la visión de la pugna desde 2014, abordaron el lenguaje para describir lo que no se puede representar, puesto que no hay palabras para hablar de las pérdidas de vidas humanas de niños y adultos.

Miles de personas han tenido que abandonar sus casas o bien ver cómo desaparecen lugares que frecuentaban, como los juegos donde jugó su hijo, cercanos a la casa de su mamá, porque fueron destruidos.

La investigadora ucraniana radicada en México enfatizó que desde el punto de vista de su país el actual es un intento de guerra colonial extremadamente anacrónica por parte del imperio ruso.

En una carta enviada por la artista y activista bielorusa Lesia Pcholka, exiliada en Danzig, Alemania, manifiesta que esta es un conflicto bélico que ha desplazado a miles de sus hogares, a muchos de los cuales ayuda en la frontera entre Ucrania y Polonia.

Si bien Rusia ya perdió moralmente, “muchos comprenden que la guerra no terminará mañana, además de que prevalece la amenaza de un enfrentamiento nuclear”.

Paola Acosta, especializada en estudios literarios aplicados a la construcción de la paz, mencionó que ante el escenario actual “es importante mirar las imágenes, interpretarlas, narrar, reescribir las clausuras de esos relatos que tienden a ocluir la complejidad, fracturar la temporalidad que imponen los ejercicios de la política”.

Philippe Ollé-Laprune, coordinador de Extensión Universitaria de la Unidad Cuajimalpa, quien junto con el curador Conrado Tostado, fueron los artífices del encuentro, manifestó que el objetivo del Conversatorio es “observar con lucidez, conocer con elementos y escuchar voces distintas sobre el conflicto Ucrania-Rusia”.